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CAPÍTULO 23


—¿Y, qué es lo que ocurre con mi madre? —preguntó Sophia, impaciente.

—¿Ya están todos? —asentimos—. Bien, desde ya les pido disculpas. Cleo no está enferma —jadeé, confundida y aliviada al mismo tiempo—. Antes de que digan algo, déjenme explicarles. Cleo llevaba tiempo sintiéndose sola, entiende que todos tengan sus familias, pero ella sigue aquí, sin nadie que la visite desde hace años. Entonces decidió hacer esto y realmente esperábamos que todos vinieran...

—¿Entonces ella está bien? —preguntó mi prima Ana, ella era dos años menor que yo.

—Se encuentra perfectamente, pueden pasar a verla cuando quieran —sonrió amablemente la supuesta enfermera.

—¡Yo quiero! —Abi levantó su mano, dando saltitos mientras jalaba de la ropa a su madre, pidiéndole por su abuela. Era la más pequeña de toda la familia, tenía siete años, aunque sus ojos grandes y sus rizos bien formados la hacían parecer aún menor.

La charla siguió por un rato más luego de que la niña se marchara contenta a la suite. Para resumir, todo esto fue una excusa para que viniéramos a la ciudad y así pasar fin de año juntos, en familia. Luego de eso, me sentí mal. La abuela había tenido que recurrir a eso para tener nuestra atención, éramos unos desagradecidos, después de todo lo que había hecho por nosotros. Dios, me sentía tan culpable.

Ivana, una amiga de mi abuela -que en realidad no era enfermera-0, se había compadecido al conocer la historia y la ayudó en todo el plan para traernos aquí. Toda esta planta había sido rentada para nosotros por unos cinco días, lo que significaba que despediríamos el año en la playa.

—Hey, ya es tu turno de entrar, tu tía acaba de salir —la voz de Matt y su mano dándole un apretón a la mía, me sacaron de mis pensamientos.

—Está bien —di un par de pasos, pero al llegar a la puerta, me di la vuelta—. ¿Quieres conocer a la abuela?

—¿En serio? —asentí con una gran sonrisa en el rostro al ver su emoción—. Claro, me encantaría —sin dudarlo, volvió a tomar mi mano y juntos entramos a la suite.

—¿Abuela? —observé alrededor, sin dar con ella—. ¿Estás aquí? —fruncí el ceño, lista para buscar sus latidos de ser necesario, cuando la puerta del baño se abrió, haciendo que me relajara. Matt, a mi lado, soltó un risa floja.

—¡Mi niña! —gritó contenta y abrió sus brazos para mí. Me apresuré a refugiarme en su pecho, dejando salir toda la angustia que sentí de camino aquí, cuando creía que iba a perderla—. Oh cariño, lo siento tanto, no quería asustarte así.

—Pensé que te habías ido —susurré contra su cuello, las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas sin parar.

—Pero estoy bien, tranquila. La abuela estará aquí por otra temporada —soltando una pequeña risa, me alejé de ella y limpié mi rostro—. Eso es, quiero verte sonreír. Vamos, sonríe para la abuela, anda —haciéndole caso, formé una pequeña sonrisa con mis labios mientras negaba con la cabeza. Esta señora nunca iba a cambiar.

—No vuelvas a hacer algo así —la señalé seriamente.

—Lo prometo —enganchó su dedo meñique con el mío y soltó una risa en el proceso—. Y... ¿Quién es el muchacho? —preguntó mirando a mis espaldas.

—Oh, emmm... Abuela, él es Matt, mi novio. Matt, ella es Cleo, mi abuela —los presenté rápidamente.

—Mucho gusto, señora —la saludó tímido.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora