Me encaminé totalmente borracha por el pasillo que llevaba a los aposentos personales de los reyes y sus hijos. No debía estar allí, pero tampoco sabía exactamente hacia qué dirección iba. Lo que sí sabía era que no pensaba estar en la celebración de Kai, si no le importaba, si no era capaz de reconocerle a su propia madre sus sentimientos por mí... Claro que yo tampoco había sido capaz de reconocerle a Magnus la verdad. Todo era turbio, todo estaba borroso y sentía un calor sofocante en las mejillas. El mareo me hizo parar y me paré a beber un poco más. Poco a poco me fui recuperando y aunque había bebido un poco más el pasillo se fue apareciendo ante mí. Entorné los ojos porque creía haber visto a una figura en el fondo, aunque tal y como estaba en aquel momento podía haberlo imaginado. Pero no, la figura se movía rápido y de forma brusca hasta mí, todo fue confusión hasta que se estampó contra mí y me colocó las manos en los hombros dándome un golpe fuerte contra la pared dejándome aturdida unos segundos. Kai me agarraba con fuerza por los hombros, en su cara se veía un enfado que pocas veces había visto.
-¡¿Puedo saber por qué mandas a mi madre a que me case con nadie?!
Su rostro se tornó aún más furioso y entonces no pude hacer otra cosa que reírme como una desquiciada, notaba la valentía que me aflojaba la garganta debido al alcohol y la despreocupación de este.
-¿Qué te importa? ¡¿Por qué te importa tanto? ¡No eres capaz de decirle a tu madre la verdad!
-¿Y qué verdad es esa Ylva?
Aflojó ligeramente sus manos de mis hombros pero las dejó allí. Sus dedos estaban calientes sobre mis clavículas y mi piel fría y desnuda. No sabía en qué sensación debía fijarme, ¿en aquello? ¿En el dolor que ocultaba el alcohol?
-No estamos jugando a nuestros estúpidos juegos Kai, ya no... Tu madre tiene razón.
Le miré directamente a los ojos, su cara estaba a unos escasos centímetros de la mía. Podía oler su característico olor, algo parecido a un jabón suave cítrico y el alcohol que podía notar había bebido aquella noche. No estaba borracho sin embargo, la única en aquella indeseada situación era yo. Aquello me hacía parecer inmadura, me hacía parecer que todo aquello no me importaba.
-¿Sobre qué tiene razón Ylva?
-Cumples dieciséis, eres un hombre y debes de casarte, tarde o temprano tendrás que hacerlo. Tú lo sabes, yo lo sé, siempre lo hemos sabido. Lo mejor es que te alejes de mí, será más fácil para ambos.
Sus uñas se clavaron ligeramente sobre mi piel desnuda. Sentí la ligera quemazón y noté una sensación totalmente inesperada en una zona más baja de mi cuerpo. Debía ser el alcohol, porque todo aquello no tenía ningún sentido.
-Lo sabía cuando hice ese pacto de sangre contigo -seguí hablando, notando como las lágrimas acudían a mis ojos-, lo sabía cuando te vi en la mesa junto a tus hermanos dándome cuenta de que eras un príncipe y que nunca tendrías nada que ver conmigo. Lo sabía cuando te hacía todas aquellas armas, cuando me saltaba entrenamientos solo para que pudieses meterte conmigo mientras practicábamos con el arco. Lo he sabido siempre, cada vez que me he dado cuenta de que debía alejarme de ti y lo único que he sabido hacer ha sido acercarme más.
Sus uñas se clavaron más profundamente en mi piel, y en vez de apartarlo solo pude poner las mías sobre las suyas e instarlo a que siguiese haciéndolo. Kai estaba temblando, las venas de su cuello estaban totalmente marcadas, estaba haciendo un gran esfuerzo por no perder el control.
-¿Y por qué tienes tanto interés en alejarte? -preguntó por fin.
-Dime qué significo para ti Kai, dímelo de una maldita vez.
Se hizo un silencio sepulcral. Aunque habíamos hablado muchas veces de sentimientos, aunque habíamos dejado entrever la verdad de lo que nos unía nunca habíamos hablado directamente de lo que éramos el uno para el otro, al menos no de forma clara. Tenía miedo, no sabía si quería escuchar la respuesta, el cuerpo me temblaba y el alcohol ya no impedía nada. El silencio se extendía y entonces me di cuenta de que Kai no iba a decir nada, no era capaz de articular palabra. Me cabreé, me cabreé como nunca lo había hecho. Aquella noche fue decisiva en nuestra relación, nunca supe si aquellas palabras que nunca dijo pudieron haberlo cambiado todo. No sabía si realmente me hubiese dicho que me amase me habría quedado, quizás tras un ''te amo'' se me habría olvidado el resto de mis propósitos y la esencia de mi destino. Le di un golpe fuerte en las manos y una patada en la rodilla. Le dejé fuera de juego unos segundos y me aparté de él antes de que no pudiese hacerlo nunca más. Le dediqué una última mirada, pero no pude mirarle a los ojos, me concentré en su pelo, que aquella noche estaba brillante y ligeramente despeinado.
-Nunca serás capaz de decirme que me amas... Y yo nunca seré capaz de quedarme a tu lado. He acabado con esto, no pienso volver a alimentar más esta relación que tan solo nos lleva a la destrucción. Somos personas tóxicas Kai, somos defectuosos y no nos hacemos ningún bien. Haz caso a tu madre y sé feliz con alguien más, alguien a quien sí puedas decirle que le amas.
Me di la vuelta y busqué la puerta trasera que daba al bosque. Cuando miré los árboles, cuando sentí el frío no pude volver a atrás. Tan solo comencé a caminar dentro de la oscuridad del bosque hasta desaparecer entre los árboles y el olor a madera quemada. Aquella noche, cuando me desplomé totalmente derrumbada sobre la tierra húmeda, la luna fue la único testigo de que antes de cerrar los ojos y sumergirme en un sueño trémulo y confuso, deseé con la última inocencia que mi corazón albergaba que en alguna realidad alternativa, que en otra vida y en otro tiempo Kai y yo acabásemos juntos para siempre. En el lugar donde no existían las muertes de nuestros seres queridos ni la venganza.
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Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|
Художественная прозаMi historia se contó durante infinitas décadas, enrevesada, retocada, fantástica, ficticia a veces... En esta historia se me llamaba muchas cosas, a veces solo Ylva, otras Ylva la Inocente, inmortal, sanguinaria, asesina, mata-hombres, bruja, dios...