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CAPÍTULO 32


—Matt... —lo llamé cuando un hormigueo se extendió por todo mi cuerpo. La cabeza me daba vueltas, me estaba mareando.

—¿Qué? —no me dio tiempo a responder, tuve que correr al inodoro para devolver—. ¿¡Qué le ocurre!?

—Son los efectos secundarios —Aixa le dio lugar para que él pudiera acercarse a mí.

Estuve cerca de media hora vomitando sin parar mientras él me sobaba la espalda, intentando hacerme sentir mejor. Ni siquiera estaba devolviendo lo que comí, sino que era una mezcla azul y planeada. ¿Era el purificador?

—¿Estás mejor? —inspeccionó mi rostro cuando estuve calmada por varios minutos.

—Eso creo. Tengo el cuerpo adormecido —me quejé.

—Ven aquí —sostuvo el peso de mi cuerpo y me sentó sobre el mármol—. Voy a traerte ropa y le diré a Julian que te prepare algo para calmar las náuseas.

—Me avisaste que esto ocurriría —asentí, mirando a la mujer frente a mí, Matt ya nos había dejado solas otra vez.

—Sí —hizo una mueca—. Me hubiera gustado estar equivocada. No durará más de un día, quédate tranquila.

En poco tiempo Matt ya estaba de vuelta, me pasó una bolsa sin abrir y se apoyó en el marco de la puerta, observándome con una pequeña sonrisa.

—¿Y esto? —la abrí intrigada, encontrándome con muchas prendas de ropa que aún tenían la etiqueta.

—Lo compré para ti hace un tiempo, para que tengas ropa en casa. ¿Te gusta? —escondió las manos en sus bolsillos, tímido.

—Todo está precioso, amor. Gracias —estiré mis manos hacia él y, cuando las tomó, tiré de éstas para abrazarme a su cintura en cuanto estuvo lo suficientemente cerca—. Te amo.

—Yo también te amo —acarició mi cabello suavemente, relajándonos a ambos.

>>Es tan lindo —dijo Azul, al fin apareciendo.

>>Claro, si no es para hablar de tu macho tú no apareces —puse los ojos en blanco, fastidiada.

—¡Aquí traigo el té! —Julian entró en el cuarto con una gran taza en mano—. ¿Cómo te encuentras?

—Algo mejor —me bajé con cuidado y mi mate gruñó.

—Márchate Julian —volvió a gruñir, poniéndome los pelos de punta.

—Ay, Matt, no me vengas con una escena de celos ahora, controla a tu lobo —rodó los ojos, fastidiado.

—Márchate ahora. Tengo a mi mate desnuda entre mis brazos, deja de mirarla y ¡lárgate! —me cubrió con su cuerpo, ocultándome de los ojos curiosos de su hermano.

—Diablos, bien, bien. Tranquilo, hermano —se marchó enseguida. Ambos sabíamos que no había que provocar a Eros cuando estaba celoso—. Ven conmigo, Aixa —se la llevó a la sala.

Me vestí bajo su atenta mirada, y para cuando terminé, estaba sonrojada hasta el cuello, lo que causó cierta satisfacción en Eros.

—Eres preciosa, bebé —mordió su labio inferior, había un brillo de picardía en sus ojos dorados.

—Ya, Eros... me pones nerviosa —me quejé avergonzada.

—Me reconociste... —volvió a sonreír.

《Ambett》[AE#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora