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2022

Entré en la casa, abriendo la puerta con fuerza y cerrándola de un portazo. Había sido un día demasiado estresante, las cosas no habían salido para nada como planeé.

Además, estaba empapada.

Entre bufidos y quejas, me fui quitando la ropa, la cual se había adherido a mi cuerpo, y la dejé amontonada a un lado. Luego la colgaría, ahora solo quería sacármela de encima.

Esta mañana me había quedado dormida, lo que hizo que saliera a las apuradas de la casa y llegara a la universidad sin aliento. Con la corrida, me había olvidado un par de cosas importantes, por ejemplo, la billetera.

A media mañana, una gran tormenta eléctrica se desató. Y si, no tenía un paraguas en la mochila.

Sin paraguas, sin tarjeta del autobús y sin dinero, todo eso en medio de un gran y desastroso diluvio. Estupendo.

Por suerte, Matt dijo que él me iría a recoger, que estaba en casa y no le molestaba ir por mí.

¿Qué ocurrió?

Pues, no apareció.

Doblemente estupendo.

Así fue como terminé hecha sopa.

Fui prendiendo las luces de la casa a medida que avanzaba por los pasillos. Estaba helada, cansada y molesta, necesitaba una ducha caliente y dormir lo que restaba de la tarde. También comida, apenas había desayunado hoy temprano. Mis amigos me compartieron algo, pero no estaba satisfecha. Para nada.

Me había salido todo mal, de eso no había dudas. Ugh, qué mal humor.

Una ducha, ropa abrigada y comida caliente, justo en ese orden. Eso era lo que necesitaba.

—¿Amor? —murmuró un adormilado Matt desde nuestra cama.

Sin decir nada, me encerré en el baño. Escuché un par de ruidos, pero los ignoré deliberadamente. ¿En serio se quedó durmiendo mientras yo corría bajo la lluvia? Increíble. Ahora sí estaba más que molesta.

Maldita sea.

Salí de allí, envuelta en una bata y fui directo a mi armario por mi pijama de invierno. La temperatura corporal de nuestra raza era alta, pero hoy realmente hacía frío y mis defensas no habían estado del todo bien estos últimos días. Y esto obviamente no ayudaba. Me sentía cada vez peor.

Me iba a enfermar, estaba segura.

—¿Amor? —me llamó Matt, de reojo vi como jugaba con sus dedos, nervioso. Le respondí con un escueto sonido, sin darle mucha importancia—. ¿Qué quieres comer? ¿Alguna preferencia? —llevábamos años juntos y aún lograba ponerlo nervioso. Había hecho un buen trabajo, si dudas. En especial desde mi ascenso.

—Todavía hay lasaña en el refrigerador, calentaré eso —pasando por su lado, me dirigí a la cocina sin más.

Mis cuadernos y libros estaban sobre la mesa del comedor, la ropa ya no se veía por ningún lado y el secador de pelo estaba por allí. ¿Qué estaba pasando? Se me debió haber notado en la cara porque se apresuró a aclarármelo.

—Están un poco húmedos, así que voy a secarlos mientras comes —asentí, rendida. Sólo esperaba que mis apuntes no se hubieran arruinado mucho, no ahora cuando más los necesitaba, era época de parciales después de todo—. Tendí la ropa en el lavadero, para que no agarre olor.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora