Alguien tenía que irse.

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Alguno de nosotros debía marcharse, tarde o temprano todo aquello debía ocurrir. Lo sabía bien, incluso cuando intentaba ocultarlo, cuando mi mente hacia el amago de olvidarlo. No importaba, aquella relación estaba condenada por nuestras circunstancias, y no podía hacer nada más que marcharme. Todo cambió, o más bien hice que así fuese. Puede que forzase la situación pero debía hacerlo antes de volverme loca, antes de que las cosas se descontrolaran aún más. Había visto las consecuencias que tenía algo tan simple como una conversación sobre nuestros sentimientos. Kai había enfurecido, yo me había roto en mil pedazos en mitad del bosque, Kai se había destrozado los nudillos y quién sabía qué más... Yo me disponía a dejar todo por no verle. Dejar Rêndir, a sus hermanos con los que me llevaba genial, al rey que siempre bromeaba conmigo, la gente, la armería con tan buen material, nuestra cabaña y colección de armas... Lo dejaba todo, incluida a Lyn que pasaría un tiempo allí. Poco importaban ya los sacrificios para mí, porque había uno que reclamaba mi atención y debía entregarme a él. Avisé a Váli y le conté todo lo que había pasado esperando que él mismo fuese el que me dijese que la idea de canalizar toda mi rabia a través del entreno sería buen idea.

-Espero que seas consciente de que una vez que te marches ya no habrá vuelta atrás -me avisó mientras se levantaba de la mesa.

Preparó dos jarras con ale y dispuso una frente a mí. El alcohol me hizo pensar en la fatídica noche y me replanteé declinar la oferta, pero antes de hacerlo ya estaba dándole el primer trago.

-No he venido aquí para esto Váli... Sé que no hay vuelta a atrás, soy perfectamente consciente de que cuando me marche Kai me odiará. Lyn se resentirá conmigo y bueno... no sé qué sentirá Magnus.

-Por él no debes de preocuparte, sabe perfectamente que te marcharás.

Alcé la vista y fruncí el ceño confusa mientras me hacía todo tipo de conclusiones. Hacía tiempo que la mirada de Magnus me decía que lo sabía, pero pensé que todo eran imaginaciones mías.

-¿Cómo sabes eso?

-Él mismo me lo dijo una vez, hace no demasiado. Yo no dije nada por supuesto, pero él... parecía tenerlo todo claro. Me dijo que cuando... Bueno Ylva, no creo que sea correcto que sea yo el que te lo diga, deberás ser tú la que tengas esta conversación con él.

Me termine el ale a una velocidad sorprendente y asentí.

-Bueno, recogeré mis cosas y hablaré con Magnus y Lyn. ¿Nos marchamos en cuanto el sol se ponga?

Váli asintió y dimos por concluida la conversación.
No sabía si debía despedirme de ellos con normalidad y fingir que nada ocurría. Aquella vez hice una excepción y pensé que quizá debía ser sincera por una vez con el hombre que me lo había dado todo. Me decanté por ello y cuando reuní valentía me dirigí hacia sus aposentos. No sabía si estaría allí pero cuando toqué a la puerta y escuché su voz que me instaba a pasar sentí algo extraño en el estómago. Abrí y me quedé contemplándolo unos segundos, estaba sentado sobre una silla contemplando un libro, un libro de procedencia cristiana.

-¿A qué debo el honor? -preguntó dedicándome una sonrisa y dejando de lado el libro.

Me senté a su lado y agradecí que el ale me hubiese dado un poco de valentía.

-Vengo a hablar contigo... A ser sincera.

Se palmeó con fuerza el regazo y exclamó:

-¡Por fin!

Le miré sorprendía y finalmente lo comprendí, siempre lo había sabido todo.

-No sé por qué no he sido del todo sincera contigo... pero tenía miedo de decepcionarte.

-Lo sé, verás... No sé la naturaleza exacta de lo que me quieres confesar, aunque siempre he sabido que un día me contarías la verdad. Pero no imaginé que tan tarde.

Sentí como me emocionaba con el pensamiento de tener que decirle al hombre que me lo había dado todo que tendría que abandonar todo el mundo que él mismo había dispuesto ante mí cuando tan solo era una cría.

