19

666 40 2
                                    


CAPÍTULO 19


La mañana del veinticuatro de diciembre, desperté sofocada. Apenas eran las 8 de la mañana y la habitación ya se sentía como un infierno. Suspirando, me levanté de una vez, ya era inútil intentar dormirme otra vez.

Me senté en la barra a desayunar con tranquilidad, tomé un exprimido de naranja y comí un par de frutas que había picado unos minutos antes. No había dormido mucho, por lo tanto, mi humor no era el mejor. Odiaba despertarme de esta manera, después me costaba levantar mi ánimo.

Una vez satisfecha, volví a mi habitación a cambiarme el pijama por ropa deportiva. Iba a salir a correr para sacarme este mal humor de encima, y esperaba no sufrir un golpe de calor como mucha gente en esta época. 

¿Eso podía pasarle a un lobo?

Troté por el camino a un ritmo normal, sumergiéndome en mis pensamientos. En verano había muchas más personas a esta hora por más que fuera temprano, el tiempo se hacía más pesado a medida que se acercaba el mediodía, así que la mañana se aprovechaba al máximo.

Llevaba cerca de cuarenta minutos corriendo cuando sentí ese exquisito olor a vainilla. Ese aroma me volvía loca, tanto que mi cuerpo respondía al instante. Observé hacia los lados, buscándolo. No me había dado cuenta que estaba delante de su casa y lo encontré mirándome desde la puerta de entrada, apoyado contra el marco de esta.

—Hola —saludé con una pequeña sonrisa.

—Hola, mi amor —mordiendo su labio, se acercó hasta donde estaba, con las manos en sus bolsillos—. ¿Me dejas darte un beso o espero un rato más para que se te pase? —me observó divertido. Sabía cómo tratar conmigo, casi que había aprendido a la fuerza.

—Puedes besarme —solté una risita—. Sólo no me toques mucho, estoy toda sudada —hice una mueca y detuve sus manos cuando estaba por abrazarse a mi cintura. En cambio, lo besé yo, moviendo mis labios con suavidad. Definitivamente ya estaba de buen humor, él tenía ese efecto en mí—. Buenos días —susurré contra su boca al separarnos en busca de aire.

—Hubieran sido mejor si despertaba a tu lado —torció su labio hacia un lado—, pero me conformo con haber sentido tu aroma tan cerca —volvió a dejar varios besos pequeños en mis labios.

—¿Te desperté mientras corría? —pregunté divertida, aun manteniendo la distancia.

—Tu aroma me llegó mientras dormía, Eros me despertó —sonrió mostrando sus dientes—. Y agradezco que lo haya hecho, esos shorts no podrían quedarte mejor —me sonrojé al notar sus ojos atentos a mis piernas y trasero—. Diosa Luna —gruñó extremadamente bajo, lo que me erizó la piel.

—No seas tonto —le di un pequeño empujón en el hombro. No era que me incomodara, pero me ponía nerviosa—. ¿Tienes algo que hacer?

—No realmente. ¿Quieres que te acompañe a algún lado? —tomados de las manos, nos acercamos a la puerta de su casa.

—Tengo que hacer unas últimas compras para la cena de esta noche —le comenté.

—Está bien, tomo mis llaves y nos vamos. ¿Salimos directamente de aquí?

—Debería darme una ducha antes —hice una mueca de asco después de respirar profundamente, apestaba a sudor.

—Bien, vamos —se rió al ver mi rostro—. Camina, apestosa —me empujó por el trasero.

—¡Oye! —me quejé indignada.

Lamentablemente, era cierto, y el olfato lobuno no ayudaba en nada.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora