ARES

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Cuando salimos de su gran templo ella camina delante de mí sin esperarme, por un momento me siento algo incomoda ya que no sé de qué hablar con ella, después de todo es mi hermana pero no siento la misma conexión que con Artemisa

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Cuando salimos de su gran templo ella camina delante de mí sin esperarme, por un momento me siento algo incomoda ya que no sé de qué hablar con ella, después de todo es mi hermana pero no siento la misma conexión que con Artemisa. Y sin duda si tuviera una de esas redes sociales que tienen los humanos en el futuro publicaría un estado con todo mi sentir, tal vez causaría lastima pero por lo menos me liberaría, ya me veo publicando "Es triste cuando tu hermana Atenea la diosa de la sabiduría sabe todo, menos como tratarte" rio a mis adentros y Atenea se detiene mirando un gran muro que está justo de tras de su templo.

—Es justo aquí— ella tan solo rosa su mano sobre aquel muro de mármol blanco y de la nada una puerta de acero aparece. — Debes de estar preparada en todo momento, no puedo cuidarte todo el tiempo ya que yo también debo mantener alta la guardia— Ella sube su espada y su escudo y al mirarla la imito. —Solo no te alejes demasiado de mí; ¿Lista?

—Lista. —Respiro hondo y Atenea da unos pasos para tomar impulso, y con gran fuerza patea la puerta para abrirla, sin bajar la guardia ella entra dispuesta a atacar, pero en vez de encontrar una guerra o algo parecido solamente vemos a varios hombres disfrutando de un gran festín; Atenea sin guardar su espada camina hacia los hombres con los ojos entre cerrados, como esperando algún acto, pero a los hombres parece no importarles en lo más mínimo su presencia, y entre ellos un hombre destaca por todo lo que refleja.

— ¡Atenea bienvenida! Justo les contaba a mis hombres de la batalla de tres años que tuvimos. —Aquel hombre alardeaba sobre aquella gran batalla con tanta pasión que dudé estar en peligro en este lugar.

—Supongo que también les contaste a tus hombres que en esa batalla de tres años yo te patee el trasero, al igual que en todas las otras batallas que tú y yo hemos tenido Ares. —Dijo Atenea sonriente y en guardia.

Cuando Atenea dijo el nombre de Ares quedé impresionada puesto que cuando él se levantó de su lugar podría jurar que medía dos metros y medio y se dirigió a Atenea mordiendo una pieza de carne, debo admitir que me impresionó su apuesto rostro, como todos los dioses del Olimpo, aunque Ares tenía un aspecto más descuidado con barba cerrada y ojos castaños profundos; sus ojos estaban delineados de negro y eso parecía verle más atemorizante, parecía sin duda un vikingo; con cabello Castaño oscuro ondulado y largo hasta el nivel del pecho, su piel era apiñonada pero parecía tener un tono más claro por todos los tatuajes que cubrían sus brazos y pecho; ya que si, iba semi desnudo, y eso parecía no importarle, caminaba hacia nosotros con paso firme tirando su pieza de carne y limpiándose las sobras en su pantalón ajustado de cuero.

Justo cuando le iba a decir algo a Atenea desvió su mirada a mí e hizo una pausa.

—Supongo que esta es una ofrenda de paz que me has traído hermana. —Susurro Ares observándome de pies a cabeza con lujuria en su mirada.

— ¿disculpa? —pregunte ofendida.

—No, tuve que venir yo a presentártela, ya que tu estas tan metido aquí planeando ataques y guerras que no estas enterado de que ella es el final de sangre de Zeus. —Me mira y continua —Ares te presento a Helena nuestra única esperanza, Helena te presento a Ares, el dios de la guerra.

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