Consecuencias.

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Nosotros aprendíamos a normalizar el peligro, a ver como algo normal, común, la muerte, la sangre, las batallas, la lucha por el poder... Era algo que no nos sorprendía, sin embargo siempre había una nota de inquietud en el ambiente, era como cuando sabías que todo podía estallar en cualquier momento, pero seguía siendo normal. Estábamos acostumbrados. Este era el mejor ejemplo que podía comparar mi relación con Kai. A los catorce años, casi apunto de cumplir quince estaba totalmente enamorada de Kai. Llevaba así desde que le había conocido, pero la edad, la madurez, las experiencias juntos... todo aquello había hecho que finalmente me pudiese admitir a mí misma la verdad, la única que realmente conocía, que estaba perdida y locamente enamorada del hijo del rey. Aunque aún me faltaba el último empujón para decírmelo a mí misma del todo. Y así fue como poco a poco él fue atrapándome cada vez, no importaban las peleas que teníamos, ni que jamás fuese capaz de demostrar que me quería en público, ni las palabras crueles, no importaba... Finalmente había aprendido a amarle, tal y como aprendes a dormir en un terreno peligroso, en plena revuelta, con soldados enemigos más cerca de ti de lo que puedas imaginar. Al final bajas la guardia, y si lo comparaba con la guerra estaría perdida, muerta, pero había algo en mí que ya no pensaba en aquellas cosas, ya no era consecuente. Me había tirado de cabeza a aquel sentimiento, estaba cegada y ya no había vuelta atrás.

Entre idas y venidas Magnus se había dado cuenta de que en Cambria no era tan feliz como en Rêndir, al igual que Lyn, pero esta estaba prometida con Yves, lo cual era normal. Yo no tenía un derecho tan certero para estar allí, había gente que hablaba. Se susurraban cuchicheos por todo Rêndir sobre Kai y sobre mí, algunos comentaban lo inapropiado de la situación, otros tantos especulaban sobre que probablemente ya estaríamos prometidos. Otros muchos decían que jamás se me ocurriría casarme con Kai. Mientras todo aquello ocurría mi propia familia exigía explicaciones. El día en el que partíamos de nuevo hacia Rêndir, por el motivo de la celebración de Kai, el cual cumplía dieciséis años aquel día, Magnus nos pidió tanto a Lyn como a mí una charla sincera antes de partir. Yo ya estaba lista en la puerta, llevaba mi sable y mi arco, tenía el pelo recién cortado y estrenaba una preciosa capa color granate que Lyn había hecho para mí, Magnus me miró como si no me reconociese. Le miré por unos instantes y cuando nuestras miradas se cruzaron sentí algo extraño, sentí que Magnus sabía que me tendría que decir adiós, que yo rompería todas las promesas.
Nos sentamos en la mesa de el gran salón, todo estaba ligeramente oscuro.

-Últimamente he querido hablar con vosotras de vuestro futuro... por separado, pero sois mis hijas y además sois hermanas, así que creí conveniente que tuviéramos esta conversación juntos.

Tragué saliva y apreté la cuerda de mi arco para distraerme. Tenía miedo, miedo de tener que volver a mentir.

-¿Qué ocurre? -preguntó Lyn visiblemente preocupada-. Creí que respecto a mí todo estaba más que claro. Debo mudarme a Rêndir y después volveremos aquí cuando sea preciso.

-Sí, eso lo sé, por eso en cuanto lleguemos a Rêndir tendremos que ponernos con ello, ver cuándo se hará, bajo qué condiciones...

Miré a Lyn, esta tenía una ligera sonrisa y la mirada llena de esperanza. Después miré el suelo y cerré los ojos unos segundos, había una parte pequeña de mí que me decía que no estaría para verla casarse.

-Sí, imaginé que debido a mi edad y a la de Yves ya era hora de hacerlo todo oficial, y estoy más que de acuerdo con esa decisión, como siempre.

Magnus le dedicó una sonrisa y asintió satisfecho.

-No quería empezar a hablarlo con el rey Haren antes de saber que estabas de acuerdo con todo.

Como siempre Magnus pensando en nuestra felicidad ante cualquier otra cosa. Si Lyn se hubiera echado a atrás en aquel momento, aunque hubiese sido una gran decepción para él, y le hubiese asegurado un enfriamiento con la relación que tenía con el rey, y además habría perdido tierras y un buen futuro para Cambria... no le habría importado. No se lo habría pensando más de dos veces antes de cancelarlo todo. Finalmente me miró a mí, pero no pude articular palabra. Lyn y yo estábamos muy conectadas, sabíamos qué sentía la otra antes de que lo dijese, así que deslizó suavemente su mano por debajo de la mesa y me dio un apretón de manos.

-En cuanto a ti y a Kai... -murmuró esperando que siguiese yo.

