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CAPÍTULO 37


—Mi Dios... —me desplomé en la cama y cubrí mi pecho con la sábana—. Voy a tener que darme otro baño —me quejé en voz baja, estaba toda sudada.

—Te acompaño con mucho gusto —Matt se volteó a verme, la sábana bailaba en sus caderas, apenas cubriéndolo.

—Eres insaciable —solté una risita, mis mejillas quemaron al recordar lo que estuvimos haciendo hasta hacía unos momentos.

—Eso es tu culpa —mordió mi nariz, debía admitir que Matt estaba bastante juguetón.

—¿Mi culpa? —su buen humor era contagioso, no podía quitar la sonrisa de mi rostro.

—Sí, hay demasiada belleza en este pequeño cuerpo —sus dedos se dirigieron a mis costillas, donde comenzó la tortura con cosquillas.

Me reí casi a gritos, mientras a duras penas sostenía la sábana en su lugar. Se podía decir que irradiábamos felicidad en estos momentos, las marcas en nuestros cuellos –lo había vuelto a morder- no hacían más que demostrar lo mucho que nos amábamos, además de conectarnos en otro nivel. Era como si supiera exactamente en lo que estaba pensando...

—¡P-para! M-ma-att, no... no puedo respirar —continué riéndome como si no hubiera un mañana.

—Sólo si dices que me amas —se rió, suponía que de mi cara de foca con epilepsia.

—No necesit-tas torturarme p-para eso —sus manos se quedaron quietas, mientras sus ojos adquirían un brillo especial, demostrándome lo mucho que me quería. Lo había descubierto varias veces mirándome de esa manera desde que estábamos juntos—. Te amo, Matthew Price, con todo mi corazón, con todo lo que tengo.

Creí ver sus ojos cristalizarse, no pude saberlo a ciencia cierta ya que se arrojó a mis labios sin decir una sola palabra.

El beso comenzó suave, tierno. No pasó mucho antes de que Matt buscara involucrar a su lengua en el intercambio, lo que me hizo reír, acción que aprovechó completamente. Movemos nuestros labios al compás, mis manos se enredaron en su cabello y cuando quise acordar, él ya estaba sobre mí otra vez.

—Wow... —susurré sin aliento cuando se separó—. Creo que... creo que deberíamos levantarnos —aclaré mi garganta nerviosamente, si seguíamos así tendríamos relaciones otra vez y no teníamos tiempo.

—Lo que tú quieras, preciosa —con un último beso, se levantó y me llevó con él hacia la ducha.



(...)



—¿Tú también sientes ese olor? —me miró sin entender. Acabábamos de darnos un baño largo y relajante—. Huele a... sexo —no encontré otra manera de describirlo—. ¡No te burles! Es en serio, hay un olor distinto...

—Yo solo te huelo a ti —se encogió de hombros—. Nuestras esencias ya se mezclaron —la alegría en su voz no me pasó desapercibida—. Esto es genial. Te amo, bombón —me abrazó desde atrás, escondiendo su rostro en mi cuello.

—Aw, que tierno —murmuré, acariciando sus brazos lentamente—. También te amo.

Nos mantuvimos unos minutos así, abrazados en silencio, sólo sintiendo nuestros cuerpos juntos y la respiración del otro.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora