•Cap 39: Muros•

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Todo se volvió negro, no tenía salida. Hasta que recordé que soy lo suficientemente fuerte como para crear las mías

Tenemos a los caminantes encima nuestro. Rodeando toda la comunidad. Estas horas fueron de lo peor, pues todo el plan se había desmoronado, al igual que mi cabeza.

Subí a la torre del reloj, a ver cómo iban las cosas. Había alrededor de ocho a nueve filas rondando alrededor de todos los muros. Al menos solo era la mitad, y no toda la horda.

Flashback

Salí de inmediato luego de aquella emotiva charla con el niño, no sin antes volverlo a besar. Pues sí, soy una histérica, y me encanta. No quiero que se sobrepase conmigo, por eso debo mantenerlo en línea. No debe confundirse, pues eso no significó nada.

¿Cómo él fue capaz de sobrepasarse conmigo? No tengo a nadie con quien hablar; mi padre está afuera arriesgando su vida, y ni siquiera me despedí de él por si nos volvíamos a separar; y la gente de aquí no confía en mí. Sin Carl, y sin papá, yo estaba sola.

Me crucé con Michonne, hablando con Maggie y Rosita.

Alice: Hola, ¿Cómo va el plan?

Michonne: El ataque desvió a la mitad, la bocina de ese camión... Aún no tenemos noticias de qué pasó.

Maggie: Estamos tratando de comunicarnos con Rick, pero no tenemos radio.

Alice: ¿Saben algo de mi padre?

Michonne: Lo siento. Perdí todo tipo de comunicación al venir aquí. Calculo que ya lo habrán controlado.

Rosita estaba apunto de dirigirme la palabra por primera vez, pero lo gritos de quien parecía ser Rick, llegaron a nuestros oídos. Corrimos a las rejas, y lo vimos, con toda una horda detrás.

Alice: Mierda.

Fin Flashback

No puedo disparar, el ruido atraería a más de ellos, y correríamos mucho más peligro.

No puedo usar mi ballesta, me quedaría sin flechas en cuestión de minutos. No tengo tantas, y estamos hablando de cientos, miles de caminantes.

Volteé a ver dentro, y estaban reforzando los muros. Quizás resistan, pero no juraría por ello.

Bajé de la torre. Quizás hablar con alguien me calme, antes de salir y tratar de acabarlos a mano propia, muriendo por ellos.

Me crucé con Deanna, se veía preocupada y perdida. Normalmente no me acercaría a ella, pero no estaba bien, se podía ver desde lejos.

Alice: ¿Te importa si te acompaño?

Deanna: Claro que no, Dixon.

Seguimos nuestro camino. Sus ojos estaban ahí, pero sentía que no miraba, no procesaba lo que pasaba.

Alice DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora