28 de junio
Sala de estar.
Una mañana soleada y tranquila, hablé con Ximena y aceptó ayudarme a curar el búho, no era veterinaria pero si conocía acerca de aves, era tan despistado que jamás me di cuenta que era una documentalista y por eso conocía acerca de un sin fin de cosas, era como un libro andante.
-creí que eras escritora.
-para ser escritora se tiene que vivir una gran aventura para contarla.
-entonces tus libros son experiencias tuyas.
-no, bueno algunas. A veces fantasía, a veces testimonios. Bueno ya está. -dijo Ximena.
Le habíamos colocado un torniquete en la ala más herida y un poco de crema para arreglar las heridas.
-se ve muy tierno -dijo Ximena.
-entonces creo que se quedará un tiempo conmigo, no puedo mandarlo así afuera, se burlaran de el.
-Eres un tonto.
Helena aún no despertaba. Fines de semana se la pasaba ensayando con Layla y sus chambelanes, se despertaba al rededor de las 10 y prácticamente era un zombie hasta que desayunaba.
-avisame si mejora, ok -dijo Ximena tomando su bolsa.
-si
-por cierto alimentalo se nota un poco desnutrido.
-y ¿qué podría darle? -pensé.
Mientras despertaba Helena me puse a cocinar y como no tenía dónde dejar al ave, me la llevé a la cocina. Así mataba dos pájaros de un tiró, es broma.
Hasta donde yo entendía, los búhos comían ratones, insectos y algunos animales del campo así que saqué que lo más parecido que tenía en el refrigerador.
-tienes suerte, haré brochetas -hablé
Saqué fruta, verdura y un poco de tocino.
-se supone que el tocino viene del puerco y el puerco es de campo así que estoy cumpliendo todos los requisitos.
Tomé un pedazo de tocino crudo y lo dejé aún lado de el. Pero no lo quiso comer.
-¿No te gustó?
Llamé a Ximena que fue gracioso pues no tenía ni 10 minutos de haberse ido.
-tranquilo, los búhos son aves de rapiña o sea que les gusta cazar a sus presas. -dijo Ximena.
-Y qué hago, no puedo sacarlo en estas condiciones y no tengo nada que se mueva.
-mira, manténlo así. Tengo una junta con mi jefe pero cuando salga los iré a ver.
Así colgué y guarde mi teléfono, no tardó mucho de tal acto y escuché que alguien bajaba las escaleras.
Helena se había levantado y tenía todo el cabello enredado, venía bajando las escaleras mientras se sobaba sus ojitos.
-hola Papi -dijo Helena aún sobando sus ojos.
-hola mi amor, siéntate en unos minutos ya te sirvo de desayunar.
-uuuuuh -exclamó el ave.
Helena dejó de sobarse los ojos y miró al ave postrada en la mesa.
-¡un bubo bubo! -exclamó Helena
-amor, no hables de esa manera.
-no papá, un bubo bubo. Es el nombre científico del ave que está a tu lado, tambien es conocida como búho real.