Los ojos de mi padre me observaban como si estuviesen viendo a la criatura más hermosa del mundo, como si mirase el último rastro de agua sobre la tierra. Entonces no pude aguantarlo más, comencé a caminar hasta él y me arrodillé tirándome a sus piernas mientras él me agarraba por la cabeza y me la acariciaba.
-Ylva... ¿Yla la Inocente?
Alcé la vista y le dediqué una sonrisa.
-Prefiero Ylva la Loba, ¿lo recuerdas? Solías llamarme así.
Su mirada se perdió durante unos instantes y tuve miedo de que se hubiese alejado para siempre, pero volvió a mí.
-Mi hija... Sabía que regresarías, siempre lo supe.
Miré sus arrugas y me quedé así por unos segundos, contemplando el rostro de aquel hombre que me había dado todo y más. Magnus alzó la mano y me acarició la mejilla, me tocó la cicatriz que formaba una C que había bajo mi ojo y sonrío ligeramente.
-Sabía que regresarías llena de cicatrices e historias que contar, lo que no sabía es que yo no las recordaría a la mañana siguiente.
La sensación que tuve en aquel instante fue de pérdida. No podía describir lo mucho que me dolía el corazón, no había enfado ni arrepentimiento, pero sentía un dolor que me abrasaba por dentro. En aquel momento fui consciente de que el Magnus que había delante de mí se había ido consumiendo con los años y las batallas, era un señor mayor, en él siempre viviría un guerrero implacable protagonista de hazañas grandiosas y trepidantes, pero ese guerrero solo volvería a florecer en el Valhalla.
-Papá, solo...quiero decirte que te quiero con toda mi alma, que nunca he dejado de hacerlo. Me marché sin decirte adiós, supe que lo preferías así, pero siempre supe con certeza que un día tendría que regresar a agradecerte todo. Porque si he podido hacer lo que he hecho es por ti, soy quien soy porque un día tú viste más que una niña asustada llena de suciedad, viste más allá de unos ojos asustados y lágrimas secas.
Me alzó ligeramente y lo ayudé a levantarse, nos dirigimos hasta la cama y nos sentamos uno frente al otro. Magnus me miró fijamente a los ojos y me pellizcó la mejilla como solía hacer cuando era pequeña.
-Ylva... siempre supe que tendría que decirte adiós, y siempre supe que quizá no volvería a verte. Conforme han pasado los años y he escuchado tus historias me he ido dado cuenta de que volverías. La mayor parte del tiempo no estoy aquí, y la verdad es que no sé cuando me marcharé para siempre. Pero ahora estoy aquí, y quiero decirte hija mía que estoy orgulloso de ti. No podrías haber hecho las cosas de otra manera, les has dado una lección.
-¿A quién?
-A todos, a todo el mundo. A todos los que pensaban que una mujer no podía hacer que un imperio entero se arrodillase. A todos los que nunca temblaron bajo el nombre de una mujer. A todos los que te vieron como una chiquilla que caería. Llegaste, sangraste y conquistaste, sola, tú, a tus dieciséis años. Y ahora eres una mujer de veinte años que no le teme a nada. Tienes que caminar con la cabeza alta ¿me oyes? Siempre. Defiende quién eres, defiende tu nombre y lo que has hecho.
-Gracias papá, me honras con tus palabras... Pero ahora no estoy segura de lo que quiero, creo que quiero paz.
-Y estás en todo tu derecho mi niña. Puedes elegir la paz y reinar, puedes marcharte allá donde no conozcan tu nombre, aunque sea difícil. Puedes quedarte y ocupar el puesto que te pertenece.
-¿El puesto que me pertenece?
-Eres la heredera de Cambria junto a Lyn.
-No papá, yo no deseo gobernar junto a ella.
-Lo imaginaba.
-Siento decepcionarte respecto a ello, pero aún me quedan algunas cosas pendientes.
Magnus asintió como si ya supiese de que hablaba, aunque después de todo lo sabía.
-¿Rêndir? -preguntó a pesar de conocer la respuesta.
-Hice una promesa.
-Ylva, solo deseo decirte algo antes de que te marches, y pedirte dos cosas. ¿Me lo permites?
-Lo que sea -murmuré.
La luz de la habitación estaba casi extinta, la única fuente de claridad era apenas un conjunto de brasas que se apagarían pronto, dejándonos en la más absoluta oscuridad.
-Lyn me contaba tus hazañas, cada una de ellas. La mayoría de las veces no podía conectar sus palabras, no lo comprendía... Pero algunas noches sus palabras formaban sentido, una historia épica tras otra, casi parecía mentira, menos mal que te conozco bien y sé que eres capaz de eso y mucho más. Pero debo decirte algo, algo que nadie te ha dicho jamás y creo que ahora necesitas escuchar. Ahora es el momento. Ylva -me agarró con fuerza las mejillas y me hizo mirarle a los ojos-, los dioses te cargaron con una responsabilidad enorme, te dieron un don, fuiste la elegida para desempeñar una tarea nada fácil. Y tú has estado a la altura, has acarreado con todo, has levantado el peso de una historia que te fue impuesta y tú llevaste con dignidad, fuerza y valentía. Y ahora Ylva, te lo digo porque aunque lo sepas debes escucharlo en voz alta. Los dioses están satisfechos, te liberan de la pesada carga que te fue impuesta, eres... libre.
Noté dos lagrimas que escaparon de mi control y sentí como sus palabras se haciendo hueco en mi alma. Entonces fue cuando me di cuenta de que aquello era justo lo que necesitaba escuchar, aunque hasta aquel momento no lo habría admitido.
-Papá... no sé qué decir.
-No digas nada, te escucho. Siempre te he escuchado. Ahora que estás aquí, aunque no digas nada, y cuando no estabas aquí, aunque no pudiese escucharte.
Entendí aquellas palabras a la perfección. Los ojos de Magnus estaban cansados y supe que debía dejarlo descansar por mucho que me pesase, sobre todo porque no sabía si podría volver a mantener una conversación como aquella con él. Aún así lo ayudé a meterse en la cama y lo tapé con varias mantas. Le di un beso en la frente y le dije que le quería. Comencé a caminar, pero antes de que pudiese alejarme Magnus me agarró por la muñeca y me pidió que me acercase.
-No sé si volveré a tener esta lucidez Ylva... Ha llegado mi momento de partir. Por eso quiero pedirte dos cosas, sé que solamente tú puedes hacerlo. Y sé que sabes que es lo correcto.
-Sí, como he dicho, lo que sea papá.
-Me gustaría que te llevases a Lyn contigo a Rêndir, intenta que vuelva a ser feliz por favor...
-Es mi hermana, lo haré, no te preocupes por eso. ¿Y la otra cosa?
-Que me mates y me liberes antes de que vayas a alcanzar tu propia libertad.
En aquel momento la oscuridad inundó por completo la habitación.
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Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|
Художественная прозаMi historia se contó durante infinitas décadas, enrevesada, retocada, fantástica, ficticia a veces... En esta historia se me llamaba muchas cosas, a veces solo Ylva, otras Ylva la Inocente, inmortal, sanguinaria, asesina, mata-hombres, bruja, dios...