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CAPÍTULO 20


Cuando el reloj marcó las nueve de la noche, el timbre sonó indicando la llegada nuestros invitados. La mesa ya estaba puesta y la comida lista, al igual que nosotros.

Era una perfecta noche de verano.

Salvo por los mosquitos, me estaban alterando estos malditos bichos.

Terminé de colocarme los anillos y me dirigí hacia donde estaban todos con una sonrisa en el rostro.

—Vaya, pero que linda cuñada tengo —los silbidos se escucharon apenas puse un pie en el comedor y, riendo levemente, di una vuelta sobre mí misma en broma.

—Te dije que ese color te iba a quedar bien —mamá me lo había comprado hacía un tiempo, pero me había negado a usarlo, me hacía lucir muy pálida. Pero ahora, el bronceado que tomamos con Matt había ayudado a que me gustara un poco más.

—Siempre luce bien. Es preciosa incluso sin intentarlo —mi corazón se expandió en mi pecho y latió con tanta fuerza que creía que se me saldría en cualquier momento. Sin dudarlo, me acerqué a él y lo abracé por la cintura.

Busqué su mano y entrelacé nuestros dedos. Este tipo de comentarios me podían nerviosa, nunca sabía cómo reaccionar  ellos. Por un lado, quería ocultar mi rostro para que no vieran lo roja que estaba, y por el otro, quería chillar con fuerza por la emoción. Me encantaba que me dijera cosas lindas.

—Aw, pero que tiernos... —se burló Julian.

—No te pongas roja, hija —esta vez fue el turno de mi padre. Él ya estaba acostumbrado a nuestras muestras de cariño, y, aunque al principio había sido raro e incómodo, superamos esa etapa enseguida.

—Bueno, chicos, vamos a sentarnos. Tenemos mucho de qué hablar y mucho que celebrar —dando unas palmadas, Sophia nos indicó que tomemos asiento.

—No cuenten dinero delante de los pobres, ¿sí? —nos advirtió en broma Julian, tomando asiento frente a nosotros.

—Deja de quejarte, Ju, voy a besar a mi novia las veces que quiera —frunció el ceño y le sacó la lengua como si tuvieran diez años otra vez.

Robert y Alex parecieron llevarse bien enseguida, lo que me alegraba profundamente. Matt le dio un apretón a mi mano, guiñándome un ojo en cuanto lo miré. Estaba tan feliz como yo de que la cena estuviera saliendo bien.

No dejaba de observarlos a todos, sonriendo como una idiota al verlos conversar entre ellos, como si se conocieran desde siempre, como una familia. Esto me encantaba.

—Amber —volteé mi cabeza hacia quien me hablaba—. Come, deja de mirarnos así, pareces una acosadora —susurró mi madre, indicando la comida en mi plato con la cabeza.

—Sí, claro. Ahora como —solté una risita y tomé mis cubiertos de una vez por todas.

Julian me observó divertido, mi relación con él había mejorado muchísimo desde que salía con su hermano, era un gran muchacho. Me habían contado que se fueron de la manada para buscar a su mate, se había aguantado los primeros años, pero ya no lo soportaba, cinco años habían pasado de su transformación formal cuando decidió salir más lejos a buscarla. Así fue como llegaron a la ciudad.

Me gustaba pensar que de un modo u otro los hubiera conocido a los Price, aquí, al otro lado del mundo, hacía un mes o dentro de tres años. Después de todo, era la mate de Matt, ¿no? Estábamos destinados. Ojalá Julian encontrara a su pareja pronto, sería una buena forma de arrancar el año.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora