MONTE OLIMPO

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—Atenea, ella es la última hija de nuestro padre, su nombre es

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—Atenea, ella es la última hija de nuestro padre, su nombre es...

—Helena – completó Atenea dando vueltas a mí alrededor. –Criada por los molestos mortales, es igual de escandalosa que su estúpida e inútil madre –Entonces se detuvo y tomó mi cara bruscamente con una de sus manos. — ¡Tú no tienes ningún estúpido derecho a gritar y a faltarle el respeto a los Dioses, para poder hacerlo tienes que ganarte el respeto que nunca tendrás de los legítimos hijos de Zeus! –Después me soltó y se dio la vuelta, pero mi sangre estaba hirviendo, juro que me iba a controlar pero ella se había pasado.

— ¡¿Y TU TE GANAS EL RESPETO?! –Respondí sin importar lo que pasara. – ¿Aquí criada entre "Dioses" como tú les llamas? Durmiendo en sabanas de ceda y despertando con la comida a tu mano, consentida desde pequeña con chupete de Oro, ¿Quién te crees para juzgar si solo has vivido una vida de princesa? Te reto a pasar tan solo un día en el mundo de los mortales sin Oro y sin un hogar, y entonces cuando entiendas de que se trata la humanidad ven y júzgame.

Y en cuanto terminé mi discurso ella volteo con la furia en su rostro, desde el otro lado de la habitación logré mirar las líneas de enojo que se formó en su frente y flotó hacia mí con un grito desesperado, tomándome del cuello intentando inútilmente asfixiarme, pero aun que yo no moría podía sentir su brutal fuerza.

— ¡DETENTE ATENEA! –gritó una voz que hizo que las flores se cerraran de golpe en la torre.

— ¡Padre! – Atenea gritó y me soltó de golpe al tiempo que Apolo se inclinaba hacia aquella voz.

—Yo quería voltear y ver quien era pero al momento en el que Atenea me soltó caí arrodillada y tosiendo.

— ¿Te encuentras bien Helena? –Preguntó la amable voz que me tomaba del brazo y me levantaba dulcemente.

— Si gracias. –Al alzar la vista al fin lo veo, un hombre alto de unos 25 años con cabello castaño corto igual de pulcro que Apolo, sus ojos color miel y muy profundos, de tez blanca y de una presencia serena.

—Padre esta repugnante mujer entró sin permiso al Olimpo con una humana maldita, pido que sea castigada.

—Atenea, yo mandé Apolo a que la trajera junto con la humana, sin embargo me has decepcionado Apolo, solo te pedí que las trajeras mas no que las juzgaras.

—Creí que ese era mi trabajo en el Olimpo padre.

— ¿¡Padre!? ... ¿tú eres Zeus?

—Helena, heredaste la belleza de tu madre – Me dijo directamente y me acaricio la mejilla.— ¡Apolo! Hoy no juzgaras tú, ni mucho menos tu Atenea, y quiero que vallan por la humana y la traigan ante mí, Helena ven conmigo.

Apolo y Atenea se veían demasiado disgustados y dándoles la espalda les lance una sonrisa burlona, ambos me vieron y se arrojaron desde la torre sin miedo a caer y en el aire dos corceles alados los atraparon y siguieron su camino. Enseguida se fueron Zeus me dio la espalda y con su mano y un gesto risueño me indico que lo siguiera.

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