UN MUNDO PEQUEÑO

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Después de una larga espera Hefesto terminó los collares y Zeus le ayudó a depositar dicha energía de cada dios, el collar que pertenecía a Ares tenia cuentas plateadas y algo pesadas, del collar de Atenea colgaba una hermosa gema roja y por últim...

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Después de una larga espera Hefesto terminó los collares y Zeus le ayudó a depositar dicha energía de cada dios, el collar que pertenecía a Ares tenia cuentas plateadas y algo pesadas, del collar de Atenea colgaba una hermosa gema roja y por último; el collar perteneciente a Apolo era una pequeña roca gris con un sol grabado en él.

—Ya puedes usarlos, también cree un collar con mi energía, no es tan fuerte como la de los otros dioses, pero te ayudará mientras estamos allá— Hefesto un poco apenado me tendió su collar el cual tenía un pequeño martillo de piedra.

—Tu energía vale lo mismo que la de los demás Hefesto, para mi todos los dioses son iguales, todos merecen una segunda oportunidad— le dije mientras me apresuraba a ponérmelos y toda la energía me llenaba de fuerzas para continuar. — es... increíble, me siento totalmente despierta.

—Perfecto, tenemos que movernos, los llevaré al portal que los enviará con los demás dioses.

Hefesto tomó su bastón y miró por última vez su cueva, cabizbajo apagó el fuego que mantuvo prendido por largas décadas para todas sus creaciones. Los tres subimos a mi carruaje de Grifos que ya nos esperaba cerca de la zona, a partir de ese momento me sentí un poco incomoda por la relación que mantenían ambos, Zeus se mantuvo un poco más serio de lo común, su brazo ya se veía notablemente mejor. Cuando logramos volver sanos y salvos al templo de Zeus, Pólux ya nos esperaba ansioso.

— ¡Pensé que no alcanzaría a verte de nuevo! —Gritó emocionado desde la entrada del templo.

Zeus  sin pensarlo bajó del carruaje y fue directamente a él, ambos siguieron caminando hasta llegar a un punto donde Hefesto y yo no los escucháramos, algo nerviosa por lo que venía para nosotros baje del carruaje al mismo tiempo que Hefesto y comencé a quitarle las amarras a los Grifos para alimentarlos y ponerlos en un lugar seguro.

— ¿Te sientes lista? — preguntó mirando al lejano horizonte.

—Sinceramente, no. — Dije soltando una leve carcajada.

— ¿Qué es lo que te causa gracia? —Se giró y su semblante cambio a uno más preocupado.

—Lo gracioso está en que no me entrenaron desde pequeña para salvar a los dioses, creo que lo que nos enseñan es que ellos nos salvarán a nosotros en caso de cualquier desgracia, — Respiré hondo y continúe. —así que lo siento si te molesta; pero no, no estoy lista.

Hefesto caminó hasta la parte de atrás del carruaje para ponerle unas rocas en las llantas traseras, y cuando puso la última algo le llamó la atención de todas mis cosas.

—Es curioso cuando toda tu vida cabe en la parte trasera de un carruaje de grifos ¿no?—vacilé sobre las únicas pertenencias que poseía, como la Armadura que me obsequio Atenea, Halley y mi armadura que usaba en mis tiempos de pirata.

— ¿de dónde la sacaste? —Preguntó sin mirarme de nuevo.

—Me la obsequio Atenea para pelear con...

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