-¿Kai y yo? -pregunté intentado aparentar confusión.

-Ylva basta, no tienes que seguir jugando a eso ¿vale? Soy tu padre, tienes que decirme la verdad.

-No hay nada que decir, sé que la gente habla y eso te molesta... pero no puedo hacer nada para cambiar eso salvo dejar de estar con él. Lo cual no va a ocurrir nunca.

-¿Así que estáis... juntos?

Negué con la cabeza rápidamente.

-No de esa manera, lo juro.

Magnus no estaba satisfecho con aquella respuesta. En aquel mundo o estabas con alguien o no, no había grises.

-Tendrás que explicarlo, porque no lo comprendo.

-Kai y yo no tenemos ningún interés romántico el uno por el otro, tenemos una relación especial de amistad, puede que incluso vaya más allá de eso. Es complicado y no espero que lo entiendas, ni tú ni nadie. Pero no busco que me entiendan, tan solo que respeten lo que tenemos, que no es más que una relación especial que nos une, puede que ni siquiera nosotros lo comprendamos del todo. Pero te aseguro que no hay nada de ese amor del que hablas entre nosotros.

No esperaba haber sido tan sincera, incluso yo misma quedé sorprendida conforme articulaba aquellas palabras. Sí, había mentido, pero en aquel momento incluso me mentía a mí misma de vez en cuando para no perder la cabeza del todo.

-No Ylva, no es tan sencillo. A mí no me importa ese aspecto, no me importa el tipo de relación que tengáis. Pero creo que no estás entendiendo lo que está ocurriendo entre Kai y tú.

Fruncí el ceño... ¿Cómo? Si había alguien que podía comprender mínimamente algo de aquello éramos Kai y yo. Agaché la cabeza y observé la cicatriz de la palma de mi mano, pálida y recta.

-¿Qué quieres decir? ¿Qué crees que está pasando?

-No es que lo crea, lo sé. Dices que no hay nada entre vosotros, pero te conozco Ylva, sé como le miras, sé que en el fondo sientes algo fuerte por él. Pero tienes que saber que finalmente acabará casándose y tú te quedarás sola con el corazón partido. Sé muy bien que tú no quieres comprometerte con nadie, te conozco bien. Pero Kai es un príncipe, he hablado cientos de veces con Haren sobre el futuro de sus hijos. Tienen bastantes posibles acuerdos más que beneficiosos hablados... todo está en el aire pero acabará pasando y tú te quedarás sola. No esperes que después de que se comprometa sigáis teniendo la relación que tenéis ahora.

Se formó un silencio sepulcral en el salón. Lyn parecía muy incómoda, porque sabía muy bien qué significaba Kai para mí.
En aquel momento me sentí furiosa y triste, pero sobre todo confundida. Me levanté de golpe y me crucé el arco a la espalda.

-No te preocupes por mis sentimientos, no hay mucho más que me pueda romper a estas alturas. No quiero hacerte comprender lo que tenemos Kai y yo, y siento que no puedas sacar una cuerdo beneficioso casándome con él, y siento que tampoco me puedas casar con ninguno de sus otros hijos. Pero no te preocupes, jamás vendré llorando a tu trono para rogar consuelo. Si me lo permites voy a avisar a Váli de que ya nos vamos, me iré adelantado.

Magnus quiso decir algo pero antes de que pudiese me precipité por la puerta y me dirigí rápidamente al establo para montar a Skadi e irme tan pronto como pudiese de allí. Me coloqué la capucha y guié a Skadi hasta la casa de Váli, quería partir tan pronto como pudiese.

En mi corazón había agonía e impotencia. No estaba siendo sincera conmigo misma, en mi interior había un conjunto de emociones que realmente no podía nombrar o comprender. Pero debían ser fuertes y devastadoras, justo a mitad de camino rompí a llorar silenciosamente. Debían de haber pasado meses y meses desde la última vez que lo había hecho. Y entonces cabalgando con prisa y rabia empecé a pensar en Kai, pensé en sus ojos azul oscuros como el lago que rodeaba Cambria. Puede que en aquel momento fuese la primera vez que realmente me admití finalmente estar enamorada de Kai. Por primera vez en años había dejado al amor entrar en mi vida, y tuve miedo. Y es que todo en mi mente parecía querer reducirse a él, cada cosa que hacía, cada gesto, todo lo que era me gustaba, me encantaban todos aquellos detalles que lo hacían único, incluso aquello que algunos llamaban defectos y a mí me volvían loca. Su rabia, su borderia, su arrogancia, sus ganas de probarme siempre... Lo amaba tanto que al final del día tan solo sentía dolor. Dolor porque sabía que tan solo me faltaba un año para tener que cumplir mi promesa de marcharme.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora