Viajar lejos para escapar de la vida, o viajar lejos para que la vida se nos escape.
Tomé mi mochila, mi bolso, mi arma, mi ballesta. Bajé a donde estaba la camioneta y los demás. Allí vi a Negan, platicando con Alden.
Perfecta: Negan, ¿Nos vamos?
Negan: Sube adelante. Y tú -señaló a Alden- ve atrás.
Perfecta: ¿Cómo? ¿Tú también vas? -dije señalándolo.
Alden: Necesitan gente, y yo estaba por aquí.
Perfecta: ¿Y qué? ¿Nos quedaremos aquí esperando a los hombres de Oceanside o nos moveremos? -bromeé.
Negan: Suban.
Ignorando las órdenes, fui a la parte de carga junto a Alden. Me recosté en el suelo, y me dormí. Después de todo, el viaje duraría horas.
°•°•°•°•°
Sentí a alguien tocando mi hombro, lógicamente, para despertarme. Vi que era uno de los obreros.
Perfecta: ¿Qué mierda quieres? -dije frotándome los ojos.
¿?: Disculpe, Perfecta. Quería informarle que ya llegamos. Es más, todo el mundo ya está abajo.
Perfecta: Okey.
Bajé y efectivamente estaban todos allí. Incluso habían montado el campamento. Vi a Negan hablando con un grupo de personas, así que me acerqué a él.
Perfecta: ¿Planes?
Negan: Enviar a algunas personas a buscar más provisiones. Tal vez cazar, pero nadie sabe lo suficiente.
Perfecta: ¿Me estás insultando o es solo una broma? -me toqué el pecho, haciéndome la indignada.
Negan: Elije a alguien que te acompañe. Tomen lo que quieran.
Perfecta: Haré esto: Le ordenaré a Alden que vaya conmigo, te cazaré el ciervo más grande que hayas visto en tu vida, lo mandaré de regreso aquí, y yo me iré a mi puesto de avanzada.
Tal como dije, Alden me acompañó.
Caminamos un par de kilómetros. Bromeando con cada cosa que se nos ocurría. Matamos a todos los muertos que se nos cruzaban, y eso era lo más divertido.
Perfecta: Bien, aquí nos separamos.
Alden: ¿Qué? ¿Cómo que separarnos?
Perfecta: Iré a cazar un ciervo, como le prometí a Negan. Veo un par de huellas por aquí, no puedo garantizar que es un ciervo, pero es comestible.
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Alice Dixon
FanfictionPerfecta: Te esperé varios días en ese maldito lugar hecho mierda, y... ¡Y tú nunca llegaste! -le grité. Ese tipo ya no era nada mío. Me levanté de mi silla y tomé mi preciada ballesta. Le apunté a la cabeza, pero a pesar del odio que le tenía en es...