Mortal, humana.

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Kai y yo asumimos que debíamos ser reyes, algún día cuando el padre de este ya no pudiese ejercer más porque la edad se lo impidiese. Sabíamos que juntos éramos mucho más fuertes, éramos dos personas admiradas y temidas a partes iguales, Rêndir y el resto de los pueblos estaban orgullosos y felices de que un día nos tendrían como reyes. Yo estaba nerviosa, a veces tenía miedo, pero solo me hacía falta girar la cabeza y ver que Kai estaba a mi lado para que todo estuviese mejor. Lyn se marchó a Cambria, debía comenzar a tomar responsabilidad en su propio terreno, ella y el gran comitatus que la respaldaba hacían de Cambria un lugar próspero. Lyn decidió que si no podía tener hijos por su propia cuenta se dedicaría a criar a aquellos niños desamparados sin familia, los que bagaban por los bosques, los que habitaban lugares inhóspitos, aquellos a los que nuestra sociedad había dado la espalda. Ese fue el comedido de Lyn, y consagró su vida a ello. Nunca la había visto tan feliz.
Yo pasaba los días junto a Kai, hablábamos del futuro, por fin podíamos hacerlo, aunque a veces nos parecía demasiado perfecto para ser real. Estábamos escribiendo nuestra historia, una leyenda que un día llenaría libros enteros e inspiraría a muchos. Pasarían los años, pero el nombre de Kai y el mío siempre estarían ligados, permaneceríamos juntos para siempre incluso si ya no estábamos en cuerpo presente. Nuestro nombre quedaría grabado en runas, y nuestras historias dentro de gruesos libros que perdurarían en el tiempo. Kai y yo sabíamos eso, incluso si aún no habíamos llevado a cabo todas esas grandes hazañas que irían sumando fama a nuestra historia. Pasamos meses disfrutando de nuestra compañía, hacíamos todo aquello que nunca pudimos hacer. Visitamos diferentes lugares, entrenamos juntos, paseábamos, acudíamos a diferentes eventos juntos, de la mano. A veces solo pasábamos el día tumbados en el pasto, solos, rememorando los años que pasaron, otras veces no salíamos de la cama. Teníamos que recuperar todo ese tiempo que los años atrás nos había quitado antes de volver a la época de explorar y seguir con las responsabilidades, aunque tanto Kai como yo disfrutábamos de esa vida. Quizás después de todo era cierto lo que decían, habíamos nacido para ello.

Era el último día de la primavera, yo llevaba un tiempo sabiendo que debía visitar a mi hermana, no a Lyn, sino a Lienf. Después de todo ella era mi familia también, la había abandonado, a ella y al resto de la gente que había confiado en mí, debía darle una explicación, contarle que estaba perdiendo la cabeza y por ello me marché, también quería que conociese a Kai. Así que planeamos la salida y finalmente nos marchamos, Kai, algunos hombres más que nos protegían (debía acostumbrarme a que ya no era una aldeana más), y yo. El camino era largo, así que usualmente íbamos parando en tabernas y nos hospedábamos algunas noches en ellas para estar más cómodos y descansar mejor. Era por la tarde, anochecía, cuando decidimos entrar a una taberna cualquiera para reponer fuerzas y comer algo. Kai y yo íbamos de incógnito, así que agachamos la cabeza y nos sentamos en una esquina oscura de la taberna, nos sirvieron venado y ale y comenzamos a charlar tranquilamente.

-¿Estás nerviosa? -preguntó Kai deslizando su mano por la mesa.

Me acarició la mano y yo sonreí.

-No, Lienf y yo somos hermanas de sangre y hay mucho dolor y errores en nuestra historia, no creo que me eche nada en cara. También tengo ganas de que la conozcas.

-Yo también, es tu hermana...

Iba a hablar pero entonces entró con gran presencia un señor bien vestido en la taberna, se podía ver que era extranjero, tenía la piel oscura, también era notable porque todo lo que lo conformaba gritaba que no era de allí. Al parecer la gente lo conocía, lo saludaron y comenzaron a charlar.

-Creo que es un... ¿Cómo lo llaman? ¿Cronista?

Miré a Kai algo confusa, sí que había escuchado hablar de los cronistas, eran hombres que se ganaban la vida contando historias. Yo no había escuchado a ninguno directamente, en nuestros pueblos lo más normal era sentarnos alrededor de un fuego y contar las hazañas más importantes de figuras a las que admirábamos. Este hombre parecía pasar por allí cada jueves, como escuché a uno de los hombres murmurar. Entonces se sentó en una silla alta y miró a los clientes, no supe por qué, pero su mirada dorada me producía una extraña sensación, era como esas personas que bagaban por el mundo en busca de su propio destino, pero solo encontraban el de los demás, así nacían los cronistas.

-Hoy vengo a contaros una gran historia, muchos de vosotros ya me habías pedido que la relatase, pero no sabía cómo abordarla, es una de las historias más complejas a las que me he enfrentado. Vengo a contaros la gran historia de Ylva la Inocente.

Abrí mucho los ojos y me eché instintivamente hacia atrás. Kai me dedicó una mirada, divertido. Yo no sabía muy bien cómo sentirme, sabía que hablaban de mí, pero no había sido nunca testigo directamente. Miré a la gente, escuchaban atentos, me parecía curioso pensar que no tenían ni idea de que la misma Ylva de la que hablaban era la que estaba sentada cerca de ellos. Decidí escuchar, no podía evitarlo.

-Ylva la Inocente, también conocida como Ylva Landvik en sus orígenes, como Bruja, Mata hombres, Inmortal... Es dueña de muchos nombres. Los orígenes de esta misteriosa mujer siguen siendo cubiertos por la sombra, se dice que su madre era descendiente de Freya, la cual poseía una belleza sobrenatural, y esta misma belleza, casi irreal, le fue otorgada a Ylva, lo que hizo que miles de hombres viajasen desde los continentes más desconocidos para pedirle matrimonio, prometiéndole todas sus riquezas. Apareció siendo muy pequeña en el bosque, de forma misteriosa, y Magnus Landvik la nombró como heredera, una hija, una igual. Muchos aseguran que Ylva tenía un brillo misterioso y amenazador en su mirada, incluso siendo pequeña, se dice que manipulaba a Magnus para conseguir todo aquello, que así había conseguido su estatus. Sin embargo Ylva no fue solamente otorgada de una belleza superior, digna de los dioses, sino también de una gran fuerza y una gran habilidad que la hicieron imparable. Muchos hombres que osaban aparecer en Cambria para pedirle la mano aparecían muertos, o a veces incluso desaparecían por completo. Pero Ylva no era una niña normal, cuando cumplió dieciséis años la sed de poder se apoderó de ella, quería más, necesitaba llegar a lo más alto. Se marchó, abandonó a su familia, sola, con su caballo llamado Skadi, el único ser al que amaba, o eso dicen algunos, ya que cuando perdió a este caballo en batalla fue cuando lloró por primera y única vez en toda su vida. Ylva mataba a todos los hombres que se cruzaban en su camino, por ello la gente comenzó a llamarla Mata hombres. No tenía piedad, así que muchos de estos cuando la veían giraban la cabeza y marchaban en dirección contraria, pues esta mujer no tenía rival. Ylva llegó a un poblado en el que residía Ansgar, un poderoso conde que hasta aquel día no había tenido rival. Ylva llegó, observó lo que allí había y decidió que lo quería, desafío a Ansgar y ante la atenta mirada de todos lo asesinó con solo un movimiento de espada, dicen que cuando le arrebató la vida sus ojos estaban en llamas. Allí se hizo con grandes riquezas, no le costaba ganar las batallas a las que se enfrentaban, todos se arrodillaban ante ella, muchos cuentan que cuando entraba en terreno de guerra no se la veía, sus enemigos no la veían llegar, quizás movida o ayudada por alguna especie de magia negra y oscura que mortales como nosotros no podemos comprender. El final es más complejo de lo que podemos imaginar, ya que solo pudo añadir más misterio a su figura, nadie sabe el porqué, pero finalmente se marchó, quizás movida por el ansia de más poder, porque hoy día es la futura reina, muestra reina. Vive junto al gran Kai el Pagano, y si hay algún misterio mayor que saber cómo está mujer consiguió adentrarse en el corazón de un hombre que carece de este... yo aún no lo conozco. Hay muchas historias en torno a esta figura, muchas que seguiré contando los próximos días que vuelva. Quizás un día os hablé de por qué todos especulan que es inmortal, os hablaré de cuando una flecha le atravesó justo el corazón y siguió viviendo... Pero por hoy es suficiente.

La gente comenzó a aplaudirle, yo estaba bastante sorprendida, no pude evitar sonreír, no estaba enfadada, no estaba molesta. Mi historia era cruda, era violeta y triste, pero era real. Aquella historia que el cronista había contado no era real, parecía pertenecer a una desconocida, en sus palabras no se encontraban mis raíces ni mis cicatrices, pero aún así, al escuchar aquello sentí nostalgia. Entonces pensé que ellos no conocían mi historia, y supe que algún día debería de contarla. Pero por aquel momento me valía con lo que tenía, porque para la gente que amaba era Ylva, mortal, humana, y nada más.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora