BAJO EL SOL

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—Sé que querías que los de tu familia te entrenaran, espero no estés decepcionada

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—Sé que querías que los de tu familia te entrenaran, espero no estés decepcionada. —Le veo dar vueltas observando cada detalle de la habitación y después me mira, yo me siento y suspiro.

—Sí, estoy decepcionada, pero de mi... yo ya debería haber aprendido a usar los poderes de Zeus, ojalá todo fuera tan fácil como levantar el dedo y hacer todo lo que un dios hace. —Anubis me mira pensativo y me mira con dulzura.

—Mi diosa, a veces las cosas no son tan fáciles como las esperamos, pero te aseguro que también hay veces en las que son más fáciles y nuestra mente nos pone barreras. Tú sabes ocupar la defensa como te enseñó Zeus, ese es un gran avance. — él toma mi mano y después besa cariñosamente mi sien, aprovechando el momento me recargo sobre su hombro y ahí me quedo. —Yo creo en ti, ninfa de mi corazón, y si yo lo hago no hay motivos para que tú no lo hagas.

Cuando levanto la mirada Anubis me da un beso simple pero lleno de amor, algo que sin duda jamás cambiaría, él que es un dios salvaje me llena de amor con cada uno de sus gestos ¿Cómo no amarlo? Después le veo tomar el programa del crucero y curioso me lo muestra.

—No creo poder gozar todo lo que nos ofrecen aquí a sabiendas que hay una guerra en el Liceo. —le digo y él me empuja ligeramente para que me relaje.

— ¿Se te olvida con quien estas? Yo puedo dividirme para estar contigo y ayudar en el Liceo, además que llamé a mis chacales para que fueran a apoyar, así que quiero verte disfrutar esto, no sé... creo que te ayudará mucho. —Me extiende el folleto y leo lo que me señala.

— ¿Tarde de chicas bajo el sol?— le pregunto y él asiente.

—Sin duda te verías maravillosa con un bañador como ese, es una lástima que no podré verte.

— ¿Por qué lo dices lleno de seguridad? Aún no decido si iré.

—oh, porque sí irás, yo mando aquí mi amor, mientras tú te diviertes conociendo a otras chicas... yo me dividiré y entraré en meditación, además... te miras muy deseosa con ese traje de baño... — me señala con la mirada levantando la ceja, y a bajar la mirada para ver mi atuendo ya estoy usando un bañador negro de dos piezas y un pareo semi transparente del mismo color.

—Así que tú también puedes hacer eso...

—Pues claro, ¿por quién me tomas mi amor? Ahora... ve, socializa y trata de hacer amigas, ya lo sabes, si me necesitas di mi nombre tres veces ¿bien?

— ¿Y si me odian como todos los mortales lo hacen?

—No juzgues antes sin conocer. — él me toma de los hombros me da un beso en la espalda y me empuja hacia la salida. —el folleto dice que la tarde de chicas empezará en cinco minutos, si no te das prisa llegarás tarde, y sobre todo aléjate de los hombres que te miren con perversión, ya después me encargaré de ellos. — me regala un encantador guiño y me cierra la puerta de nuestro camarote en mi cara, por un lado me siento indignada pero por otro lado entiendo que quiere hacer su labor de dios y se preocupa por mí. Ahora estoy en un crucero sin conocer a alguien y en bañador, observo el folleto y busco el ala oeste del crucero, después de perderme varias veces creo haber llegado, pero no veo toda una tarde de chicas, de hecho solamente hay dos... una mujer con un bañador rojo y de piel blanca como la nieve de cabello casi platinado pero muy joven y otra que está en una tumbona pero ella es morena de cabello oscuro de finos rasgos, nada que ver con la primera. Las dos estas tumbadas con lentes oscuros tomando el sol, un poco tímida me acerco.

— ¿Esta es la tarde de chicas?— pregunto levantando mis lentes a mi cabeza y la chica morena se endereza quitándose los lentes, sus rasgos no son como los de cualquier mujer hermosa, pero sin duda su rostro es especial y su mirada inquisitiva.

—Oh, ¿eres nueva en el crucero? —me pregunta barriéndome con la mirada y la otra chica se endereza también pero ella más sonriente.

—Hay por favor, Séptima... no seas tan dura, de por si no han llegados más chicas en varios años, — le dice con voz un poco empalagosa y me sonríe. —Me presento, mi nombre es María Antonia Josepha Johanna Von Habsburg- Lothringen, bueno... más conocida como María Antonieta de Austria. —Me pongo derecha al saber cuál es su verdadera identidad y extiendo mi mano instintivamente para saludarla.

—Por los dioses, tú eres todo un icono. —ella mira mi mano extendida y se acerca a mi, más liberal me besa una mejilla y después la otra.

—Olvida las formalidades linda... ¿y tú eres? Digo... sí estas aquí es que debes ser importante en la historia...

—Mi nombre no es tan largo, solo... Helena...

—Más conocida como Helena de Troya...—dice la mujer morena que volvió a tumbarse y la miro. —Reconocería a cualquier griego con los ojos cerrados.

— ¿Y tú en verdad te llamas Séptima?— le pregunto al ver que tiene un carácter un tanto especial y se endereza de nuevo.

—Cleopatra Séptima... ¡así que al fin nos juntamos las más odiadas de la historia! ¿Cómo se llamará nuestro club? ¿El amor en tiempos de guerra? ¿Perdamos la cabeza?

— ¿Por qué no mejor le ponemos, "Fiesta de serpientes"? —Le pregunta Antonieta y ambas se miran serias, después comienzan a reírse.

—No por favor... ya no más serpientes para mí. —Dice Cleopatra limpiando una lagrima de risa y Antonieta me toma de la mano y me dirige a una tumbón vacía. —En fin niña espartana, bienvenida, creo que estás en el lugar correcto.

—Es un verdadero honor tenerte con nosotras, las tardes de chicas solo son para disfrutar y hablar de nuestros dolorosos pasados, con los años nos dimos cuenta que nos ayudó. —Me dice Antonieta y le sonrió acomodándome en la tumbona. —Las personas siempre distorsionan las historias, no hay nada mejor que la cuentes tu... así que dime, ¿tú que hiciste? Yo fui culpada por el robo de un collar multimillonario, literalmente el pueblo me odió, me sacaron de mi hermoso palacio y me cortaron la cabeza. ¿Cleopatra? Tu turno. —Ella respira hondo disfrutando el sol y habla.

—Me aferré para gobernar Egipto después de que el amor de mi vida se suicidara pensando que estaba muerta, después intenté seducir de igual forma a su sucesor pero... salió mal, así que me armé de valor y dejé que una serpiente me mordiera para morir, claro... antes muerta que caer en sus cerdas manos. —termina explicando con saña y me mira sonriente. —Pero vamos... se breve y dinos lo que hiciste, es decir... todos conocemos lo que hiciste pero no hay nada como tu verdad.

—oh, pues... mi padrastro me subastó a los reyes de Grecia y ganó Menelao el rey de Esparta, él era un asco de hombre... y cuando llegó Paris cambió todo para mí, decidí irme para cambiar mi vida, y sí... tal vez fui culpable de una guerra, no pude detenerla y lo pagué caro, pero ahora no me arrepiento, el viento me llevó a conocerme y saber que soy capaz de mucho más que solo ser una simple reina inservible. —Yo misma me sorprendo de mis propias palabras y al quitarme mis lentes veo que ambas me miran igual de impresionadas, entonces recuerdo... las dos también fueron reinas. 

 

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ImmortaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora