NUESTRO DÍA EN ITALIA

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—Ya llevan mucho tiempo ahí encerrados y no escucho nada

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—Ya llevan mucho tiempo ahí encerrados y no escucho nada...—dice susurrando Artemisa pegando su oreja a la puerta de nuestro cuarto, todos los demás intentamos escuchar con vasos pegados a la pared pero solo se oyen murmullos.

— ¿No sería más fácil que tocaran y ya?— Pregunta Ares quien ahora está detrás nuestro y se deja caer en el sofá prendiendo la televisión, todos inconformes nos giramos hacía él.

— ¿Es enserio Ares? ¡No escuchamos nada y con tu escandalo menos!—Responde Apolo y Ares sonríe apagando la televisión y levanta las manos en señal de rendición.

— ¿Saben qué? esos dos podrían estar matándose y nosotros no estamos haciendo nada, —les digo cansada ya que Atenea y Artemisa necesitan su habitación para dormir, así que decidida abro la puerta y todos los dioses me siguen para acabar con su curiosidad, pero... todos nos frenamos a la increíble escena que tenemos en frente... Pólux está abrazando muy cariñosamente a Eros quien se deja llevar perdida mientras él la besa. Están tan concentrados que no se han dado cuenta que los estamos viendo, así que todos los dioses retroceden sin hacer el mínimo ruido y cierro la puerta. En cuanto salimos entre todos nos miramos increíblemente conmovidos, no decimos nada porque ya todo lo vimos y estamos satisfechos.

De repente uno de los collares de mi pecho comienza a brillar, bajó la mirada y noto que es la llave que Eros me dio para su jardín, la luz sale del collar y se dispara hasta la puerta, la atraviesa y me siento mareada, a punto de caer Apolo me sujeta.

—Hey, tranquila... aquí estamos, respira. —me tranquiliza y vuelvo a respirar con tranquilidad, le sonrió y me dirijo a los dioses.

— ¿Pueden creerlo? Pólux le regresó sus poderes de dios, recuperó su fe por que aceptó que estaba enamorada de su mejor amigo, siendo el dios del amor se negaba a amar y eso lo llevó a todo esto, nuestro dios del amor o... diosa... regresó. —Todos sonríen y suspiran, de repente la puerta de la habitación se abre, Eros aparece hermosa destellando energía rosada, no dice nada, solo me mira como si yo le hubiera salvado la vida...

—Tu... Halley... — no se aguanta más y corre hasta a mí y me abraza, de tras de ella aparece recargado en el marco de la puerta Pólux quien sonríe orgulloso.

—Pero Eros, yo no hice nada, esta vez creo que el que te ayudó fue Pólux. —Le digo separándome un poco y niega.

—No, fuiste tú... nosotros jamás hubiéramos hablado de lo que sentíamos, tu obligaste a Pólux a ir a disculparse conmigo, y tú me hiciste sentir cómoda con este nuevo cuerpo, me dejaste comportarme como un chica sin que te importara que me conociste como un dios, y creo... que quiero quedarme así esta vez... Halley, te tengo un regalo... — me dice con una enorme sonrisa y poniendo sus dedos con forma de pistola finge dispararme, ¡cuando en realidad si me ha disparado! Ahora una flecha aparece incrustada en mi pecho.

— ¿Qué has hecho, Eros? — le pregunto y ella sonríe esta vez un poco picara.

—Te di lo que te faltaba... ahora ponte de pie y no llegues tarde, recuerda que mañana tienes que ir con Atenea a la tierra mortal, él llegará en cualquier momento. —cinco segundos después la puerta de nuestro departamento suena, todos se miran y Pólux abre la puerta, Anubis está ahí parado, aún lleva su uniforme con el saco amarillo y me sonríe.

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