•Cap 29: Ojos azules•

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Te prometí que destruiría el mundo, pero el mundo terminó destruyéndome a .

Te prometí que destruiría el mundo, pero el mundo terminó destruyéndome a mí

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Fueron kilómetros caminando sola entre los muertos.

Estuve con varias hordas, como si fuera uno mas de ellos. Usé uno de los mejores trucos que Negan me enseñó; cubrirme con la sangre de esos monstruos, para confundirlos y mezclar su olor con el mío.

Caminaba sin rumbo alguno, con la mirada perdida. Completamente sola, sin nadie en el mundo para mí, exceptuando al mismo mundo, y los muertos que me rodeaban por doquier.

Al seguir caminando, me di cuenta que nada me diferenciaba de aquellos cadáveres reanimados que estaban a mi lado. Personas muertas, que por algún motivo caminaban. Sin sentimientos, sin conciencia, sin preocupaciones, sin remordimientos, sin miedo, sin alma, sin vida, sin familia.

¿Quién era en realidad? ¿Era una niña valiente, llena de coraje y rebeldía, buscando el amor y aprobación de su... papá? ¿Era un soldado robot en una larga fila, estando al pendiente de un hombre que me salvó la vida? ¿Era una amiga y hermana de un estúpido violador? ¿Era simplemente un muerto más, que por alguna razón podía pensar?

Mi sentir ya no estaba, o más bien, yo lo eché. No quería seguir sintiendo aquel sentimiento de asco y repulsión.

¿Cómo se supone que debo sentirme? ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Qué debía pensar? ¿Qué se hace cuando tu mejor amigo te enseña lo peor de él?

Frené el paso, vi mi estado. La ropa llena de sangre, totalmente sucia, por dentro y por fuera.

Los muertos se dieron cuenta de que no estaba caminando, y trataron de atacarme.

Tal vez debí dejar que me mataran, parar con el asco que me daba. Pero mi instinto me hizo matarlos a todos. Correr, matar. Correr, matar. Correr, matar.

°•°•°•°•°

Mi mente deliraba, mi cuerpo no frenaba. No estaba cansada, no tenía hambre, no tenía sed, ya no sentía.

Al correr me topé con un arbusto, de este salió un cuervo, que fue lo que me hizo reaccionar.

Nadie me estaba siguiendo, nadie estaba cerca. Simplemente no había nada, solo estaba yo.

Necesitaba consuelo. Necesitaba hablar con alguien. Necesitaba por lo menos pensar en alguien. Y en mi mente volvió a sonar un viejo nombre, uno que en realidad me gustaba, la original, la verdadera: "Alice Dixon".

Perfecta: Lo siento, Alice. Te quité lo más valioso que tenías. Primero te quité el nombre, luego tu familia, luego tus recuerdos, luego tus principios y valores. Solo me quedaba la parte más inocente que tenías, Alice, y la perdí. Te fallé.

Entre un grito silencioso dentro de mí, las incontables lágrimas y el sonido de la nada, de la muerte y de la desesperación, otro nuevo nombre llegó a mi mente: "Daryl Dixon".

Perfecta: La persona a la que más le fallé. Ambos hicimos promesas que no cumplimos. Tú prometiste jamás abandonarme, y terminaste dejándome atrás. Yo te prometí que destruiría el mundo, pero el mundo terminó destruyéndome a mí. Me juraste que jamás me dejarías sola, y yo juré que regresaría siempre. En momentos como estos, quisiera volver el tiempo atrás, y decirte por última vez "Papá".

°•°•°•°•°

Seguía mi camino sin saber quién era, o quién quería ser.

¿Alice o Perfecta? ¿Versión Original? ¿Versión mejorada? ¿Soldado? ¿Guerrera? ¿Pequeña? ¿Astuta? ¿Inocente?

°•°•°•°•°

Me topé con un camino repleto de ranas muertas. Quería tomarlas, pero se veían muy asquerosas.

Además, si tenía hambre podía tomar una de las tres latas que tomé. Sí, tres. Si no iba a volver allí, no quería robarles nada. Pero si regresaba, ¿Para qué quería más de tres latas?

Me dolían los pies, estaba muy cansada. Ni siquiera sabía qué tan lejos estaba de mi puesto.

  °•°•°•°•°

Traté de salir del bosque, volver a la carretera. Regresar con los míos. Volver a ser su líder. Después de todo, ellos me dieron una nueva identidad.

Iba a salir hacia la carretera, pero me topé con unas personas.

No me vieron, volví rápido para esconderme. Eran, aproximadamente, quince personas. Se veían agotados, débiles. Lo que más me sorprendió fue ver que caminaban demasiado tranquilos, teniendo una horda de muertos detrás suyo.

Estaban muy calmados, o muy agotados.

Iba a darme vuelta, dejarlos. No quería molestarlos, porque a pesar de que se veían cansados ellos eran más, y no podía robar sus cosas fácilmente.

«No tienes que meterte en todo, Perfecta. Da la vuelta y regresa. Da la vuelta y regresa» trataba de convencerme.

Suspiré, cerré mis ojos. Debía irme. Estar lejos de todo siempre me hizo bien.

El bosque me da una especia de paz, que no encuentro en cualquier lado. Sí, está lleno de muertos, pero es un lugar especial para mí.

°•°•°•°•°

Cuando quise darme cuenta, recordé a las personas de la carretera. Ellos ya no estaban, probablemente se fueron a buscar algún lugar.

Volví a la dirección que me llevaría a casa. Estaba convencida de que ya nada podría hacerme quedar allí, hasta que detrás de un árbol puedo apreciar a un muchacho. Tenía el cabello un poco largo y un sombrero de Sheriff (el cual se me hizo muy familiar).

Levanté mi ballesta con cuidado, y me acerqué a él.

Perfecta: Vaya, vaya, vaya. Y yo creía que esta huida no valía la pena, y que me iría a casa con las manos vacías.

El muchacho frenó su paso y giró para hacerme frente.

Me acerqué a él, aún con la ballesta en alto.

Pude apreciar su apariencia. Su sombrero, su rostro, esos ojos. Aquellos ojos azules y perfectos, que jamás olvidaría.

Perfecta: ¿Carl?

Alice DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora