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CAPÍTULO 11


En medio de la clase tuve que pedirle permiso a la profesora para salir a tomar aire, me sentía sofocada y un poco mareada. Zoe se ofreció a acompañarme por si acaso y ambas nos encaminamos para el patio tan pronto como pudimos. O al menos esa era la idea...

Iba por el pasillo cuando mi cabeza comenzó a doler. Mis oídos estaban sensibles, casi como si pudiera oír todo a mi alrededor. Me apoyé en la pared un segundo y respiré profunda y lentamente.

—Amber, ¿qué pasa? —Zoe llegó a mi lado al notar que no la seguía.

—No lo sé, no me siento bien —cerré los ojos con fuerza, rogando para que parara.

—Déjame a mi Zoe, ¿dónde quieres llevarla? —tiraron de mi brazo, intentando moverme. Conocía esa voz demasiado bien.

—A la sala de profesores, la enfermera aún no llega. Hay un botiquín de primeros auxilios ahí —le indicó.

—Bien —alguien me cargó en sus brazos, reconocía ese perfume.

—Logan, llama a mi mamá —fue todo lo que pude decir antes de desvanecerme.



(...)



Abrí los ojos con lentitud. Lo último que recordaba era que me llevaban en brazos. Estaba sobre el piso ahora, sentía el frío en mi espalda y varios pares de ojos me observaban desde arriba.

—Le está volviendo el color —mencionó.

—Al fin, estaba muy pálida —comentó el otro.

—¿Qué dijo Sophia? —le preguntó con curiosidad.

—Está firmando los papeles para llevarla a casa. Dijo que el desmayo pudo deberse a muchas cosas —le explicó.

—¿Sabe si desayunó? —conversaban entre ellos como si yo no pudiera escucharlos.

—Lo hice —contesté yo—. ¿Me pueden ayudar a levantar?

—¿Estás segura? Tal vez deberías esperar a--

—Sí, tranquilo. Mi madre va a querer llevarme al hospital cuanto antes, tengo que estar lista cuando venga —ambos me ayudaron a ponerme de pie.

Sophia apareció a los minutos, lucía estresada. Le agradecí a los chicos que me hubieran cuidado y ella me sacó de ahí apurada.

En el hospital me revisó completamente, tenía que asistir en un parto, pero dijo que no lo haría hasta asegurarse de que estaba bien. Ya me parecía que estaba demasiado calmada...

—Quiero creer que realmente es cansancio y te voy a dejar ir a casa sin sacarte sangre para los estudios. Si esto vuelve a pasar ni sueñes que te vas a salvar de las agujas. Voy a llamar a tu padre, lamento hacer esto a las apuradas. Te amo —besó mi frente. Ni bien habíamos llegado me había traído a su despacho para usar todos los instrumentos de su maletín en mí.

—Tranquila, ve a hacer tu trabajo. Papá debe estar trabajando, voy a llamar a Matt para que me recoja —sacudí la cabeza.

—¿A quién? —diablos, hablé sin pensar.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora