CUANDO NADIE ME VE

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Al entrar al departamento entro sin hacer tanto ruido, mi corazón sigue a mil por hora después de mi pequeña aventura en el techo del Liceo, me recargo en la puerta con la mano en el corazón al tiempo que sonrío, entonces una lámpara en la estanci...

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Al entrar al departamento entro sin hacer tanto ruido, mi corazón sigue a mil por hora después de mi pequeña aventura en el techo del Liceo, me recargo en la puerta con la mano en el corazón al tiempo que sonrío, entonces una lámpara en la estancia se prende y deja ver a una hermosa chica a la cual no recuerdo haber visto antes, pero que sin duda tiene el logo de nuestro clan. Ella está sentada en un sofá mirándome con los brazos cruzados y frunciendo las cejas, mirándome como si fuera la peor mujer del mundo.

— ¿Se puede saber dónde estabas Halley?— me pregunta y tras llamarme "Halley" caigo en cuenta, es Eros...

—Entonces... ¿ahora eres una chica?

— ¿Qué? si pero... ¡no quieras cambiarme el tema! No soy estúpida, por la cara roja que traes podría jurar que fuiste a ver al dios perro. —me dice haciendo drama y no puedo evitar sonreír. Sigue siendo el mismo el mismo, con la diferencia de que su cabello castaño oscuro ahora es muy largo y sus ojos verdes agua son más... ¿coquetos? Claro y no podemos dejar pasar que tiene el cuerpo de diosa, volvería locos a todos los hombres del Liceo.

—Eros... basta, te lo diré ¿bien? — me siento a su lado en el sofá y sonrío de nuevo mientras le cuento todo lo que pasé esta madrugada, ella se burla y hace fiesta de lo que le platico.

—Entonces... ¿se besaron en el techo? ¡Lo sabía!

—Oye loca, basta, solamente nos gustamos, no significa que vaya a ser el amor de mi vida, aun así... mañana tenemos que ir ambos a hablar de esto con el director.

—Te deseo suerte con ello, no creo que el director se enoje, es muy tierno. — me dice con gesto de ternura y me dispongo a irme.

—Bueno, ya te conté, ahora jovencita... me voy a dormir, descansa. —me pongo de pie y ella me detiene.

— ¡espera! Te necesito... ¿no querrás que una hermosa dama como yo se duerma con cuatro hombres verdad?

—Eros... eres un dios que sabe defenderse, además no veo a Hefesto queriendo propasarse contigo. —ella pone cara de conejito espantado y sus ojos se cristalizan. — ¿en serio, Eros?

—Por favor, Halley, ¡solo déjame dormir contigo esta noche, después se lo pediré a Artemisa o Atenea!

—Rayos... ¡está bien!—ella se para brincando de alegría y me abraza, primero normal y luego sus manos bajan a mi trasero.

— ¡Ay Halley, sí que eres linda!— me dice con todo lujurioso y me separo de ella.

—Hay reglas, Eros... —ella pone cara regañada otra vez y continuo. —Si vuelves a tocarme de nuevo el trasero o el pecho te juro que saco mi espada y te rebano las manos para después hacértelas tragar, si vas a dormir eso harás y punto, no más platicas y nada de patadas ni entrelazar piernas, porque esta vez mi espada no solo rebanará tus manos si no también tu trasero, ¿te quedó claro?

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