LONDRES SIGLO XVII

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Estaba aterrada, ahora solo tenía ropa sucia y el cabello enmarañado y mis únicas pertenencias eran el morral de Polixo y el libro que aún me parecía misterioso, a punto de salir de Grecia corrí lo más que pude a la bahía yo sabía que era la oport...

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Estaba aterrada, ahora solo tenía ropa sucia y el cabello enmarañado y mis únicas pertenencias eran el morral de Polixo y el libro que aún me parecía misterioso, a punto de salir de Grecia corrí lo más que pude a la bahía yo sabía que era la oportunidad de mi vida, y a lo lejos aún combatiendo con el calor infernal logré ver un navío preparándose para partir, ¡era ahora o nunca! Tome dos rocas del suelo y mordiendo mi mano sangré para cubrirlas en oro, a los segundos funcionó pero... al acercarme al navío mi vista se nubló, al dar el paso para caer unos brazos me sujetaron un hombre con un sombrero me salvó de la caída.

—Señorita ¿está bien?— me preguntó el anciano mientras me echaba aire con sus sombrero.

— ¿Qué?... sí... sí... — me enderecé como pude y desperté un poco. — ¿Es de usted la embarcación?— él asintió sonriente y respiré un poco. —escuche... le pagaré estas tres piezas de oro si me lleva lejos de aquí... ¡se lo suplico!

—Tranquila, no necesita rogarme, guarde su oro... ¡soy un hombre amable y justo, parece que está en apuros, suba... nos iremos ya.—le sonreí como respuesta y subí al barco.

La navegación duró tres días, después de ese largo viaje llegamos a una ciudad completamente diferente a Grecia, un lugar llamado Inglaterra, Londres parecía ser un lugar gris y sombrío pero me emocionaba su encanto. Las mujeres usaban hermosos vestidos largos y los hombres vestían trajes que les hacían verde lo más interesantes y apuestos, ¡todo era completamente nuevo para mí! Las sombrillas, el ruido era algo mágico a lo cual no estaba acostumbrada.

Entre los tantos puestos de comida y de pan tuve la oportunidad de ver a un niño, parecía de aspecto pobre y tenía la cara cubierta de suciedad, aun así la hermosura de sus ojos azul agua contrastaba con su nariz respingada y su cara blanca, justo al momento de verlo él acaba de robar una pieza de pan pero antes de huir es interceptado por varias señores que comienzan a apedrearle, enojada tomo de nuevo dos rocas y las convierto en oro, me abalanzo hacia la gente y saco al niño de ahí.

— ¡Suéltenlo, él viene conmigo! No estaba robando nada, aquí está su dinero, ¿eso compensa una pieza de pan y más no cree? —le arrojo la piedra a las manos y la señora se sorprende, se queda callada y se da la vuelta, tomo al pequeño de la cara y veo que le han herido uno de sus labios. Él no me dice nada, parece no hablar y no lo obligo. —Mierda... tranquila estarás bien. — lo tomo de la mano y me dirijo a una señora en el borde de la playa. — ¿Disculpe? ¿Usted sabe dónde puedo encontrar a la familia de este pequeño?

— ¡Ah! El pequeño ladrón no tiene familia, fue abandonado aquí desde que nació, nadie sabe nada de sus padres... lo siento. —miro al pequeño que come su pedazo de pan feliz y voy a orilla lejana de la playa, me siento con él y de nuevo me siento débil, todo lo que viví con Polixo me acabó.

— ¿Cómo te llamas?—le pregunto con esfuerzo y él baja la mirada sin decirme. —Yo me llamo Helena, soy nueva en Londres... y... huía... —poco a poco pierdo el conocimiento.

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