74

1.6K 169 2
                                    

Esta vez ella es la primera en inclinarse. Está arrodillada frente a él, le coge del cuello de la camisa y lo atrae cerca de ella. Él está claramente más sorprendido que ella por todo esto, pero se deja llevar. Sus labios se encuentran, ella se acerca aún más hasta sentarse en su regazo, le coge las manos, que él había colocado sobre las caderas de ella, y las coloca sobre sus pechos. Solamente le falta devorarlo, en su desesperación por ver si puede tener algo en la vida más allá de su dependencia con la cuchilla.

_____________ no sabe el momento preciso en que ese extraordinario placer que está sintiendo se convierte en el terrible dolor que tanto temía. Las imágenes del accidente empiezan a colarse entre sus párpados cerrados luchando por acaparar la atención de _____________, alejarla del rostro de él al que ella se aferra. Un terremoto de emociones amenaza con asaltarla. De repente vuelve a sentarse en el suelo junto a las estanterías.

—No puedo. —_____________ aparta a Andy de su lado—. ¡No puedo!

Respira con dificultad. Apenas se da cuenta de que Andy está de rodillas, frente a ella. El salpicadero lleno de sangre, los brazos y piernas de su madre, rotos, eso es todo lo que ve. _____________ se tapa los oídos en un vano intento de ahogar los terribles sonidos del accidente.

Se levanta de un salto, se aleja corriendo de él, busca en el bolsillo la cuchilla que siempre lleva con ella.

Pero en el instante en que se dispone a cortarse, a salvarse, a acabar con esas visiones de pesadilla, las manos de Andy caen sobre las suyas. La obliga a volverse a sentar en el suelo.

—No. —Andy hace un gesto firme de negación—. No aquí. No ahora. No delante mío.

—Pero tengo que hacerlo —_____________ jadea—, déjame en paz. ¡Déjame hacerlo! Andy se coloca de cuclillas frente a ella y la mira con solemnidad.

—De acuerdo —dice finalmente—. Entonces hazlo, pero no de esta manera, como un animal acorralado. Tendrás que hacerlo delante de mí.

—Tú... quieres... —Lo mira boquiabierta. No puede imaginarse a sí misma cortándose frente a él. Es algo tan íntimo que hace que su beso parezca un simple apretón de manos. No puede hacerlo. Simplemente no puede hacerlo. Se sienta en el suelo con la cuchilla pendiendo inútilmente de su mano.

Pero las imágenes que invaden su cabeza no paran y solo hay un modo de acabar con ellas.

_____________ ni siquiera parpadea mientras introduce la cuchilla en su piel. Mira a Andy consciente de que, aunque está vestida, es como si se hubiera desnudado frente a él.

Le duele. Le duele muchísimo pero en unos segundos el dolor fluye por su cuerpo como un opiáceo, apartando completamente todo lo demás.

—Oh, Dios mío. ¡Oh, Dios mío! —Ahora Andy es el que se cubre la boca con una mano— ¡Para! ¡No puedo verlo!

Coge la cuchilla y la lanza al otro extremo de la sala, le toma del brazo y mira la sangre, agarra a _____________ con fuerza y la estrecha contra su pecho.

_____________ está tan cerca que vuelve a sentarse en su regazo.

Está tan cerca de él que es como si respiraran el mismo aire.

—¿Es que no te vas a permitir sentir nada que no sea dolor? —Él la toma con más fuerza de la que ella se pudiera imaginar.

_____________ se deja caer sobre el pecho de Andy. Ahora que la cuchilla ha cumplido su función ya no le resulta tan abrumador estar allí con él. Le mira con los ojos medios cerrados mientras él le limpia la sangre del brazo con la camisa. Ahora que se ha sedado, a _____________ nada le gustaría más que estar así con él, para siempre.

Pero en lugar de eso hace lo siguiente que le gustaría más. Se queda allí hasta que las luces se apagan y se quedan los dos a oscuras. Se queda allí tanto tiempo que se le pasa la hora de llegar a casa. Simplemente se queda allí, sentada de aquella manera, todo el tiempo que puede...

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora