•Cap 18: Lo que nos espera•

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No diré "no llores" porque no todas las lágrimas son malas.

No diré "no llores" porque no todas las lágrimas son malas

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Rodillas en el suelo, murmullos, un cuerpo cayendo. Llantos de una madre, siendo consolada por mi padre.

Los escalofríos recorrían mi cuerpo, como varios pinchazos que pedían algo de mí.

Abrí los ojos para ver a la persona que tanto buscábamos tumbada en el suelo; y al voltear, su madre, corriendo para consolarse en soledad.

Piernas estiradas, cabeza arriba. "Si el soldado no puede resistir a la batalla, el soldado debe retirarse o morir en ella" fue lo que una vez nos dijo el coronel el primer día que llegué al Armed Hearth.

Vi a Beth ir tras el cuerpo inerte de su madre, y como esta casi la atacaba y mordía. Al no interesarme sus cosas me fui. Tal vez no sea la mejor decisión, pero yo no tenía nada que hacer allí.

Me alejé del resto y fui a la verja. Miraba fijamente el bosque, veía en él todo lo que viví entre sus árboles, y el gran error que allí cometí. Una lágrima solitaria nació de mis ojos, vivió en mis mejillas unos segundos, y murió en mi boca.

Nada se oía en la soledad que reinaba mi cuerpo. Mis piernas no aguantaron más mi peso y caí rendida al suelo. No iba a llorar, ya lo hice muy seguido últimamente. Carol era quien podía y necesitaba llorar.

Volteé y en una de las ventanas de la casa rodante vi a aquella madre solitaria.

La culpa ya no podía conmigo, ella merecía saber quién de nosotros fue realmente el último en verla.

Al subir a la caravana, mi padre y Lori estaban allí. Le hablaron sobre la sepultura de su hija, y el velorio propio que se haría.

Carol: ¿Por qué?

Daryl: Porque es tu pequeña -le contestó mirándome. Sé muy bien que según mi padre, buscaba a Sophia porque la veía reflejada en mi posible desaparición; pero veo en sus ojos que le afecta ver así a Carol.

Carol: No es mi pequeña. Es otra cosa -decía dolida- Mi Sophia estaba sola en el bosque. Todo este tiempo pensé que... Pero no lloró hasta dormirse, no tuvo hambre, ni intentó volver a casa. Sophia murió hace mucho tiempo.

Cada maldita palabra de esa pobre mujer llegaban como punzadas en mi corazón.

Alice: Carol, yo... -estaba decidida a contarle la verdad, pero antes de que pudiera decir algo, mi padre me tomó del brazo y me sacó de allí.

Me zafé de su agarre y me alejé de él. Tenía tanto odio hacía mi misma que no podía soportar que la única persona que sabía la verdad no me eché la culpa.

Tanto odio me tenía, que no asistí al dichoso funeral. Tanto odio me tenía que ni siquiera le dirigí la palabra a alguien.

Me alejé de la granja, sin dirección en mis sentidos. Solo caminaba lejos de todos.

Alice DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora