22

620 39 0
                                    


CAPÍTULO 22


Todo había pasado tan rápido que no recordaba con exactitud lo que había hecho en las últimas horas. Los detalles escapaban de mi mente y con suerte podía concentrarme en algo.

Mi madre había llamado desde el hospital llorando, dijo que por favor preparara maletas para los tres que debíamos salir cuanto antes. Era obvio que algo malo había pasado, así que ni siquiera pregunté, sólo lo hice.

Una hora después, estábamos en la ruta. Alexander manejaba justo al límite de velocidad mientras Sophia lloraba en el asiento de copiloto. Tuvo que pasar otra hora más para que se calmara y me pudiera explicar.

Alguien la había contactado para decirle que la abuela estaba mal de salud y quería vernos a todos antes de partir. Esas fueron las palabras exactas. Las palabras que me dejaron en shock. Apenas pude pensar en algo después de eso.

En algo bueno, al menos.

Diferentes escenarios se hacían presentes en mi mente. Una caída, un par de huesos quebrados, un infarto, un derrame cerebral, una falla respiratoria. Todas tragedias, sin dudas. Mi lado positivo parecía haber salido de vacaciones justo cuando lo necesitaba más.

Con las prisas, no le había avisado a nadie y la señal fue escasa durante un largo rato. Mi abuela vivía a unas tres horas, cerca de la costa. Habíamos hecho el camino en menos, claramente, desesperados por llegar. Afortunadamente, el tráfico estuvo a nuestro favor por una vez en la vida.

Esto era una locura.

No podía emitir sonido alguno, apenas y respiraba con normalidad. No sabía qué hacer. La opresión en mi pecho se hacía peor a cada momento. No sabía si era por lo que estaba pasando, por estar lejos de mi pareja predestinada o una mezcla de ambos.

Necesitaba llamarlo. Lo necesitaba a él. Sólo él podía calmarme.

Azul había estado muy callada, quizás intentando no agobiarme más de lo que ya estaba. Pero eso no evitaba que me preocupara. Todo alteraba mis nervios ahora mismo.

—Amber, hija, ya estamos entrando. Llama a tu novio y a tu amiga, avísales que no estamos, ¿ok? Ellos viven en casa y se van a asustar si no nos encuentran en todo el día —papá habló con tranquilidad, pero noté la tensión en su cuerpo, sus nudillos estaban blancos de la fuerza que estaba haciendo.

—Está bien —no había derramado ninguna lágrima aún, pero sentía que me ahogaba con el nudo que tenía en la garganta.

Demonios, apenas podía agarrar el celular como correspondía, me temblaban las manos. Estaba blanca como una hoja.

Lo primero que hice fue escribirle a Ems, no entré mucho en detalles, sólo mencioné el hecho de que estábamos de viaje y que le avisaría cuando regresara. Luego llamé a Matt, me costó comunicarme al principio, pero al fin lo logré después de varios intentos.

Amor, al fin. Dime que estás bien, por favor, las punzadas no paran. Fui a tu casa tres veces, te llamé muchísimas más, incluso probé con el vínculo, pero no lograba encontrarte. ¿Dónde estás? —escuchar su voz preocupada y desesperada fue suficiente para que me derrumbara, sollocé con fuerza al instante—. ¡Amber! ¿Qué ocurre, cariño? Habla conmigo, por favor. Dime que pasa.

—Matt... Yo... Mi abuela... Te necesito —apenas podía hablar, me ahogaba con cada palabra.

Dime dónde estás y voy por ti —mi corazón se expandió con sus palabras, yo también sentía las punzadas, pero estas disminuyeron al oír su voz—. Trata de relajarte y hablar conmigo. Ya no llores por favor, me parte el corazón. ¿Te sientes bien? ¿Te duele el pecho?

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora