♣Epílogo♣

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La muerte deja un dolor de corazón que nadie puede sanar. El amor deja una memoria que nadie puede robar

Sentí mi cuerpo cayendo por un agujero oscuro e infinito

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Sentí mi cuerpo cayendo por un agujero oscuro e infinito. Fueron segundos, eternos segundos.

Hasta que finalmente cayó. Y cayó en mi propio cuerpo.

Entendí lo que pasó. Pues fueron tan solo segundos, segundos en los que mi alma divagó por el infinito, y regresó nuevamente a mi cuerpo.

Abrí los ojos. Volví a ver el bosque, el mismo bosque del que me despedí. El mismo bosque donde pensé que me había despedido de mi familia.

Pero sigo aquí. Sigo consciente, sigo viva.

Observé mis manos, estaban demasiado blancas. Las venas y los nervios se notaban exageradamente.

Como pude, me levanté. Recordé que mi gente está a unos cuantos metros de aquí. Debo buscarlos. Debo hacerles saber que sigo aquí.

Unos cuantos pasos bastaron para estar en frente de ellos. Sonreí para mis adentros, estaban todos, estaba mi padre, estaba Carl. Aunque sus ojos se llenaron de aún más lágrimas de las que tenían cuando fue el momento de despedirme; y por una parte lo entiendo, es impactante ver que sigo aquí, aunque por otra parte esperaba que se pongan felices.

Alcé mis brazos hacia adelante, esperando abrazar a alguien... pero nada.

Quedaron todos parados, sin reacción. Solo lágrimas. Pensé que mi padre vendría a abrazarme, pero se tiró al suelo para llorar sin control.

«¡Oigan, estoy viva!» traté de decir, pero la voz no salía de mi garganta.

Mi vista trataba de ver a alguien que venga conmigo, pero no pasaba. John se tapó la cara, mientras se arrancaba mechones de pelo.

Me pone demasiado triste verlos así. No puedo seguir aquí, de pie, como si ellos estuvieran bien.

Volteé a ver al bosque, donde creí que sería el lugar que me refugiaría hasta que ellos estén mentalmente bien como para volverme a ver.

Mis pisadas siguieron ese desvío que decidí tomar. Observé el camino que seguiría, sin voltear a ver a la gente que le destruyó el verme.

Noté todo. Pero, por un milisegundo, sentí un fuerte dolor en mi nuca. Y los hermosos árboles que me protegerían, desaparecieron. Todo desapareció. Todo está oscuro. Pues ya no hay nada. Y esta vez, no me siento en ningún lado. Está vez no estoy en un lugar, ni siento nada. Ya no hay nada, lo perdí todo. Con mi cuerpo cayendo al suelo, todo terminó para mí.

°•°•°•°•°

Alice: Me alegra que estés bien. Es lo mejor.

Carl: Gracias por salvarme.

Alice: Tú habrías echo lo mismo por mí. Lógicamente, no me habrías salvado, pero habrías dado tu mejor esfuerzo.

°•°•°•°•°

El mismo recuerdo, una y otra vez. Fueron un par de segundos en los que Carl se separó de Alice, pero ya no aguantaba la presión de no volver a ver a esa chica.

Daryl volvió solo, pero el chico no escuchó ningún disparo. Aquel hombre no acabó con su hija; pues tal y como dijo Alice, era el chico quien debía hacerlo.

Los segundos pasaron, hasta llegar a aquel minuto que la chica con heterocromía había pedido.

El muchacho cargó su arma. Esperando un momento, tomando valentía, secando sus lágrimas, oyendo como el resto seguía con los sollozos.

Sin previo aviso, la muchacha que irradiaba belleza bajo los ojos de Carl, la que le enseñó un mundo distinto, la que le enseñó millones de cosas, la que le salvó la vida incontables veces, su novia... Apareció tras un árbol, hecha caminante.

Su comportamiento era raro bajo los ojos del muchacho. Sus ojos habían perdido aquel hermoso brillo, convirtiéndose en incoloros. Estaba blanca como el azúcar, con infinitas "líneas" recorriendo su cuerpo.

Eso no era su Alice, y Carl lo sabía.

Al voltear, notaba como el grupo lloraba al ver a una versión muerta y reanimada de aquella chica que se sacrificó por la construcción de un nuevo mundo. El padre, tumbado en el suelo, sin poder soportar ver así a su amada hija. El mejor amigo de toda la vida, causándose otro tipo de dolor para olvidar el que sentía al ver así a su hermana.

Pero Carl no lloró. Sabía que a su Alice no le gustaría. Sabía que eso no era ella.

Aquel caminante levantó los brazos, para atacar a alguno de ellos. Pero, para sorpresa de Carl, quien era el que prestaba atención, los bajó. Extrañamente volteó, en dirección al bosque.

No era algo natural, se supone que iba a atacarlos.

Carl: Perdóname, Alice -dijo, levantando su arma, dando paso a algunas lágrimas- Te amo.

Fue lo único que dijo. Con seguridad, tomó el gatillo, y disparó en la sien de la chica.

Dio inicio a su llanto, dando por hecho a todo el grupo lamentándose aquella perdida.

Carl se dirigió hacia Daryl, lo levantó del suelo, y le dio un fuerte abrazo. Ambos perdieron a aquella chica. Ahora los unía eso. Porque, aunque Carl tenga su familia, ellos están solos. La falta de Alice los hará cambiar.

Todos se levantaron y se dirigieron a los vehículos.

Hoy murió la chica, murió Alice Jane Dixon, más no su memoria. Porque si hoy murió fue para que el resto viva, para que vuelvan a ser lo que un día fueron. Para que sean felices sin importar qué. Así entender que el arriesgarse vale la pena. Pues Alice se arriesgó, encontró lo que nunca en su vida había encontrado. Encontró algo más que amigos, encontró una familia, encontró a un chico que la contuvo, y le enseñó un lado de ella que no conocía, encontró la forma de perdonar las peores cosas que el ser humano puede hacer.

Su historia no fue olvidada, y ella menos. El mundo se unió para cumplir el deseo de aquella chica de ojos verdes y azules. Después de todo, ella no era cualquier persona.

Ella era La Hija De Daryl Dixon.

Alice DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora