Prefiero perderlo todo, que perderte a ti
Alice: Carajo -dije al ver cómo los caminantes comenzaban a entrar.
Rick: ¡Vuelvan! -gritó
Carl: Vamos -me tomó de la mano, y corrimos de allí.
Ron fue tras nosotros. Quizás sea una carga, pero no iba a ser yo quien lo eche.
Junto a Carl, comenzamos a matar a esos caminantes que se nos cruzaban.
Volteé a ver a Ron, y sonreí al ver que un caminante estaba a punto de morderlo. Pero Michonne llegó, y lo remató.
Michonne: ¿Dónde está Rick?
Carl: Por allá -apuntó su dirección.
Alice: Vamos con ellos.
Mientras corríamos, Gabriel se nos unió. Llegamos con Rick y Deanna, mientras que toda la horda nos estaba pisando los talones.
Por fortuna, Jessie estaba a pocos metros de su casa. Y nos invitó a entrar.
Ayudé a Rick a llevar una Deanna lastimada.
Ambos la llevamos al segundo piso, y la recostamos en una cama.
Pude oír de lejos el llanto de Judith, así que corrí para calmarla. Pero mi hermoso niño había llegado antes que yo, y la arropó entre sus brazos.
Alice: ¿Puedes hacer que pare de llorar?
Carl: Trataré.
Alice: ¡Esto es una mierda! Debí actuar antes.
Carl: Cálmate, Alice. No es momento -decía mientras caminábamos por los pasillos.
Alice: Claro que no es momento. ¡Estamos rodeados por una horda!
Me dejó atrás. Y allí vi a Sam, el hermano menor de Ron, en su cuarto.
«Este niño traerá problemas» pensé.
Alice: Oye -me acerqué a él- Te quedarás aquí encerrado, y no sales. Es importante que estés en silencio.
Sam: Pero quiero ir con mamá.
Alice: No me importa lo que quieras. Si me desobedeces, me veré obligada a matarte para no perjudicar el bienestar del resto. ¿Me desobedecerás?
Sam: No -me dijo asustado.
«Si yo no lo hacía, podría traer problemas»
°•°•°•°•°
Bajaron las persianas, apagaron las luces. Pero el ruido no se iba. Esto jamás habría pasado en el Santuario, con un muro que a los caminantes no les llamaría la atención entrar.
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Alice Dixon
FanfictionPerfecta: Te esperé varios días en ese maldito lugar hecho mierda, y... ¡Y tú nunca llegaste! -le grité. Ese tipo ya no era nada mío. Me levanté de mi silla y tomé mi preciada ballesta. Le apunté a la cabeza, pero a pesar del odio que le tenía en es...