SACRIFICIOS

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Las dos me miran serias, creo que me metí un poco con ellas, es decir, ¡sé que no fueron unas reinas inservibles! Bueno

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Las dos me miran serias, creo que me metí un poco con ellas, es decir, ¡sé que no fueron unas reinas inservibles! Bueno... María Antonieta un poco, pero no era forma de decirlo.

—Perdón... no quería decir eso. —digo inútilmente y Cleopatra suelta una carcajada.

— ¡Esta es de las nuestras Antonieta!— le grita y se para para sacudirme de los hombros, María Antonieta sonríe bajando sus lentes de nuevo.

—Me encanta que aún a pesar de todo lo que te condenó sigas en el juego, no como nosotras... ya sabes, tú aún respiras Helena.—me comenta Antonieta y caigo en cuenta, es cierto, ellas si murieron.

— ¿Pero cómo es que ustedes dos están aquí?

—No tenemos ni idea, solo se nos hace saber que estamos en esencia, pero no me quejo ¿sabes? Si este es el cielo está perfecto. —Nos dice Cleopatra y bebe un sorbo de su bebida.

A lo largo del día platicamos las tres, es gracioso todo lo que tenemos en común, nos reímos como locas y contamos las experiencias graciosas que hemos vivido. Cuando Cleopatra se enteró de que dios estaba enamorada se le cayó la mandíbula, al principio ninguna me creía pero luego de contarles la historia del Liceo ellas se relajaron.

—Estaría increíble que ustedes pudieran estar en el Liceo. —al oírme María Antonieta se ríe y se sienta en su tumbona

—Oh querida, nosotras ya estuvimos ahí, estamos aquí porque ya nos graduamos, debo admitir que Miguel Ángel es un cielo, pero prefiero a Rafael por mucho.

—Antonieta tiene razón, Miguel Ángel es muy regañón...—Me dice Cleopatra y veo que levanta la mirada hacía alguien que está de tras de mí, su rostro cambia al miedo, ella de inmediato se deja caer de rodillas y al girarme veo que Anubis está mirándonos, la escena me parece de lo más curiosa, Anubis examina la situación y toma de las manos a Cleopatra para levantarla.

—Levántate, Cleopatra Séptima... —Ella lo mira como si él fuera lo más hermoso que ha visto y ella baja la mirada a ver que él le sonríe.

—Mi señor Anubis, defraudé a Egipto...

—No, tú moriste por defender tu gobierno, no hay nada mejor que una mujer gobernante que entrega su vida por esa causa, y si hay más por lo que debas de ser perdonada... yo en nombre de Amón-Ra te perdono y te libero de toca culpa. —Ella comienza a llorar y rápido se limpia las lágrimas, respira hondo y después Anubis me ve, para estos momentos debo tener cara de tonta al verlo como el amor de mi vida. —Mi diosa, es momento de que vayamos a tu primer entrenamiento— me dice y estira su mano para que la tome, mi guapo moreno le sonríe de nuevo a Cleopatra y besa mi mano cuando se la doy.

—Sí, vamos. ¡Espero verlas después!— les grito y sigo a Anubis. —Lo que hiciste con Cleopatra fue increíble, ella necesitaba cerrar ese capítulo y con pocas palabras tú lo cerraste, así que gracias. —él alza una ceja con una mirada traviesa.

ImmortaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora