SIN MIEDO A NADA

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Después de descubrir a la verdadera Helena, Alvida y  yo continuamos siendo piratas y aun que nuestra sangre podía podía transformar lo que fuera en Oro la adrenalina aumentaba cada vez que asaltábamos un barco o robábamos oro y nos arriesgábamos más

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Después de descubrir a la verdadera Helena, Alvida y  yo continuamos siendo piratas y aun que nuestra sangre podía podía transformar lo que fuera en Oro la adrenalina aumentaba cada vez que asaltábamos un barco o robábamos oro y nos arriesgábamos más. Ya llevaba más de 10 años en la tripulación de Alvida y pensaba pasar más tiempo con ella.

Una mañana  extraños cantos se oían  en la lejanía del mar abierto y yo podía jurar que eran cantos de ballenas,  y fue entonces que una de las tripulantes despertó con un aterrador grito a todas las demás...

— ¡Capitana Alvida! ¡Algo horrible se acerca volando! 

Y al momento salió Alvida intentando despertar... y tallándose los ojos creía que era un sueño lo que veía.

— ¿Por qué tanto alboroto Alvida? –Y al girarme vi una de las cosas más aterradoras que jamás había visto... eran pájaros  gigantes, pero eso no era lo aterrador; lo aterrador era que en vez de tener cabeza de  pájaro tenían la cabeza de mujer, sus caras eran muy hermosas pero su cuerpo era el de un águila.

— ¡¿Qué diablos son esas cosas?! –Grité esperando una respuesta de Alvida.

—Son sirenas...

— ¡son arpías Capitana! –la corrigió una de las tripulantes.

— ¡son arpías! –repitió Alvida.

— ¿Estoy loca o se aproximan al barco? –Dije retrocediendo.

— ¡Vienen hacia acá! ¡Corre!— esto parecía un loco sueño, algo totalmente irreal, estas cosas solo se ven en los cuentos.

Pero ellas eran mucho más rápidas que nosotras y alcanzaron a Alvida tomándola de la cintura con sus enormes garras...

— ¡Helena! –Gritó desesperada y al ver que la alejaba del barco logré pensar en una estrategia y mis ojos cambiaron, corrí lo más rápido que pude y decidí colgarme de los pies de Alvida dando un gran salto impulsándome de las linternillas de la popa, por un segundo pensé que no lo lograría pero alcance a sostenerme de una de sus botas... que poco a poco se iba resbalando por mi peso... — ¡Sostente! –Gritó  Alvida intentando mantener la calma.

— ¡Caeré al mar! –Y cuando no pude resistir más cerré los ojos y me dispuse a caer,  entonces mis ojos regresaron a la normalidad y no me quedó más que gritar, pero al momento de caer otra arpía  me atrapo en el aire, entonces me di cuenta de que  no nos querían hacer daño, ellas nos querían llevar a un lugar; después de unos minutos la parvada de arpías  empezó a cantar hermosamente  y su canto nos indujo al sueño,  entonces el agua y el viento de una gran tormenta nos despertó y llegamos a un lugar donde   solo había un desierto de tierra roja y parecía arder, al llegar a la orilla las arpías  nos arrojaron a aquel desolado lugar.

— ¡Estas piedras están frías! –Dijo Alvida pesando que era carbón ardiendo.

— ¿Dónde estamos? ¡Esas malditas solo nos abandonaron aquí!           

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