Narra Willyrex
Abrí los ojos encontrándome a Vegetta durmiendo al lado mío. Sentía las sabanas pegadas a mí, miré hacia debajo de ellas y recordé el momento que había pasado con Vegetta.
Su cuerpo junto al mío, nuestros labios unidos y lenguas jugando entre ellas. Me había entregado al hombre de mi vida, ¿entregado al hombre de mi vida? Sonaba bastante raro; sonaba como si fuese una mujer. Tenía que reconocer que las cosas ahora iban a cambiar, ahora tenía al hombre de mi vida y con el cual habíamos hecho el amor. Con él ahora íbamos a comenzar a juntarnos y hablar más seguido, si ya antes hablábamos casi todo el día ahora serían las 24 horas seguidas.
Me sentía incomodo estando sin nada puesto así que con delicadeza me levante y me coloque mi ropa interior para luego volver a acostarme al lado de Samuel. Me acomode entre los brazos de Samuel, a pesar de que él estuviera dormido reacciono rápido y me envolvió en ellos. Cerré los ojos con una sonrisa mientras le daba pequeños besos en el cuello.
-Me haces cosquillas –me dijo en susurro y no evité reír y él igual.
-Hola –le dije para buscarle su rostro y darle un suave beso en los labios.
-Hola cariño
Nos quedamos acostados mirándonos mutuamente, lo miraba y le acariciaba con delicadeza el rostro. Él se volvió a quedar dormido mientras que yo me quedaba mirando con dulzura su rostro. Sus finos labios, y su cabello levemente despeinado. Comencé a acariciar su pecho, tenía algo de bello que lo cubría, él suspiro relajado y me di cuenta que se había quedado dormido por la respiración, sonreí al verlo dormido, se veía tan tranquilo y relajado.
-¡Guille! ¡Llegamos!
Ese gritó hizo que toda la tranquilidad se fuera, deje de pensar en lo que pensaba antes y me levante con velocidad para comenzar a vestirme.
-¿Qué ocurre cariño? –me pregunto Samuel algo dormido.
-Quédate aquí, llegaron mis padres
Le di un beso una vez que me había vestido del todo, salí de mi habitación, me miré en el espejo que había en el pasillo y baje hacía donde estaban mis padres.
-Hola –dije cuando los vi- ¿cómo les ha ido? –pregunté.
Creía que se quedarían más tiempo, se que solo irían a visitar a mis abuelos pero tenía la ilusión que se quedarían un día más.
-Bien, te mandan saludos.
-¡Guille, Guille! –Dijo mi hermana saltando alrededor mío- los abuelos te mandan esto –dijo mientras me entregaba una pequeña bolsa, la agarré con una sonrisa-
-Luego lo miro. Ma arriba está Samuel –dije mientras me rascaba detrás de la cabeza algo nervioso.
-¿Samuel? –dijo ella con una sonrisa- iré a saludarlo.
-¡No! –grite deteniéndola y ella me miro extraño- está grabando, pero te quería decir que lo invite anoche para no sentirme solo -¡Já! Créeme que no me sentí solo.
-Está bien, me parece un buen chico –dijo ella con una sonrisa- bueno, cuando termine con los jueguitos esos dile que baje que lo quiero saludar
-Vale
Fui hacía a mi habitación para encontrarme a Samuel ya vestido sentado en la cama con una sonrisa y acariciando las sabanas. Estaba pensando en lo de anoche, seguro.
-Me has partido el culo, tío –dije riendo y él me miro sorprendido-
-lo siento –dijo disculpándose.
-No pasa nada cariño –conteste honesto, tiré la bolsa que me habían mandado mis abuelos a la cama y me senté en la falda de él para darle un beso.- dice mi madre que luego vayas que te quiere saludar
-Que maja tu madre –contesto con una sonrisa- ¿qué hay en esa bolsa? –pregunto una vez que la miro.
-No tengo idea –respondí honesto- me la envió mis abuelos
Me incliné para darle un beso y él me lo correspondió rápido. Nuestras lenguas jugaron entre ellas, pase mis brazos por atrás de su cuello y mis piernas rodeando su cintura, él coloco las manos en mi cintura. Me había comenzado a poner palote, él me quito de encima de él y se levanto.
-Iré a saludar a tu madre –dijo para darme un beso y luego irse rápido de ahí.
-hijo de puta –susurré mientras reía, fui atrás de él hasta que ambos llegamos a la cocina.
-Hola señora –dijo él algo tímido.
-¡Samuel! –dijo ella para acercarse y darle un beso en ambas mejillas, ejem discúlpame pero es mío.
-Hola –volvió a decir incomodo.
-¿Cómo estás?
-Bastante bien, ¿y usted?
-Bien –sonrío- ¿cómo te ha tratado Guille?
-Soy un amor, un cielo, ¿por qué le preguntas? –dije bromeando y ellos rieron.
-Más o menos –dijo con una sonrisa y lo miré serió- me ha tratado bien señora
Siguieron conversando, notaba como a mi madre que agradaba demasiado Samuel y eso me ponía feliz. Sonreía mirándolos conversar, de vez en cuando decía algún comentario.
-Ya me tengo que ir –dijo Samuel mientras se levantaba.
-Vale cariño, adiós cuídate –le dijo mi madre mientras lo saludaba. ¿Cariño? Solo yo le podía decir así. Sí, soy demasiado celoso.
-Te acompaño hasta la esquina –le dije mientras también me paraba.
-Adiós señora –respondió él amable y luego salimos de la casa.
Giré para asegurarme que ya no había nadie de mi familia atrás, una vez que me di cuenta que no había nadie acorrale a Samuel contra la pared y le dí un beso, él me sujeto de la cintura mientras que yo pasaba mis brazos por atrás de su cuello.
-Te extrañaré –dije honesto con una sonrisa, sin separarme demasiado de él, nuestras frentes juntas y narices se rozaban.
-Hablaremos en menos de una hora cariño
-Extrañaré tus besos, abrazos, a ti en persona –le di un leve beso.
-Yo igual Willy –me dio el último beso para luego irse.
Miré como se iba por la calle con una sonrisa para luego caminar pocos pasos hasta mi casa, entré allí mordiéndome el labio inferior y directamente subí a mi habitación. Comencé a ordenar todo, cambié las sabanas y las coloqué junto a la ropa sucia al igual que mi ropa. Fui al baño para darme una ducha, me miré en el espejo y tenía varias marcas; lo extrañaría demasiado –pensé. Abrí la lluvia artificial, espere a que estuviera templada para luego colocarme debajo de ella; me apoye contra la pared de la ducha y recordé lo que había vivido anoche, entre más lo pienso menos creía en ello, me sentía feliz y lleno ahora –sin contar con el dolor que tengo-, no me arrepentía de eso. Terminé de ducharme, me sujete una toalla alrededor de la cintura y salí a mi habitación. Prendí el ordenador para luego empezar a vestirme; una vez listo me coloqué en él y empecé a preparar varios vídeos de distintos juegos, los edité y luego programé para que se subieran a una hora adecuada.
-¡GUILLERMO! –escuché el grito de mi madre.
Cuando me decía Guillermo era porque se venían los problemas, ya lo veo venir.
