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________ camina por la sección de antropología —la podría encontrar con los ojos cerrados— y se saca del bolsillo el trozo de papel donde ha escrito el título.

Harrison, J.E.

Al menos no estará cerca de los libros de sus padres.

Sin embargo, unos minutos después de buscar por los estantes se da por vencida: el libro no parece estar por ninguna parte.

Bueno, entonces tendré que vérmelas con el personal.

________ se acerca al mostrador de información y le entrega el trozo de papel al empleado. Probablemente el chico tenga cinco o seis años más que ella. Tiene un aspecto desaliñado, como el resto de la tienda. No parece una persona a quien le encanten los libros. ________ se fija en que está leyendo una revista de música alternativa.

—¿Qué pasa? —Como era de esperar, parece que la interrupción no le ha gustado nada. Por lo visto, leer la revista es mucho más importante que ayudar a un cliente.

________ sonríe al recordar la descripción que hizo Andy de los trabajadores.

—No he podido encontrar esto por ninguna parte —dice ________ lo más amablemente que puede—. ¿Crees que podrian tenerlo? ¿Arriba, tal vez, en el almacén de libros raros?

—Un segundo —dice el chico después de darle un mordisco a su bocadillo—. ¿Qué es esto, antropología, arqueología, religión? —Entrecierra los ojos, intentando descifrar la letra de ________.

—Parece antropología —dice ________ —, pero supongo que técnicamente podrías encontrarlo...

—Yo te lo encuentro, ¿esta bien? —le interrumpe—. Tú espérame por la sección de antropología y te digo algo en unos minutos.

________ pasea lentamente por la sección de antropología, y se para en el estante donde están los libros británicos.

Pasa las hojas sin mucho interés. Es extraño, pero hace meses que no lee nada que no sea para el instituto. Exactamente desde la muerte de sus padres. Los libros solían ser para ella más importante que la comida. Leer, hablar de ellos, pero ahora... Aunque, claro, Niall y ella estuvieron comentando...

—Te dije que esperaras en la sección de antropología. —El chico le da un susto a ________, que estaba absorta en sus pensamientos—. Es igual, lo tenemos. Quiero decir, que podemos tenerlo.

—¡Genial! —________ se siente aliviada. Por un segundo había llegado a pensar que tendría que irse con las manos vacías.

—Sí. —La mira de arriba abajo escarbándose entre los dientes con la lengua—. Es un encargo especial, ciento ochenta y seis dólares, seis semanas máximo, lo más probable

es que sean tres. Ah, tienes que pagarlo ahora, ya sabes, por ser un encargo especial y todo eso.

—Yo... Que... Es...

¿Ciento ochenta y seis dólares? ¿De tres a seis semanas?

Ya tenía asumido que iba a ser caro, y contaba con tener que hacer unos cuantos turnos extra en la biblioteca pero...

¡Ciento ochenta y seis dólares!

________ se ha quedado, literalmente, sin palabras.

—¿Qué me dices? ¿Lo quieres?

________ se queda mirando al chico. La mente se le ha quedado totalmente en blanco.

—¿Te interesa? —insiste—. Oye, ¿te pasa algo? Porque parece que vayas a...

—Alergias. —________ se seca los ojos con el dorso de la mano.

—¿Sí? Yo también. Bueno, ¿quieres encargarlo?

—Yo...

—¿Vives por aquí? —le interrumpe. Es evidente que nada le importa menos que el que ella vaya o no a comprar el libro—. Toco con mi grupo en un local que está un poco

más abajo. Después del trabajo, miércoles y viernes. Podrías pasarte, escucharnos y después te vienes a tomar algo.

¡Esto no me está pasando!

—Gracias, yo... No, lo siento, no tengo el dinero para el libro y vivo...

________ se da la vuelta sin saber muy bien hacia dónde va, pero necesita estar sola. Y rápido.

Se abre paso entre la gente a empujones, desesperada por encontrar un lugar donde pueda estar sola. Mira en cada pasillo, pero en todos hay alguien que busca entre los libros viejos y polvorientos.

________ se siente cada vez más desorientada. Tiene calor, y el polvo le hace sentir como si realmente tuviera alergia. El lugar está demasiado lleno de recuerdos y ella está terrible, terriblemente decepcionada.

Finalmente, cuando ya se acerca al final de la tienda, encuentra un pasillo en el que solamente queda un cliente a punto de marcharse.

________ pasa junto a él empujándolo sin apenas disculparse y se derrumba al llegar a las estanterías metálicas. Respira con dificultad y ni siquiera se da cuenta de cómo se va chocando con los libros. Poco a poco, se derrumba en el suelo y esconde la cara entre las manos.

Bueno, ¿y qué te pensabas? ¿Qué te pensabas que iba a pasar?

Debería haberlo sabido. Ya nada le sale bien, así que, ¿por qué esto iba a ser una excepción? ¿Por qué había pensado que ella iba a conseguir lo que a Josh le había

resultado imposible? Su historial más reciente deja bastante que desear. ________ cuenta con los dedos los errores que ha cometido.

Uno: debería haber imaginado que

el libro sería así de caro.

Dos: debería haber sabido que un libro tan poco conocido no estaría esperando en el primer estante a que ella lo cogiera y se fuera tan fresca.

Tres: debería haber sabido que, aunque hubiera encontrado el libro, nada hubiera sido diferente.

Pero yo esperaba...

________ levanta la cabeza lentamente. No se había dado cuenta de la cantidad de energía que había invertido en conseguir el libro para Josh. Por la mañana le había parecido una idea perfecta pero, en verdad, ahora que lo piensa con detenimiento, ¿no es igual de superficial que intentar animarlo con un par de estúpidos cumplidos?

Le da vergüenza pensar en cómo había creído que algo tan simple hubiera hecho la vida de su hermano más fácil. Le da vergüenza ser tan superficial.

Y especialmente, le da vergüenza haber pensando que comprando el libro a Josh podía volver a ganar su amor.

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora