Me equivocaba, aún no había llegado la hora de asentarse en el gran salón, rodeados de hidromiel para toda la noche y carne recién hecha. Cuando entré, me quité la capa tan rápido como pude, no quería que Mérida viese el barro y el polvo que la cubría. Me aseguré de que el blanco de mi vestido seguía perfecto y me atusé el pelo para dar una buena impresión, que era lo que debía de hacer. Lyn me divisó desde el final del salón y corrió hacia a mí. Me quedé contemplándola, llevaba un recogido lleno de trenzas perfectamente hiladas con un cordel color tierra que combinaba a la perfección con su rubio blanquecino. Su vestido era parecido al mío, pero ella sabía llevarlo de otra manera, quizás con la capacidad que te proporcionaba el haber nacido en el seno de una familia importante y llena de riquezas. Sin embargo no la envidiaba, tan solo sentía un cariño que crecía día a día, y cierta admiración también. Quizás Mérida tenía razón, quizás debía parecerme a ella. Una niña perfectamente feliz, completamente inocente.
-Lo siento, estuve en el arrollo. No se lo digas a Mérida por favor.
Me cogió de la mano y noté su calidez junto al frío de mi piel, culpa de las bajas temperaturas. En el gran salón se estaba genial, rodeada de fuego, de luces calientes que acariciaban mi piel.
-Papá está allí junto al rey, quieren presentarnos a sus hijos.
-¿Por qué tan pronto? -pregunté mientras me dejaba arrastrar por Lyn, la cual parecía estar enormemente emocionada.
-Pues para el futuro, tonta.
¿Qué quería decir con el futuro?
-¡Aquí están! -exclamó Magnus visiblemente emocionado.
Llevaba una jarra enorme de hidromiel en la mano, al igual que el rey, que nos miraba a ambas con ternura y curiosidad.
-Esta es Ylva -me presentó Magnus ante el rey.
No sabía qué hacer, así que hice lo que había visto fuera, agachar la cabeza ligeramente. Aunque no conocía a aquel hombre para mostrar mis respetos, no me producía inseguridad, o al menos la inseguridad que por aquel entonces me daban todos los extraños.
-Ylva la loba -comentó Haren sonriéndome.
Yo no tenía apellido, ya no. Así que Ylva la loba no sonaba tan mal ¿no?
-Es un honor conocerle -dije con cierta timidez, sin saber si eran las palabras correctas.
-No te preocupes Ylva, estás ante un hombre como cualquier otro, relájate.
Pero no era un hombre como cualquier otro, era el rey de las tierras nórdicas, era el rey de Cambria y de los demás poblados. Había sido el rey de mi antiguo hogar, aunque él no tuviera conocimiento de tal destrucción.
-Quiero presentaros a mis hijos.
Noté la excitación completamente exagerada de Lyn. A mí no me hacía especial ilusión conocer al rey, mucho menos a sus hijos. Nos dirigimos hacia la mesa, donde estaban sentadas algunas personas, las cuales yo no conocía. Solo había una que había visto anteriormente, me quedé quieta por unos instantes sin saber qué hacer. ¿Por qué estaba allí sentado el niño que anteriormente me había abordado en el arrollo?
-Este es Rurik, mi hijo mayor.
Por aquel entonces tenía catorce años. El chico se levantó y nos saludó, tenía el pelo castaño como el chico del arrollo, los ojos azules y una mirada mucho más cálida.
-Y aquí está Yves.
Yves era rubio y tenía los ojos igual que sus hermanos. Tenía unos diez, once años.
-Por aquí tenemos a Argus, tiene doce aunque no lo parezca.
Era pelirrojo y tenía el pelo por los hombros. No parecía ser el pequeño, era más alto que sus hermanos a pesar de su corta edad. Todos ellos tenían facciones dulces, pestañas largas y eran bastante agraciados, aunque no me fijé demasiado en ninguno.
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Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|
Fiksi UmumMi historia se contó durante infinitas décadas, enrevesada, retocada, fantástica, ficticia a veces... En esta historia se me llamaba muchas cosas, a veces solo Ylva, otras Ylva la Inocente, inmortal, sanguinaria, asesina, mata-hombres, bruja, dios...