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CAPÍTULO 12


—¿Terminaste con el concierto? —brinqué por el susto, pensé que todavía estaba sola.

—Uh, sí. Hola, pa —contesté mirando a la puerta.

—Sólo era para avisarte que llegué, puedes seguir cantando tranquila —se burló.

—¡Hey! ¡Qué yo canto bien! —me quejé cerrando las llaves de la ducha.

—¡Sí, lo que digas! —gritó desde algún punto del pasillo—. Esta chica algún día me dejará sordo —murmuró muy por lo bajo, pero fui capaz de oírlo a la perfección.

—¡Escuché eso, Alexander! —chillé con fuerza, ofendida.

—¿Qué demonios...? ¡Estoy en la cocina! —volvió a gritar, incrédulo.

—¡No me importa, lo escuché igual! —volví a chillar, abriendo apenas la puerta para que él pudiera oírme bien.

—¡Ya déjame merendar en paz! ¡Dejemos de gritar! —gritó una vez más.

—¡Bien! —grité yo.

—¡Bien! —me reí de los tontos que éramos.

Volví a concentrarme en mí. Busqué la crema corporal y la coloqué en mis piernas principalmente. La mordida no dejó marca en absoluto, parecía que nunca estuvo. Extraño. Encogiéndome de hombros, seguí con lo que estaba haciendo. Sequé un poco mi cabello y ya estaba lista para salir del baño. Un jean ajustado cubría mis piernas, estaba descalza y con una camiseta de alguna banda que en realidad no me gustaba, seguro me la había regalado papá en algún cumpleaños, no lo recordaba.

—¿Quién cocina hoy? —pregunté de camino a la cocina.

—Tú —murmuró con la boca llena.

—Uh, cierto. ¿Qué hago? ¿Alguna sugerencia? —me senté, apoyando mis codos sobre la barra.

—Tengo ganas de pasta —le dio un sorbo a su café.

—Mi especialidad —le guiñé un ojo.

—Es lo único que sabes hacer —tosió para cubrir lo que dijo.

—Como estamos hoy, eh. No paras de meterte conmigo —le di un puñetazo en el hombro, obviamente apenas lo toqué, fue más amistoso que otra cosa.

—¡Amber! Demonios niña, qué es lo que comes —se quejó con el ceño fruncido.

—No es gracioso —lo miré con seriedad, esperaba a que se riera, pero eso no sucedió.

—Ya sé que no, creo que me lo sacaste de lugar —hizo una mueca de dolor.

—¿Es en serio? —era decir, no tenía la fuerza para hacerlo, tenía que estar bromeando.

—¡Sí! —oh, oh, alguien se estaba enojando.

—¡Lo siento! —me disculpé ante su repentino arrebato de furia.

—Pero en serio niña, ¿qué comes? ¿Haces algún deporte y yo no sé? —me observó confundido. 




MATT'S POV


—¿Sigues pensando en tu chica? —se burló Julian, mi hermano.

—Ojalá fuera mía —bufé—. Sigo preocupado por el maldito lobo ese, debería advertirles a los cazadores de forma anónima —murmuré entre dientes, la idea era tentadora.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora