¿Habrá algún ser humano que pueda tan esporádicamente hacer cualquier cosa de ocio después de entrenar cuerpo a cuerpo con un compañero? Si es así, lo envidio demasiado. Esa última hora peleando con John me dejó con nuevos moretones y obviamente necesito el tiempo para tratarlos. ¿Podría vengarme? Probablemente. ¿Lo haré? Probablemente no.
Y al verlo sentado en el césped, al costado de una de las pistas, no pude evitar ir con él.
—¡John! —grité—. ¿Podrías tener más cuidado en la próxima práctica? Si no fueras tan lento tal vez y me quebrabas las costillas.
—Perdón, Alice —respondió con una sonrisa—. Al final no aguantas nada... ¿No que eres la más ruda del mundo?
—¡Lo soy! —dije, con un tono más agudo del esperado, mientras él me miraba con cara de perrito arrepentido—. ¡Eres un idiota! —reí, antes de que él pudiera darme un juguetón golpe en el hombro.
John es mi mejor amigo... prácticamente desde que tengo una buena memoria consciente. Él entró al servicio militar un año después que yo, y fue el único que decidió pasar el tiempo conmigo sin intentar sacar ventaja de ningún tipo para sobrevivir en este lugar (que es el comportamiento normal de los internos aquí).
Le hice un gesto con la cabeza para que ambos caminemos al comedor, ya que se acercaba la hora del almuerzo y siempre fue importante llegar a horario; de lo contrario, El Coronel aplicará castigos, que puede ser desde quedarse de pie frente al mástil de la bandera todo el día hasta ir de cabeza al calabozo por tiempo indefinido. ¿Castigos justos? No lo sé, pero si yo tuviera el poder sobre algo o alguien, seguramente también sería corrupta y siempre intentaría reafirmar mi posición.
—¿Hoy es viernes? —preguntó mientras masticaba la comida.
—Sí... ¿Y...?
—¿Hoy te viene a buscar tu padre?
—Sí, dentro de unas... dos horas llegará. ¿Por qué lo preguntas? ¿Quieres que me vaya? —dije tocándome el pecho, haciéndome la indignada.
—Es lo menos que quiero, Alice.
—¿Qué?
—N-no, quiero decir que no quiero que te vayas antes de volver a practicar combate cuerpo a cuerpo. Debes mejorar tus técnicas.
—¡¿Perdón?! —Volví a vocalizar un tono ofendido—. Recuérdame quién te venció en estos combates desde el día que llegaste.
—Sí, pero...
—¡Yo, bebé! —le dije en tono burlón— Acéptalo, cariño: no puedes vivir sin mí.
—Sigue soñando —rió—. No eres la próxima en mi lista, Dixon.
Ambos reímos tras esa conversación, y efectivamente fuimos a practicar combate cuerpo a cuerpo un rato más. Es divertido ver como él piensa que es mejor que yo.
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Alice Dixon
FanfictionPerfecta: Te esperé varios días en ese maldito lugar hecho mierda, y... ¡Y tú nunca llegaste! -le grité. Ese tipo ya no era nada mío. Me levanté de mi silla y tomé mi preciada ballesta. Le apunté a la cabeza, pero a pesar del odio que le tenía en es...