EL MOMENTO CRUCIAL

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Corro lo más rápido que puedo y veo a algunos alumnos que se esconden de tras de los mostradores de comida en la cocina, y al salir por el jardín trasero veo a Zadquiel quien en cuando me ve camina hasta a mí

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Corro lo más rápido que puedo y veo a algunos alumnos que se esconden de tras de los mostradores de comida en la cocina, y al salir por el jardín trasero veo a Zadquiel quien en cuando me ve camina hasta a mí.

—Llega justo a tiempo... por favor sígame señorita Helena, —le sigo sin siquiera decir nada, entramos a lo que parece ser un viejo edificio que yo jamás había visto y me sorprendo al ver que Zeus está sentado débil.

—Helena... —me acerco a él de inmediato y tomo su mano. —Estoy orgulloso de ti, lograste controlar mi energía...—me dice susurrando y Miguel Ángel aparece a su lado.

—Ya estoy aquí, todo irá bien... —le hago saber y me sonríe tranquilo.

—Señorita Helena... veo que ha aprovechado al máximo el crucero, me encantaría decirle que tenemos mucho tiempo pero no es así, debe de recibir la otra parte de la energía de Zeus.—en cuanto Miguel Ángel me lo dice miro a mi padre, por su mirada sabe que tengo miedo por él.

—Mi niña... la más pequeña de todas, no temas, dejaré de ser divino pero seré mortal... confía en mi... —me explica y estirando su otra mano veo que resplandece llena de su poder, suspiro y la toco, casi de inmediato mi mente se llena de visiones, de repente puedo ver lo que miles de personas están haciendo, escucho todo lo que dicen y todo lo entiendo, mi cuerpo cae por el desequilibrio y siento como Miguel Ángel me toma en sus brazos para ponerme sobre el sofá. La energía de Zeus es tanta que mi cuerpo está dormido, solo alcanzo a tomar la mano de Zeus quien también toma la mía y veo que deja salir su último suspiro divino.

— ¿Papá?... ¿Zeus?— susurro llamándole pero él sigue con los ojos cerrados.

—Él está bien, para que un dios sea mortal debe tener una muerte divina, en unos segundos desaparecerá y su espíritu será trasladado al crucero... él estará con tu madre. —le aclara Miguel Ángel y dejo salir un suspiro de alivio.

—No... no puedo... moverme. —le digo desesperada y él se acerca.

—Debes aprender a vivir con todos los dones de tu padre, las voces que oyes y las personas que ves son las mismas miles de millones que tu padre atendió por Eones, te serán menos molestas si recargas tu atención en las cosas que tienes pendientes justo ahora. —Y pienso de inmediato en los finales de sangre que me necesitan y Anubis entre ellos. De nuevo al imaginar su dulce mirada las voces cesan y me siento más ligera, observo mi cuerpo y ahora tengo un halo azul eléctrico permanente rodeándome, mis manos están llenas de impulsos eléctricos y al cerrar unos segundos los ojos puedo sentir la energía malvada de Polixo y de los espíritus que liberó.

—Ya lo tengo...—digo esta vez llena de seguridad y miro al Arcángel que me sonríe. —Creo que así vestida no ayudaré en batalla...—Y a la velocidad de un parpadeo cambio mágicamente mi propia ropa con tan solo pensarlo, ahora llevo la armadura que me dio Atenea, mi escudo y mi bellísima espada Halley. Le sonrío a Miguel Ángel y él asiente.

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