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—No es lo que piensas.

—¿Ah, no?

—No. —________ se revuelve en su silla. La mirada de Andy es demasiado intensa y ella tiene que apartar los ojos—. Bien, ¿quieres saber la verdad? No es lo que tú te crees, pero no porque no lo intentara, ¿vale? —Aparta la mano.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que quería hacerlo pero no he podido. No estaba sola. Mira, ¿de verdad quieres ayudarme?

—Sí.

—Entonces hablemos de otra cosa.

—Bien —dice Andy—. ¿De qué?

—Bueno... —________ apoya la barbilla en las manos y piensa unos instantes—. No sé, lo que sea. Del tiempo.

—¿Del tiempo?

—Ok, ¿qué te parece el tiempo en Kuala Lumpur?

—Ya hemos hablado de eso.

Andy se cruza de brazos y le echa una mirada.

—Bueno, pues explícame el resto. ¿Cómo eran las cosas allí?

—Tienes fijación con el sitio, ¿no?

—Me gusta el nombre. —________ se encoge de hombros.

—Lo que tú digas. —Andy hace una pausa mientras el camarero deja las cosas sobre la mesa—. Bien, ¿quieres saber cómo era la vida allí? Todo era muy diferente. Me refiero a todo. La gente, los edificios, la comida... la cultura en general. Era casi como estar en otro planeta. Pero la verdad es que no pude apreciarlo porque, en fin, fue una época difícil para mí.

—¿Difícil? Pero si parece divertido —protesta ________ —. Estabas viviendo en una sociedad muy diferente, tenías todo el tiempo del mundo para leer... —Se le corta la voz al darse cuenta de lo frívolo que suena lo que dice. Únicamente le falta decirle que suena encantador—. Perdona, ¿por qué fue difícil?

No puede creer que le esté preguntando esto. Debería levantarse e irse en lugar de seguir allí metiendo el dedo en la llaga. Lo último que necesita es oír cosas que hagan que él sea cada vez más importante para ella.

Demasiado para mantener su propósito. Se siente como una ex fumadora en una fábrica de cigarrillos.

—No me malinterpretes. —Andy niega con la cabeza—. No es exactamente que se estuviera mal. Tenía muchas cosas buenas. Pudimos hacer cosas increíbles, como viajar por toda aquella zona, conocer Tailandia... Además, es increíblemente maravilloso poder ver este mundo tan diferente de cerca. Pero es como si yo nunca acabara de encajar allí. Es decir, yo me esperaba que Kuala Lumpur fuera diferente. Lo extraño era, sin embargo, que tanto los otros chicos con los que solía ir como la escuela fuesen tan diferentes a lo que yo conocía. Eran todos británicos, de familias muy, muy ricas. Para mí, eran tan extraños como el resto de cosas que me rodeaban, pero la cuestión era que se suponía que yo debía ser como ellos. Y no era así. Y esto era...

—Difícil —dice ________ lentamente—. Por lo que dices, tenía que ser duro. Siento que no tuvieras una buena experiencia pero, ¿sabes lo que pienso?

—No, dime.

—Bueno, lo de no acabar de adaptarte, creo que eso es lo que ha hecho que ahora te intereses por la antropología. Quiero decir, incluso antes de que empezaras a leer libros o fueras a las clases de mi hermano. Observar otra cultura desde fuera, más o menos es de eso que lo trata la antropología, ¿no?

—Nunca lo había pensado desde ese punto de vista. —Andy bebe un poco de café—. Yo solo me quejaba por no sentirme parte de eso, pero supongo que tienes razón. —Para

de hablar y la mira un minuto—. ¿Sabes qué? Creo que se me da fatal eso de distraerte.

—¡Oh, no! Oír hablar de los problemas de los demás... Créeme, la distracción perfecta.

—Pero ese también es tu problema, me refiero a no acabar de adaptarte. Bueno, al menos eso es lo que tú piensas, y como es uno de tus problemas, lo último que quiero hacer es recordarte cosas de estas.

—Oh... —________ baja la mirada hacia su plato. Tiene parte de razón, claro, pero aunque parezca raro, escucharle no le ha hecho pensar para nada en su propia situación. Además, sería agradable poder hablar de cosas simples aunque fuera por una vez.

—De acuerdo —dice ________ —. No creo que el tiempo en Tailandia fuera mucho mejor.

Espera. —Un objeto rojo llama la atención de ________ desde la calle—. Parece que tenemos suerte, ahí hay algo más interesante. —________ se inclina hacia un lado, casi se levanta de la silla, y estira el cuello para mirar por la ventana—. Perdona, falsa alarma.

—¿Qué estabas mirando? —Andy mira por la ventana.

—Me había parecido ver pasar a Andrea, perdón, a los nuevos zapatos de Andrea. — ________ se deja caer sobre su silla—. Ha salido de compras esta tarde, a por zapatos. Dice que va a llevarlos mañana.

—¿Y eso es más interesante?

—Mil veces. Pero, da igual, no era ella.

—Ya... Me he perdido. ¿Has ido de compras con ella?

—No —suspira ________ —. Debería haber ido, pero no. Dianne y ella iban hacia el centro y yo tenía que ir a la librería que nos... que te gusta. Así que hemos ido juntas por el camino.

—¿Dónde me compré Tristes?—Andy se anima—. ¿Has comprado algo?

—No —dice ________ tras pensarlo unos segundos—. En realidad no.

—Ojalá hubiera sabido que ibas a ir, te hubiera acompañado. ¿Buscabas algo en concreto?

________ tarda un minuto en contestarle. Está demasiado ocupada recordando sus desastrosos recados. Está demasiado ocupada pensando que no tiene nada que darle a Josh cuando lo vuelva a ver, nada excepto un control suspendido, y no piensa darle eso a su hermano.

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora