El amor o el odio.

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Un silencio inaudito inundó el gran salón, la situación había pasado de una simple discusión a un enfrentamiento entre dos figuras que habían sido enfrentadas en la imaginación de miles y miles de personas múltiples veces. Cuando miré los ojos azules de Kai me di cuenta de que le amaba, que si estaba haciendo aquello, arriesgar mi cuello, era porque no me importaba lo más mínimo lo que pudiera pasarme a mí. Había sido capaz de ver más allá, cuando le había desafiado no había pensando en él como el futuro rey que podía destrozar mi vida, no como el hombre más importante del país, sino como la persona a la que debía recuperar, a la que amaba con todo mi corazón. Estaba dispuesta a morir, estaba dispuesta a hacerle daño con tal de no dejar que las cosas desapareciesen entre nosotros para siempre. No dejaría que nuestra historia se desvaneciese entre ecos del pasado, de lo que pudo ser y nunca fue.

-¿Estás segura de lo que estás diciendo? -preguntó finalmente.

-¿Lo dudas? No has parado de quitarle importancia a todo lo que he hecho, te has puesto por encima de mí, has perturbado la poca paz que me queda desde que he llegado. No quieres que esté en Rêndir, aquí tienes tu oportunidad.

No sabía qué hacer, así que le pegué una bofetada, pero no una de esas suaves que las doncellas propinan cuando un señor les toca la rodilla, sino con la mano abierta por completo y con todas mis fuerzas. Tan pronto como hice esto pude ver cómo la mejilla de Kai se enrojecía, me miró por última vez antes de lanzarse por completo hacía a mí. Le esquivé con facilidad y le di una patada en la parte baja de la pierna, eso hizo que se arrodillase ligeramente. Pero sin que pudiese evitarlo Kai me golpeó con la otra pierna e hizo que cállese al suelo, no sin antes agarrarle del hombro, clavarle las uñas y hacer que ambos nos estampásemos contra la dura madera. Reprimí un sollozo al sentir la falta de respiración y finalmente sentí un gran dolor en el estómago, después abrí los ojos y observé el puño de Kai acercarse a mi cara, y entonces... no lo esquivé, porque me di cuenta de que estaba poniéndomelo fácil. Quería que esquivase el golpe, ¿por qué? Pude ver su expresión tornarse llena de sorpresa cuando me propinó un golpe con el puño cerrado y con todas sus fuerzas en la parte de la mandíbula dándome de lleno en el labio inferior, que enseguida sentí abrirse. Un dolor viajó hasta esa zona y sentí como la sangre caliente corría por las comisuras de mis labios, sentí el sabor a hierro, solo pude reírme.

-¿No era esto lo que querías? -preguntó Kai.

Le hundí la rodilla en la entrepierna con todas las fuerzas que había en mi cuerpo y escupí la sangre que había acumulado en la boca. Me coloqué encima de él en un instante y le di con las muñecas en las sienes, noté como perdía la noción unos instantes ante ese ataque y finalmente se irguió. Pretendía rodearme con sus brazos porque era más fuerte que yo, pero nunca sería más hábil. Me escabullí con rapidez y en un segundo estaba de pie antes que él. Le di una patada en el hombro derecho y otra menos fuerte en el costado.

-No, no lo era -añadí finalmente, aunque esto último solo lo escuchó él.

Lo que siguió a continuación fue la escena más grotesca que los presentes habían visto, y una de las vivencias más desagradables que yo había tenido que vivir. Todo fueron golpes que se iban intensificando conforme nuestra rabia iba liberándose. La violencia no significaba nada, ambos estábamos acostumbrados al dolor, estábamos llenos de cicatrices y de daños. Pero no parábamos, los golpes seguían, sabíamos que ganaría el que antes se cansase. Kai tenía más resistencia que yo, yo era más pequeña, y aunque en el arte de matar en una pelea cuerpo a cuerpo o con espadas había pocos que hubiesen supuesto una amenaza para mí... aquella situación era diferente, porque no estaba dispuesta a matarle. Mi cara estaba llena de sangre, de vez en cuando algo de ella se escabullía dentro de mis ojos, y al igual le pasaba a Kai. Entonces tuve un momento de iluminación, pude ver la situación clara cuando mis ojos estuvieron más limpios. Kai estaba encima de mí, tenía el brazo hundido en mi pecho, yo tenía la mano en su cuello, mis uñas se clavaban en su piel. Nuestras piernas estaban entrelazadas de modo que ambos estábamos atrapados. Y entonces nos miramos fijamente, el uno al otro. Kai estaba sin respiración, yo igual. Su brazo en mi pecho hacía que poco a poco menos aire fuese entrado en mis pulmones. Su ojo derecho tenía una pequeña vena que había explotado debido a un golpe, tenía heridas en todas partes y estaba lleno de sangre. No pude evitarlo, estaba haciendo daño a la persona que más amaba, dos grandes lágrimas se escaparon de mis ojos abriéndose paso a través de la sangre, estaba segura de que eran visibles, pude notar como la expresión de Kai cambiaba por completo. ¿Estaba teniendo una revelación? ¿Me odiaba de verdad? Tenía que acabar con todo aquello. Entonces retiré la mano que tenía rodeando su cuello y extendí los brazos por completo sobre el suelo, le di la ventaja, le di mi cuerpo, mi vida, mi destino, no me importaba nada.

-Adelante Kai, acaba de una vez con esto, mátame. Me importa una mierda mi reputación.

Sus ojos se abrieron ligeramente, sus expresión se relajó. Su mano se deslizó hasta mi mejilla y sentí sus dedos justo en la zona que había manchado con mis lágrimas. No sabía si era una ilusión, no sabía si era verdad, porque Kai había olvidado relajar su brazo en mi pecho, y poco a poco mi cuerpo se quedó sin aire... pero pude sentir como sus dedos me secaban las lágrimas, una parte de mí me decía que no fuese ilusa, todo era mi imaginación, todo era debido a la falta de oxígeno. Abrió la boca para decir algo pero yo ya no le escuchaba, mis ojos perdieron la vida y todo lo que se aproximó a mí fue una absoluta y fría oscuridad.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora