35

549 35 0
                                    


CAPÍTULO 35


La situación con Emily no cambió durante la semana, y terminé decidiendo que le daría su tiempo mientras pensaba qué hacer en relación con mi secreto sobrenatural.

Estaba cansada de las mentiras y los engaños. Había hecho demasiado para cubrir a Azul y las veces en las que necesité dejarla salir a estirar las patas.

El abuelo de Matt había organizado todo para que nos reuniéramos el fin de semana en la mansión Price. Saber que mi chico había vivido ahí algún tiempo me emocionaba.

El viernes llegó y luego de que Robert hablara con mis padres, explicándoles detalladamente a qué y dónde íbamos, ellos me dieron permiso para viajar con los Price. Sophia fue la más difícil de convencer, pero terminó aceptando.

—Tengo mucho sueño —lloriqueé cuando recién estábamos saliendo de la ciudad, apenas podía mantener los ojos abiertos ya que era de madrugada y no había dormido mucho por los nervios.

—Duérmete —respondió con simpleza Julian desde el asiento de copiloto.

Solíamos tener nuestros roces en la mañana temprano, ambos teníamos un carácter similar, en especial si recién nos despertábamos.

—Si insistes —volví a bostezar como por quinta vez desde que estábamos en la ruta, y me puse cómoda en el asiento. Moví el cinturón para que no me hiciera daño, y cerré los ojos, lista para dormir—. Si me necesitan, despiértenme.

—Parece que me va a hacer caso por una vez en su vida —fue lo último que escuché antes de quedarme dormida de una vez.

En mi defensa, estaba realmente cansada.



(...)



Cuando desperté, todavía no había amanecido por lo que me quedé disfrutando del paisaje oscuro a través de la ventana; apenas había tráfico en la zona, lo que lo hacía aún más relajante.

—¿Falta mucho para llegar? —pregunté en voz baja.

Matt estaba dormido a mi derecha, lo estaba desde antes de que me pasaran a buscar. Al subirme, me dio un rápido beso en los labios y cayó muerto otra vez.

—Media hora, más o menos, no estamos lejos —contestó Robert de la misma manera, al parecer Julian también estaba dormido.

—Genial —suspiré—. Oye, ¿trabajas en la manada? ¿Haces este camino todos los días? —volví a mirar por la ventana, se me haría pesado viajar tantas horas de ida y de vuelta cada día si tuviera que hacerlo.

—No, vengo algunas veces a la manada. Y en cuanto a mi trabajo, hay una oficina a unos kilómetros de donde vivimos. Por ahora trabajo ahí, no veo la hora de regresar a mi lugar de trabajo de una vez por todas —me fijé en él cuando lo oí suspirar—. ¿Te cuento algo? Los chicos están dormidos, debo aprovechar la oportunidad —desvió sus ojos de la carretera apenas unos segundos para verme a través del espejo retrovisor.

—Claro, dime —me encogí de hombros, viéndolo a través de este también.

—En realidad, no viajo al trabajo cada vez que lo digo, a veces sólo son excusas —confesó, dejándome sorprendida—. Los viajes son por algo personal, mis hijos no saben al respecto.

Me quedé mirándolo con el ceño fruncido mientras permanecía en silencio, analizando sus palabras, muchas dudas me asaltaron. ¿Por qué lo escondía de los chicos? ¿Era bueno o malo? ¿Por qué me lo contaba a mí? ¿De qué se trataba?

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora