Durante seis años Helena creció tan rápido que los años se me hicieron meses. Entre los recuerdos más hermosos están cuando le enseñe a defenderse, lamentablemente me dolía más a mi que a ella, amarraba mis manos con unas almohadas y le enseñaba como meter las manos, sólo duró 3 días, al cuarto ella me pidió que me quitara las almohadas de las manos.
-¿papá, tu crees que quien me quiera atacar use almohadas para no hacerme daño?
Una niña de 8 años ¡¡8 AÑOS!! Estaba pidiendo que atacará bien. Claro que no ataque bruscamente, pero tampoco lo hacía de manera suave. Tardamos una hora y ella me acertó 5 golpes, abdomen, costilla, cachete y muslos. Yo no intentaba conectar ningún golpe pero accidentalmente logré 3, muy leves pero 3, espalda, brazo y hombros. Quiero aclarar que no fueron golpes brutales, fue con la misma fuerza que una nalgada a un niño de 3 años, muy tenue, en cambio los golpes de Helena eran fuertes y rápidos.
-si nos viera tu mamá, me mataría. -le hablé a Helena mientras yo estaba tumbado en el sillón y ella estaba tomando agua.
Cada sábado le enseñaba a defenderse, al principio fue el miedo, después fueron los nervios y al fin era tan buena que incluso jugábamos algo que se llamaba "1 punto" aquel que conectará un golpe ganaba una semana libre de sus tareas. La mayoría del tiempo jugaba a la defensiva y aún que mis golpes eran suaves, los de Helena eran ya tan duros que se quedaba la piel roja y dormida.
-papá ¿no dijiste que las peleas eran malas?
-lo son mi amor pero ¿los demás lo saben? -sonreí -siempre te encontrarás a uno que otro testarudo que querrá ejercer su dominio por la fuerza, yo no quiero que nada te pase, pero no siempre voy a estar ahí contigo. Así que si te enseño a protegerte es sólo para los casos más extremos, nunca para ejercer voluntad, sólo para defenderse ¿okey?
-okey.
Ella era muy inteligente y a pesar de nunca ejercer una dictadura sobre ella o sea siempre le di opciones. Nunca era un "hazlo ahora" siempre fue un A, B o C claro que al elegir una decisión tenía que afrontar las consecuencias, fueran satisfactorias o amargas no podía intervenir, como aquella ocasión.
Cuando Helena pasó a 4to grado de primaria, todos sus amiguitos tenían una bici, yo estaba más estable económicamente, nos estaba llendo bien y guardaba cierto dinero para otro proyecto que quería hacer, nuestra pequeña Villa o pueblo ya estaba creciendo y se estaba convirtiendo en una ciudad o más o menos una ciudad, ya había tantos establecimientos y servicios públicos que podría ser ya considerada como ciudad. En fin, un día al pasar por unas calles Helena se mostró atraída por una bici que estaba en un estante, ella me pidió que se la comprara y como la próxima semana sería su cumpleaños decidí adelantar un poco mi regalo. Le di a elegir a Helena entre bicicleta o fiesta, bien podía hacerle ambas pero tanto en la vida le haría daño, mi niña decidió sacrificar la fiesta por su bicicleta y yo acepté, llegamos a la tienda y por el hecho de sacrificar su fiesta quise que tuviera la mejor bici que estuviese en ese establecimiento.
-ve a elegir tu bici mi amor, yo aquí te espero.
Tardó 15 minutos y al instante regresó con una bici color negra con estampas blancas fosforescentes, muy llamativa pero encajaba con su personalidad de mi niña.
-¿esa es la que quieres mi amor? -pregunté.
-si papá, está hermosa -sonreía y brincaba de la emoción.
-vale -suspiré.
-¿esa se lleva señor Mario? -habló Mike el dueño del lugar que nos conocía, de hecho ni había persona que ya no nos conociera a Helena y a mí.
-así parece.
-es mi primera bici -presumió Helena a Mike.
-felicidades, entonces te daré unas espinilleras y un casco para tu protección. -habló Mike.