•Cap 24: Salida•

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Cuando no veas una salida a tus problemas, recuerda que puedes crear tu propia salida.

Al ver el sol, quedé anonadada. Me fijé en él, en su brillo, sin importar el daño que le hacía a mis ojos. Los párpados se cerraron, una sonrisa apareció en mi rostro y un suspiro se oyó en la habitación.

Fue como si mi conciencia, mi verdadero ser, volviera a mi cuerpo. Y que aquella cosa que me tuvo delirando por casi un mes se haya marchado al oírme volver.

Miré a mi alrededor, y me di cuenta de dónde y cómo estaba.

Alice: ¡Oh, dios mío! ¿Qué demonios hago aquí? ¿Por qué aún no me fui? ¿Qué mierda me pasó? -miré mi mochila y la llené de las latas y las botellas que estaban allí- Okey, tengo que salir.

Tomé mi ballesta y coloqué una flecha en esta.

Abrí la puerta del ático, y apenas mirar, la casa estaba llena de caminantes.

Alice:¿Todavía no se fueron, malditas plagas? Bien, Alice. Ya no tienes nada que perder. O sales o mueres. Esperemos que sea la primera, ¿No, chica?

Desde arriba, maté a un par que iban caminando por el pasillo con aquella daga romana antigua que me habían obsequiado.

Alice: Es hora -troné mi cuello y me estiré- A la carga, niña.

Bajé y caí arrodillada. Traté de caer con el más mínimo ruido, y al parecer no habían más caminantes en ese pasillo.

Seguí caminando. Iba a bajar las escaleras, pero todo estaba lleno de muertos. Y para colmo, la puerta estaba cerrada y cubierta por los muebles que había puesto semanas atrás.

Alice: Bien, soldado. ¿Qué haría yo en esta situación?

Se me ocurrió lanzar flechas a los más cercanos a la puerta. Y si lo iba a hacer, tenía que hacerlo rápido y preciso.

Habían aproximadamente treinta caminantes abajo. Cerré los ojos, respiré.

Alice: Es ahora o nunca -empecé a bajar rápido, matando a cualquier amenaza que se metía en mi camino.

Los cuerpos iban cayendo, sus cráneos eran perforados por mis flechas o por mi daga. Casi logran atraparme porque la puerta no se abría, pero pude conseguir salir ilesa.

Alice: Mierda -dije al ver que estaba todo lleno de caminantes- Ignoré este pequeño detalle -trataba de calmarme a mí misma.

Tomé aire y empecé a correr como loca. Si tengo que contarlos, diría que fueron veintisiete caminantes los que se cruzaron en mi camino. Más no me concentré en matarlos, si no en irme lo más rápido posible de allí.

Sí, las piernas se me salían del cuerpo. Mi boca y garganta estaban secas. Mis brazos estaban cansados, y la fuerza cesaba por cada caminante muerto.
Pero Alice Jane Dixon, pudo salir viva de la boca del lobo.

°•°•°•°•°

Agitación, pesadez, remordimiento, miedo, tristeza, rabia. Tantos sentimientos juntos en el mismo momento. Como mala suerte, me bebí toda una botella de agua al estar a kilómetros de la granja. Solo quedaba una.

Alice: Bien. Pudiste salir de ese infierno que te volvió loca. Y al parecer sigues estándolo, sigues hablando sola -miré a mi alrededor. Solo estaba yo en un bosque que parecía recorrer el mundo- ¿Dónde estará el resto?

Decidí caminar en línea recta, quizás encuentre algo. Cuando empecé a correr, tuve que ir en dirección contraria de la carretera, pues todo estaba repleto de caminantes.

Lo más importante era encontrar agua, pues esa botella no aguantaría mucho tiempo.

°•°•°•°•°

Pasaron tres días. Tres días tratando de que esa botella de agua no se acabe, pero era meramente imposible.

La noche caía nuevamente. Estaba sedienta, estaba hambrienta, estaba cansada y adolorida.

Ya no me quedaban municiones; ni flechas ni balas. No tenía fuerzas. Estaba muriendo poco a poco.

Alice: ¿Cuál iba a ser la diferencia entre irme y quedarme en ese ático? Estoy al borde de la muerte ahora. Quizás haya sobrevivido un poco más de haberme quedado allí -me castigaba a mí misma.

No resistí más y me bebí las últimas gotas de agua que le quedaban a esa botella.

Alice: Ahora sí, chica. Estás verdaderamente jodida.

Seguía hablando sola por la falta de alguien que me acompañe. Parecía una loca, pero necesitaba hablar, y no había nadie.

Sola.

°•°•°•°•°

Llevo unas horas caminando. Estoy muy cansada y casi no me queda comida.

Ni siquiera la saliva que propinaba la boca era suficiente. Caeré muerta si no bebo algo ahora.

Oigo rugidos. Detrás mío. Hay demasiados... ¡Caminantes! No tengo fuerza ni energía. No puedo pelear, no puedo matarlos, no puedo huir ni correr.

Me dejaron sola, lista para morir. Ni siquiera regresaron a las afueras del terreno por si había salido en esos momentos. Deben estar lejos, nadie se debe preocupar por Alice Dixon. Ni siquiera aquel hombre que me prometió jamás abandonarme.

Entendí lo que "el destino" quería decirme. Ya no debía continuar. Era momento de terminar con aquella guerra, que desgraciadamente perdí. Podría continuar, juntar las pocas fuerzas que me quedaban. Pero, ¿Para qué? ¿Para quién? Si estaba sola.

Solo me tiré al suelo, no vale la pena seguir caminando. 

Alice: Lo hiciste bien, chica. Llegó el momento de acabar.

Sentí como un caminante estaba apunto de devorarme, pero una bala atravesó su cráneo. Al otro caminante que estaba cerca de mí, un tipo con bate le sacó la cabeza.

Aproximadamente ocho personas acabaron con todos. Y qué querrán de mí, solo hay una forma de saberlo.

Alice: Gracias por su acto de caridad, caballeros. En serio les va bien esto de rescatar damiselas en apuros. Me retiro, deberían...

¿?: ¿Ibas a rendirte tan fácil? -me interrumpió el sujeto con bate y chaqueta de cuero negra- Llegaste hasta este punto, que no cualquiera llega. Debiste hacer demasiados sacrificios, ver cosas que nadie debe ver. ¿Y aún así ibas a rendirte?

Alice: ¿Acaso no ves mi estado? Estoy prácticamente muerta. No tengo ninguna razón para continuar con vida.

¿?: Cálmese, damisela. Podríamos darte una razón para seguir en la pelea -me dijo levantándome del suelo- ¿Cuál es tu nombre, ojitos raros?

Alice: ¿Cuál es el tuyo? -me crucé de brazos al oír un comentario de mis ojos.

¿?: ¿Chica complicada, eh? Mi nombre es Negan.

Alice: Gracias por salvarme, Negan -estreché su mano, y él me sonrió.

Negan: ¡Muchachos, hora de irnos! -les gritó al resto- Acompáñanos.

Alice: Ajá. ¿Y adónde vamos? Si se puede saber, claro -tomé mi ballesta y la colgué en mi espalda.

Negan: Te encantará. Quizás seas muy útil si me cuentas un poco más de ti. ¿No crees?

Alice: Pues... -no estaba segura en decir mi nombre. Pero algo en mí me aseguraba que estaba bien irme con ellos.

Alice DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora