Dieciséis años.

3.8K 417 11
                                    

Había veces en las que intentaba encontrar mi propia respiración y no podía, no había rastro de ella, no la sentía. Pero había llegado ese momento de mi vida en el que finalmente había aceptado mi destino de la forma más correcta, me había pasado encerrada forjando armas especiales una eternidad, unos anillos que a simple vista parecían normales pero con un pequeño toque eran garras dispuestas a desgarrar cualquier arteria ajena. Espadas, arcos... Todo lo necesario para mi travesía. No sabía si me matarían antes de recorrer demasiadas millas, pero en aquel momento solo quería marcharme.
Salí de la armería cuando el sol ya se había escondido, aquello no me impidió lavarme un poco en el lago y dirigirme a la taberna para beberme un ale. Estaba con la capucha puesta en una esquina, nadie me miraba, no sabían que estaba allí. Tan solo me dedicaba a observar a la gente de Cambria, a la que podía ser que no volviese a ver jamás. Entonces mi oído se percató de una conversación a unos cinco metros de mí entre dos hombres.

-¿Qué piensas de lo que ocurrió con Ylva?

El otro hombre dejó su jarra en la mesa y suspiró.

-Me produce inquietud su nombre, no me había pasado algo así desde hacía tiempo. Siempre había sospechado que había algo raro en esa niña, ¿llegar de la nada y hacerte con tanto poder? ¿Así, sin más? No podía ser por cuestiones que no estuviesen relacionadas con... digamos cosas ''oscuras''. Creo firmemente que hay algo más detrás, los últimos acontecimientos lo han demostrado, espero no encontrarme demasiado con ella.

-A mí no me importaría encontrármela algún día por un camino en el que no hubiese nadie...

Me quedé paralizada unos instantes, me giré y me quedé observándole. Este puso sus ojos enseguida sobre mí y se quedó en silencio. Me quité la capucha y lo miré sin decir nada, tan solo sintiendo como el miedo se instalaba en su pecho. Me puse de pie y me acerqué a la mesa de estos dos hombres, quedé allí de pie, mirándolos sin decir nada. Observé al primer hombre y asentí, le palmeé el hombro y después miré al segundo hombre.

-Si yo fuese tú, haría caso a tu amigo. Es mucho más sabio que tú.

Me marché tan rápido como pude, sentía la cabeza dándome vueltas por el alcohol. No era normal que una chica de mi edad bebiese hasta aquel punto, pero tampoco había una ley que lo impidiese como en otras culturas ridículas. Caminé por el sendero hasta llegar a mi habitación, la cual estaba vacía. Miré la cama de Lyn, sin sábanas, ella no volvería a dormir allí. No volvería a sentir su respiración a mi lado, no la volvería a escuchar hablar entre sueños asustada, no la volvería a despertar con mis gritos entre pesadillas cada noche. Mi vida era un conjunto de pasado amontonado en una esquina de mi corazón, cogiendo polvo sin añadir nada más. Así debía ser. Me tumbé en la cama, con todo borroso y el corazón en un puño, me sentía derrotada y angustiada, no había emoción en mi corazón, no sabía que me ocurría. Abrí los ojos de golpe y miré el techo, entonces pensé en algo. En dos días era la celebración de que por fin cumpliría dieciséis años en la tierra. Y entonces como siempre había sabido mi destino no sólo llamaría a mi puerta, la echaría abajo y tendría que salir por ella, marcharme hasta que todo lo conocido fuesen solo motas casi invisibles, figuras que tan solo existirían en mi ser. Había hecho una promesa hacía mucho tiempo, y yo misma lo deseaba. Cerré los ojos y todo me persiguió hasta el último pensamiento borroso antes de que el sueño me atrapase, una gran figura protectora, unos vestidos hechos con el mayor amor, unos ojos azules pero cálidos, un lugar lleno de recuerdos.

El día de mi celebración ya se hallaba bajo mi cama todo preparado. Mi morral con toda la ropa, la comida, las armas, el agua... todo. Incluso estaba Skadi en el pequeño establo junto a mi aposento, preparada para un largo recorrido. Aquel día no había nada que celebrar, mi padre no estaba, Lyn tampoco. El único que estaba en Cambria por elección era Váli. Me vestí con unos pantalones oscuros, unas botas de cuero altas, un par de camisas y una túnica color verde hierba. Me hice una trenza y rodeé mi cabeza con ella a modo de diadema, no quería que me estorbase, pero tampoco era capaz de cortarme el pelo. Me crucé la espada y me coloqué los anillos en los dedos, podrían servirme en algún momento. Me acerqué a la puerta y la abrí, me quise girar y echar un último vistazo a mi habitación. Pero no pude, no fui capaz, cerré la puerta de golpe y me dirigí a recoger a Skadi, junto a ella me encaminé a despedirme de la persona que había hecho todo aquello posible. Toqué con indecisión a la puerta de los aposentos de Váli y esperé nerviosa, cambiado el peso del cuerpo de una pierna a otra sin parar. Entonces me abrió y se quedó mirándome con una sonrisa triste.

-Sabía que este día llegaría... y aún así no estoy preparado para decirte adiós.

No pude evitarlo, me tiré a sus brazos y le abracé, me apretó contra su pecho y me besó la cabeza.

-Tranquila Ylva, si quieres permitirte un último momento de debilidad... es el momento.

Sentí una lágrima escapar, y entonces dejé que el resto de ellas hiciesen su camino sin problema. Dejé que el miedo, la pena y la nostalgia me arrollasen por unos momentos, y finalmente me recompuse.

-Es duro... es peor de lo que había imaginado. Pero cuando pienso en quedarme, siento aún más miedo.

-Siempre has estado segura de tu destino y es eso lo que me hizo entrenarte con tanta dureza, así que no tengas miedo, estás preparada.

-No es eso lo que me da miedo... Puede que esto me haga egoísta, pero tengo miedo de que... de que me olviden.

-Eso nunca ocurrirá, lo sabes tan bien como yo. Tu padre no te olvidará, tu hermana tampoco, yo mucho menos...

Agaché la cabeza y asentí, el corazón me latía con rapidez.

-Kai nunca me perdonará.

-Lo hará, ahora es demasiado pronto, lo único que siente es tu ausencia. Pero un día cuando su mente se aclare y el tiempo haga su trabajo, entonces comprenderá que no tenías otra elección. Y si algún día vuelves no habrá rencor ni odio en su corazón.

Sonreí, pero en el fondo sabía que él no conocía a Kai. Y yo sabía a la perfección que Kai nunca me perdonaría, que si algún día volviese... sus ojos me matarían y jamás volvería a mirarme de la misma forma.

-No he podido despedirme de Magnus, pero él sabe dónde estoy y el porqué. Decidió marcharse y pasar mi cumpleaños lejos, sé el porqué. No estaba preparado para decirme adiós, y lo comprendo y también lo acepto. Lyn me dijo que odiaba las despedidas, pero antes de marcharme debo hacer una última cosa, sé que si no lo hago me sentiré aún peor.

-Debes despedirte de Kai como es debido.

Asentí y sentí la tirantez de la piel de mis mejillas por las lágrimas ya secas. Nos abrazamos de nuevo y nos despedimos con las palabras más hermosas del mundo. Cuando cerró la puerta detrás de mí sentí un escalofrío, no sabía con certeza si volvería a verle, aunque sí sabía que si lo hacía pasaría mucho tiempo.
Monté sobre Skadi y la dirigí hacia mí último desvío antes de conocer mi destino, mi historia y a mis enemigos. ¿Sería capaz de encontrar las palabras adecuadas sin dañar a nadie?

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora