Bruja.

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Estaba de pie, en el gran salón. Estábamos todos allí, Yves, Lyn, Kai, Magnus y yo. Magnus y sus hombres ya habían enviado un comunicado de que tenían a la amada del conde y que si no deponía sus intenciones acabarían con ella. No sabía si era real, pero si el vidente me había dicho que aquello funcionaria entonces así debía ser. No quise pensar demasiado en ello y me senté en la mesa para intentar disfrutar de la comida. Fue curioso, sin más voces que llenasen el salón, sin los padres de Kai e Yves, sin la gente a nuestro alrededor riendo y bebiendo. Todo parecía estar congelado y expectante. Miré a Kai que comía en silencio, también supuse que como yo no sabía qué hacer.

-Volveréis a Rêndir, imagino... -dijo Magnus mirando a Lyn.

-Esa es la idea -comentó Lyn.

Después de eso Magnus se dirigió a mí.

-¿Y tú? ¿Qué harás?

Dejé la jarra de hidromiel en la mesa y miré de reojo a Kai. También me estaba mirando, esperaba una respuesta.

-Creo que sería conveniente que pasase algunos días en Rêndir, después del revuelvo que se ha causado aquí por lo que he hecho... No quiero seguir teniendo que recibir agradecimientos. Creo que ya he hecho lo que debía hacer.

-Es una decisión comprensible -comentó Magnus dando por zanjada la conversación.

Alcé la mirada y estudié su semblante, no pude descifrar si lo decía totalmente en serio o simplemente quería dejar el tema correr porque no estábamos en situación de discutir nada. Cuando todo acabó quedamos en marcharnos por la tarde, unas horas antes de que el sol cayese, por eso decidí que lo más apropiado era ver a Váli, el hombre sin el que jamás habría sido capaz de salvar Cambria. Lo encontré en la zona de tiro con arco y decidí imitarle, no dijimos nada hasta que pasó un rato y ambos estábamos sin respiración. No me quedaba mucho tiempo antes de irme pero aún así quise quedarme a charlar con él. Nos sentamos sobre unas rocas y nos quedamos mirando al frente sin decir nada.

-Creí que nunca vendrías a verme -comentó Váli cogiendo una piedra y tirándola contra un árbol.

Arranqué un puñado de hierba nerviosa y comencé a hacerla añicos con los dedos.

-No he tenido mucho tiempo, todo ha sido tan rápido...

-Aquella noche cuando Magnus y yo estábamos discutiendo sobre el futuro de Cambria sabía que estabas allí, escuchándolo todo. Cuando viniste a mi casa para pedirme el mapa imaginé que te marchabas en busca de respuestas, nunca imaginé que vendrías con la solución a todo. ¿Cómo te sientes?

Me quedé quieta unos segundos, sin apenas respirar intentando descifrar mis sentimientos. No podía.

-No lo sé, es como si realmente no lo hubiera hecho yo.

-La mayoría de la gente se habría atribuido el logro tan rápido como hubieran podido y se habrían aprovechado de la generosidad del pueblo.

-Mmm... no sé si eso es muy inteligente. Preferiría haberlo mantenido en secreto. ¿Puedes imaginar cuánta gente me quiere muerta ahora mismo? Son más enemigos a los que afrontar cuando me marche.

-No debes preocuparte, ¿te vieron demasiadas personas?

-Todos los invitados, condes importantes... Sin duda me vieron. Pero espero que para cuando me marche ya me hayan olvidado.

-Sea como sea no sólo has salvado Cambria, también has liberado a esa niña de las garras de un monstruo. Es algo que reconocerte a ti misma ¿no crees?

-Sí, espero que eso compense todas las futuras vidas que serán arrebatadas.

Váli se giró extrañado hacia mí con el ceño fruncido.

-¿Cómo sabes eso?

-Lo sé, simplemente lo sé...

Recordé las palabras del vidente, o mueren todos ellos o morís todos vosotros. No sabía si era adecuado contarle aquello a Váli pero antes de que me decidiese se comenzó a escuchar un gran revuelo.  Nos levantamos de las rocas y nos giramos, se podían ver un montón de personas arremolinadas a la entrada. Nos dirigimos hacia allí para ver de qué se trataba, nos abrimos paso entre el gentío, divisé a Kai y a Magnus al comienzo y me encaminé junto a Váli hacia ellos. Entonces alcé la vista y observé el portón que estaba entreabierto. Justo delante mía a unos tres metros se encontraba el conde enemigo de Magnus. Iba sobre un caballo que parecía apunto de desfallecer. Se bajó gritando cosas sin sentido hasta que quedó de pie cerca de nosotros. Me fijé en su piel, estaba llena de hollín y tenía quemaduras en las manos. Un escalofrío me recorrió la columna. Entonces su mirada se dirigió directamente hacia mí, me apuntó con el dedo. Tenía los ojos inyectados en sangre.

-¡Lo he hecho como querías! ¡He quemado a toda mi gente! ¡Dámela! Tú me la quitaste, tú me hiciste hacer esto...

Se acercó más a mí, y no pude moverme. No fui capaz de protegerme. Kai se interpuso entre los dos y empujó al conde en el pecho con fuerza para hacerlo retroceder. Me quedé congelada, no podía moverme. De aquello hablaba el vidente. Había quemado a toda su gente y todo por lo que yo había causado. Me atreví a mirar a mi alrededor, algunas personas me observaban con incluso mayor admiración, pero otras apartaron la mirada, y en otras muchas pude observar miedo. Kai me tomó por los hombros y me alejó de allí. Antes de que pudiésemos desaparecer de la vista pude escuchar la voz del conde a mis espaldas.

-¡BRUJA!

Aquella fue la primera palabra que prosiguió mi nombre sin ser mi apellido. Bruja, y bruja sería más tiempo del que pude imaginar.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora