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Sin pensarlo, _______ saca el control de su bolsa y lo mantiene en alto para ver lo opaco que es.

—¿Estás de acuerdo, _______ ? ¿No crees que los zapatos de tacón de aguja de piel de cocodrilo son un poco monjiles para ir al instituto?

—¿Eh? —_______ ni siquiera finge estar enterándose.

—¡Sabía que la iba a pillar con eso! —Andrea sonríe a Dianne—. ¡Estás totalmente en tu mundo! —Le quita a _______ el papel de las manos—. Vamos, ¿qué puede ser más interesante que los zapatos? ¡Oh! —Mira a _______ con cara compungida y, por un momento, _______ no puede reprimir una sonrisa. Está muy claro que para Andrea nada puede ser peor que una mala nota—. Lo siento —agrega Andrea un segundo después—.

No debería habértelo quitado. —Le devuelve el papel a _______.

—No pasa nada. —_______ se encoge de hombros. Que Andrea y Dianne sepan que ha suspendido le da bastante igual a estas alturas.

—¿Sabes? —dice Dianne—. No te costará recuperarlo. Miller siempre está dispuesta a aceptar trabajos extra y cosas de estas. Si haces bien el resto de controles del semestre es muy posible que ni tenga este en cuenta.

—Tiene toda la razón. —Andrea afirma enseguida—. Yo le hice algún trabajo el año pasado para subir nota.

—No es tanto eso —dice _______ —. Lo que me preocupa es más bien que mi hermano lo tenga que firmar. —Se sorprende de oírse a sí misma explicándoles una confidencia.

—Claro —asiente Andrea lentamente; la escucha con atención pero está un poco confundida. Y _______ sabe que, aunque Andrea es de lo más comprensiva con el tema de las notas, no entiende nada de las cuestiones importantes que hay detrás.

—¡Me refiero a que esas son cosas que los padres deberían hacer! Pero es que ahora él es quien tiene que encargarse de eso —explota _______ con frustración.

—Oh —Andrea hace una pequeña pausa—. Es terrible lo de tus padres —dice en voz baja—, pero al menos tu hermano está dispuesto a hacer ese tipo de cosas. Yo no me puedo imaginar que el mío reaccionara así. O sea, que es todo un detalle, ¿no crees?

Un detalle.

Andrea es buena onda, de verdad. Está dispuesta a incluir a _______ en cualquier cosa que haga, está dispuesta a pasar por alto comentarios estúpidos sobre gatos, a sentirse fatal por un suspenso e incluso, a diferencia de mucha gente, a sentir compasión por la situación de _______.

Pero está claro que, con lo amable que es, con lo considerada que es, para algunas cosas no tiene ni idea.

—Sí —contesta _______ mecánicamente. Se para en la puerta de la librería—. Supongo que es todo un detalle.

—Tengo que entrar aquí —dice después de una incómoda pausa—. Necesito un libro—añade innecesariamente.

—Claro —dice Dianne en tono de aprobación—. Cuando acabes, si te apetece, vente con nosotras. Estaremos en la acera de enfrente, dos calles más abajo. —Señala hacia unas tiendas que hay a cierta distancia—. Hay varias zapaterías en esa dirección.

—Ok. —_______ esboza una sonrisa—. Buena suerte con los zapatos, Andrea. Te quedarán bien con el pelo. Cuando te lo tiñas, quiero decir.

—Gracias. —Andrea le devuelve la sonrisa—. Mañana llevaré al instituto lo que me compre.

_______ las mira mientras se alejan y se vuelve hacia la puerta de la librería.

Es como si hubiera un muro de cristal entre ella y la entrada.

Así de duro es para ella cruzar la distancia que la separa de la puerta. Por supuesto, _______ ya sabía que venir aquí iba a ser difícil, pero había pensado que sería capaz dominar la situación. Ya que iba a hacer algo por Josh, había imaginado que podría con lo que fuera.

Pero no había contado con la posibilidad de que el propio lugar resultara tan abrumador. Todas las veces que había estado aquí, todas y cada una de ellas, había sido en compañía de sus padres.

_______ se queda quieta observando a la gente que entra y sale de la tienda. Imagina que se acerca a uno de ellos, a ese chico tan lindo que ahora viene por ahí, por ejemplo, y le pide que le tome del brazo y le acompañe como si fuera una señora mayor que necesita ayuda para cruzar la calle. ¿La miraría como si estuviera loca? Y, aunque hiciera lo que ella le pide, ¿sería suficiente?

Por un segundo _______ considera la posibilidad de abandonar todo su proyecto, correr detrás de Dianne y Andrea y ver si las puede ayudar a encontrar los zapatos rojos de tacón bajo.

Pero ya hace rato que se han ido y, además, ella quiere hacer esto...

Será mejor que se dé prisa, no le queda mucho tiempo.

Bien, vamos, toma aire y...

Está segura de que debe parecer una viejecita al cruzar los pocos metros de acera que la separan de la puerta. Nunca antes había caminado tan despacio, con tanto dolor.

Una persona le aguanta la puerta abierta para que pase, pero no de la misma forma que lo haría si las cosas fueran normales, sino más bien como si se diera cuenta de que

ella se encuentra terriblemente mal y quiere ahorrarle más sufrimiento.

—Gracias —dice _______ .

Su voz suena como la de una mujer mayor.

_______ mira a su alrededor. El lugar no ha cambiado desde la última vez que estuvo aquí. En fin, es probable que no haya cambiado en los últimos cincuenta años, pero aun así, esta estabilidad le resulta inquietante. No puede evitar pensar que la muerte de sus padres debería haber cambiado a todo el mundo y no solo a su familia.

Avanza unos pasos y enseguida se siente asaltada por los olores, la gente, la atmósfera del lugar. Pero está bien, ahora ya lo tiene bajo control. Lo importante es conseguir el libro de Josh y regresar a la universidad lo más rápido posible.

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora