No somos fríos por falta de sentimientos, si no por abundancia de decepciones.
Ambos parecían estar dormidos. T-Dog parece que fue el primero en darse cuenta que yo estaba mirando dentro del vehículo, por lo que no dudó en preguntar qué pasaba.
Glenn: Son Randall y Mike.
Al parecer, y por lo que entendí, el grupo de Mike había atacado a Rick, Hershel y Glenn, y dejaron abandonados a estos dos. Como un idiota, Randall cayó de una azotea y se clavó la pierna con la punta de una reja, y Mike cayó de la misma azotea quedando inconsiente.
¡Qué idiotas!Carl: ¿Qué pasará con ellos? -me sacó de mis pensamientos, al acercarse a mí.
Alice: Espero que nada. Hershel se ocupará de operarlos.
Carl: ¿Crees que se queden?
Alice: No lo sé. ¿Por qué te preocupan?
No me respondió, solo se alejó de mí.
Alice: ¡Qué raro eres! -le grité mientras él se iba alejando.
°•°•°•°•°
Pasaron un par de días, y Rick junto a Shane decidieron llevarse a los muchachos lejos. Admito que en esos días estuve alejada del resto, pero no querían que supieran que conozco a Mike, pues parece que ambos eran una amenaza y yo no quería confusiones.
Me fui al establo y me senté junto a un caballo.
Daryl: ¿Quieres comer? -dijo en la puerta.
Alice: No.
Daryl: ¿Qué ocurre? Últimamente estás muy alejada. ¿Todo en orden?
Alice: Sí.
No me culpen por alejarme. Necesito este tiempo para mí sola.
Pasé horas y horas escribiendo en el suelo la misma palabra; "Sophia".
Ya no quedaba más remedio. No podía quedarme ahí para siempre. Encerrada ahí no solucionaría nada.
Cuando salí, el sol ya estaba a punto de irse otra vez.
Alice: Muy bien, Alice. Perdiste otro día lamentándote como una estúpida.
Los adultos encargados de llevarse a las "amenazas" volvieron. Cuando bajaron, Randall y Mike seguían con nosotros. Seguí a Rick y a Shane hasta al granero, donde dejaron a ambos muchachos.
Los dos hombres se percataron de mi presencia, y traté de ignorarlos e irme, pero no dio resultado.
Rick: ¡Alice! -me dijo, elevando un poco el tono de voz.
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Alice Dixon
FanficPerfecta: Te esperé varios días en ese maldito lugar hecho mierda, y... ¡Y tú nunca llegaste! -le grité. Ese tipo ya no era nada mío. Me levanté de mi silla y tomé mi preciada ballesta. Le apunté a la cabeza, pero a pesar del odio que le tenía en es...