-Nunca te he dicho nada porque la verdad es que además de Váli nadie más sabe mis orígenes. Después de haberlo hablado con él todo se hizo más fácil, pero una parte de mí quería ocultarlo al resto del mundo. Es difícil cuando lo dices en alto porque parece demasiado real y el dolor, la ira... todo se intensifica tanto que duele.

Entonces se lo conté todo, le conté por qué había acabado llena de mugre y sangre en el bosque, sola y perdida. Le conté lo que mi corazón de niña pequeña había sentido al verlas morir, y que desde entonces no había olvidado sus rostros. Le expliqué por qué había noches en las que me levantaba gritando y ni podía volver a dormir, le confesé la naturaleza de mi decisión de haber consagrado mi vida al entreno. De por qué me costaba tanto amar, por qué no quería casarme con nadie, por qué no podía tener una relación normal con nadie tal y como hacía Lyn. Cuando llegué casi al final le había explicado todo menos una cosa, que en cuanto cumpliese dieciséis años en la tierra debería de marcharme, y que amaba a Kai. Eran mis dos verdades más mortales, más certeras, y temía articularlas en alto, pero al final tomé aire y decidí por fin mostrarme sin máscaras ante Magnus.

-Y... decidí que un día me vengaría sí, pero no fue en vano. Hice una promesa ante los dioses de que cuando cumpliese dieciséis... me entregaría a aquel destino y les daría caza. Les dije que me entregaría al mundo, a la búsqueda, a la lucha y a la venganza. Es por esto que tengo que marcharme de Rêndir, porque tendré que dejar esto y... Kai me está dificultando todo, ya sabes el porqué.

Me quedé en silencio observando a Magnus, intentado descifrar sus pensamientos, estaba serio y tan solo asentía ligeramente. Finalmente se levantó y  se decidió a hablar.

-Antes de que aparecieses en el bosque ocurrió algo, me ocurrió algo que me dejó totalmente perplejo y más confuso que en toda mi vida.

¿Qué relación podía tener todo aquello con mi historia?

-Fui a ver al vidente aunque no era algo que hiciese nunca -continuó-, y me dijo una frase nada más verme entrar por la puerta. Me dijo "llévala donde el hierro arde, llévala donde el hombre que hace sangrar yace, pero guarda una despedida en tus labios".

Abrí ligeramente los ojos y me levanté también.

-¿Cómo supiste que era yo?

-Los dioses nos otorgan mensajes de vez en cuando, y cuando te miré... pude verlos a través de tus ojos. Supe que eras la respuesta a mi pregunta.

Entonces comprendí el porqué de todo, Magnus era un buen hombre, y si hubiese encontrado a una niña en aquellas deplorables condiciones también la habría ayudado. Pero a mí me lo había dado todo.

-¿Te dijo si algún día volverías a verme?

-No, aunque lo pregunté. Cuando te vi y decidí que te vinieses conmigo no planeaba darte mi apellido ni que las cosas se sucediesen así, pero... Ylva, en poco tiempo te consideré una más y ahora eres mi hija. Para mí lo eres tanto como Lyn, el día que naciste estabas predeterminada a acabar aquí, conmigo. Y sí, ha habido infinitas veces en las que te he mirado y me he preguntado cómo podría dejarte ir, cómo podría acostumbrarme a tu ausencia y a la incertidumbre de no saber si volverías... Pero los años han pasado y te has convertido en una guerrera innata, los dioses no se equivocaron contigo. Ylva, eres mi hija y te quiero con todo mi corazón, pero puedo asegurarte que el día en el que te marches no te pondré trabas ni cadenas, pero quiero que sepas que yo, sí te esperaré y jamás te olvidaré, ocurra lo que ocurra.

Cuando terminó de hablar sentí como las lágrimas acudían de nuevo a mí, y me eché sobre él para abrazarlo con fuerza. Aquel hombre era el causante de que mi mundo fuese lícito y posible, y le quería con todo mi ser. El día en el que los abandonase sería más duro de lo que nunca había imaginado.

Una inocencia maldita 1 |COMPLETO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora