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CAPÍTULO 49


El sol del mediodía acariciaba mi piel cálidamente, mientras que el viento despeinaba mi cabello, haciéndolo bailar en todas direcciones. Era un hermoso día soleado de otoño, las hojas secas cayendo de los árboles hacían que el paisaje fuera aún más llamativo. Tal vez me tire un rato al sol cuando terminara de almorzar y acomodar mis cosas.

El camino a casa se me pasó rápido con música en mis oídos a todo volumen, me sentía dentro de un video musical con la melodía en mis oídos y el escenario natural por el cual pedaleaba.

Creating space between us... till we're separate hearts... but your faith it gives me strength, strength to believe... —saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta que daba al patio de la casa.

Una vez adentro, volví a cerrar todo y a montarme en la bicicleta.

We're breaking freeeee...We're soaaaring, flyiiiiing, there's not a star in heaven that we can't reach... —anduve alrededor de la pileta mientras cantaba a los gritos—. If we're tryiiiing, yeah we're breaking free. Oh, we're breaking freeeee.

Detuve mi concierto abruptamente cuando me sentí observada, lo que me extrañó ya que en mi casa no iba a haber nadie hasta la noche. Bajé de un salto, sin importarme cómo caía la bicicleta, me saqué los auriculares de un tirón y me dirigí hacia el interior.

Dentro de todo estaba tranquila, después de todo, era una mujer lobo, si era un ladrón podía simplemente morderlo y llamar a la policía mientras se desangraba, ¿verdad?

Cuando abrí la puerta trasera, el aroma a vainilla con chocolate llegó como una oleada.

Definitivamente no era un delincuente, sólo era Matthew.

—¿Qué haces aquí? —lo vi fijamente con el ceño fruncido luego de haber guardado mis colmillos y garras—. Podría haberte despedazado por entrar a mi casa sin avisar.

—Creí que te darías cuenta que era yo... —hizo una mueca nervioso—. Vine a prepararte el almuerzo.

—Tienes suerte de que lo hiciera —rodé los ojos y rodeé la cocina para ir directamente a mi cuarto.

—Sigue enojada —oí que dijo, seguido de un suspiro.

Tras mi huida por la ventana, Matt no volvió a buscarme hasta hoy... una semana después.

Esperaba que hubiera aprovechado este tiempo para aclarar su mente y tratar de entenderme, ya no quería volver a hablar del tema.

De igual manera, ¿qué le había tomado una semana? ¿Estuvo estudiando todos los métodos anticonceptivos o qué? Imbécil. Y ahora se aparecía para hacer el almuerzo, él sabía que una buena comida tranquilizaría a la fiera que llevaba dentro. Lamentablemente esta vez no sería así.

>>Eros ya se está revolcando, nena. Me está gustando esto, sigue así. La reconciliación va a ser estupenda, ya puedo sentir su en—

>>¡Azul! No es momento de andar como perra cachonda, hay que estar enojadas, ¿entendido? —la corté antes de que siguiera con sus guarangadas.

>>Sí, señora —riendo, cerró el vínculo.

—¿Bebé? —alcé las cejas—. ¿Gorda?... —ahora fruncí el ceño— ¿Amor? —relajé el gesto, sólo un poco—. Ya está la comida, ¿vienes?

—Bien, luego me cambio —lo seguí, ignorando la mirada que le dio a mi cuerpo cubierto por el uniforme escolar.

>>Entre esa actitud y la falda, me vas a volver loco, bombón —el gruñido de Eros me sacó una sonrisa victoriosa que no tardé en esconder.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora