Amar.

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Kai se quedó quieto durante unos minutos, conforme había ido confesándome su rostro había ido quedando cada vez más inexpresivo. Le conocía, sabía que bajo esa inexpresividad había un mundo de pensamientos de los que me hubiese gustado ser partícipe. El corazón me iba rápido, las manos me temblaban ligeramente, tenía las mejillas sonrosadas por primera vez en mucho tiempo, hacía años que no sentía algo tan real y tan intenso. Por fin mi verdad había sido expuesta para siempre. No había vuelta a atrás. Entonces rompí el contacto visual y agaché la cabeza, fue entonces cuando lo sentí. Sus manos se deslizaron hasta mis muñecas y me las apretaron delicadamente, entonces dejé de temblar.

-Siempre he sabido que nunca podría volver a amar a una persona como te amaba a ti. Desde el día en el que supe que te quería supe también con la mayor certeza del mundo que no volvería a enamorarme nunca más. La única cosa que me ha hecho no perder la cordura estos años ha sido saber que jamás podría romper la promesa que te hice, incluso si me casaba, incluso si tenía hijos. Me reconfortaba la idea de saber que el dolor de haberte perdido estaría siempre en mi corazón, para mí eso era mucho mejor que no sentir nada hacía a ti. Tenía ese dolor y era lo último que me quedaba de ti, lo conservé siempre. Me atormentaba la idea de que estabas ahí fuera sola, conocía todos tus pasos y aún así aquello solo hacía que el dolor se hiciese más grande. Llegué a pensar que me habías olvidado para siempre, no comprendía por qué no regresabas, y entonces supe que te habías marchado de tu poblado sin dar explicación y que entonces era tu hermana la que lo regía. Pensé que regresabas... pero nunca apareciste.

Pensé por primera vez en ello, cuando me marché no fui consciente de que lo más probable era que esa noticia llegaría pronto a Rêndir, tampoco pensé que aquello les haría pensar que regresaba.

-Continúa -le pedí.

-Estaba dispuesto a dejarte entrar de nuevo, sin importar todo lo que había sufrido, sin recordar las noches en las que quería morir. Esperé como un estúpido, aparté todas mis obligaciones... pasaron los meses y nunca llegaste. Entonces fue cuando decidí aceptar la propuesta de matrimonio, ni siquiera sabía quién era la muchacha, acepté el acuerdo más beneficioso y acordé que no la vería hasta el día de la boda. Cuando cancelé el compromiso fue la primera vez que la conocí. Lo que quiero decir con todo esto es... todo lo he hecho por ti. Cada paso, cada golpe, cada muerte, cada imperio arrasado, todo ello por ese odio que había crecido en mi pecho como un monstruo al que solo podía alimentar con dolor. Y sí Ylva, en mi vida todo se ha reducido siempre a ti, desde el día que te conocí hasta hoy.

-Kai... ¿Qué va a pasar con nosotros?

Deslizó las manos desde las muñecas hasta los brazos y las dejó descansar en mis hombros.

-Lo único que sé es que eres la razón de que por primera vez en mi vida no me importe el destino de los dioses, la persona por la que llevaría la contraria al mismísimo Odín.

-¿Por qué hemos tenido que pelear para esto?

Kai se quedó en silencio unos segundos, como si estuviese recordando algo, finalmente sus labios se curvaron ligeramente.

-¿Recuerdas cuando te lanzaste sobre mí cuando éramos pequeños? Estabas furiosa conmigo, siempre, no parábamos de pelearnos. Pero a partir de aquel momento todo cambió, cuando conectamos por primera vez dejamos atrás las peleas absurdas, no éramos capaces de hacernos daño, estábamos solo tú y yo. Cualquiera habría esperado que dos personas con tanto temperamento y tanta rabia en su interior habrían ocasionado una catástrofe, pero era como si la ira de uno anulase la del otro. Juntos queríamos vivir en paz, disfrutar de los segundos, vivir. Por eso al separarnos todo cayó, todo volvió a incendiarse. Cuando regresaste fuimos esos dos desconocidos por unos instantes, yo no aceptaba tu vuelta porque una parte de mí creía firmemente que te volverías a marchar. Me equivoqué al aceptar el desafío, pero al ver tus ojos creí realmente que era lo que deseabas, nos hicimos daño pero seamos honestos... podríamos habernos hecho mucho más. Y... no puedo parar de mirarte las heridas.

-Sabes que siempre he preferido la cicatriz antes que la piel lisa.

Entonces repentinamente y sin esperarlo sus manos pasaron a mis mejillas, me acarició la cicatriz que había bajo mi ojo, la más característica de todas.

-No quiero que vuelvas a sentir que solo puedes vivir a través del dolor.

-Kai... -cerré los ojos y después alcé la cabeza para mirarle-, sé que dije que no te pediría perdón, pero... Lo siento. Lo siento de verdad, por todo lo que pude hacer mejor y empeoré, por todo Kai.

Sus ojos brillaban tanto en aquel momento que podía ver el fuego reflejado en ellos, quería perderme ahí para siempre.

-Lo siento.

Aquellas palabras eran todo, detrás de esas dos palabras existía un mundo entero de sentimientos que yo comprendía muy bien. Aquella noche el alma de Kai y la mía fueron una de nuevo, supe que él no era otra persona, que seguía siendo el Kai que yo solo conocía, el que amaba con todo mi ser. En mi corazón renacieron un conjunto de sentimientos abrasadores, arrasaban con todo el dolor, con todas las dudas, nacidos en la parte más profunda y oscura de mi alma, aquella que le pertenecía a él. El futuro era incierto, nuestros caminos podían tornarse difíciles y las guerras siempre estarían cerca, pero aquella noche, con las manos del hombre que amaba rodeándome no me importaba nada. Y sabía que teniéndolo a mi lado, existiendo junto a él... jamás me importarían todas aquellas cosas. Era el secreto de mi felicidad, la llave que abría las puertas, la respuesta a la pregunta más difícil que había en mi corazón, la que me preguntaba si alguien podría amarme alguna vez, si yo podría amar para siempre. Era todo. En aquel momento fui feliz por primera vez en mucho tiempo, porque dejé de estar atrapada en el pasado, en ecos de unos recuerdos que creí nunca volverían a repetirse. En aquel momento tenía todo lo que mi corazón anhelaba.

-Te amo Kai.

Entonces deslizó su mano por mi espalda y la dejó justo en la cintura, me rodeó así y con fuerza me atrajo hacia él. Nos miramos unos instantes y entonces lo dijo.

-Te amo Ylva.

En aquel momento era solo Ylva, con él siempre sería así.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora