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—Sí, claro —continúa Andy—. A lo mejor sí que preferiría estar con una persona que no necesite que la tranquilicen todo el rato, pero ¿y entonces qué? No te necesito en mi conciencia.

___________ tiene la respuesta. No le gusta ser la buena acción del día y, si eso es lo único por lo que él está aquí, entonces ella no quiere ser parte de esto.

—No soy tu proyecto, Andy. ¿Iba de eso? ¿De que no quieres sentirte culpable? ¿Que no quieres tenerme en tu conciencia? Ya eres un poco mayor para ir de Boy Scout. —

___________ intenta que su voz suene lo más dura posible, pero le está saliendo igual de mal que cuando intentaba cuidar de Nicole. De hecho su voz solo está sonando asustada y vulnerable—. Puedes volver con las otras cosas que decías que tenías que hacer este semestre. Esas cosas que decías que yo iba a complicar. Todas esas clases que vas a hacer en la universidad, el remo. Vamos. Márchate. Ve y baja diez segundos tu marca, pero no te preocupes más por mí.

— ¿Que no me preocupe por ti?

—Andy niega con la cabeza—. ¿Y estarás bien? ¿No te cortarás la piel a tiras? ¿Estás preparada?

___________ no tiene una respuesta para eso. En su lugar piensa en todas las cosas que ella le ha dicho, todas las cosas que le ha dicho él y todas las cosas que han hecho juntos.

¿Cómo se ha podido estropear tanto ahora? Desearía poder apretar un botón y rebobinar, borrar estos últimos diez minutos, pero por desgracia, esto no es posible y se da cuenta de que, a pesar de lo difícil que pueda llegar a ser, le toca a ella arreglar la situación.

—Estaré bien —dice después de un momento—. Si te vas a quedar porque crees que vas a evitar que me corte, entonces vete. Si de lo que tienes miedo es de que si te vas, siempre me cortaré, entonces sal de aquí tan rápido como puedas. No quiero que te quedes a mi lado por eso. Ni siquiera sé cómo va a acabar esa parte de la historia. Lo único que sé es que si te vas... —A ___________ se le corta la voz. Apoya los codos sobre el escritorio y apoya la cabeza en las manos. Es más fácil cortarse, autolesionarse, que decirle cómo se siente.

— ¿Entonces qué? ¿Si me voy, qué? —Andy está enfadado, lo suficiente como para que ___________ se plantee no decir lo que va a decir.

—Vamos, dime. Si me voy, ¿entonces, qué? —vuelve a decir Andy.

___________ podría darle muchas respuestas a esta pregunta. Le puede decir que si se va ella estará mejor. Que no tendrá miedo de experimentar todas las cosas que le asaltaron en el depósito, que la están asaltando incluso ahora, sentada con él. No tendrá que preocuparse por si hay alguien empeñado en que ella abandone sus actividades extraescolares. No tendrá que preocuparse de proteger los sentimientos de otra persona. Pero tampoco tendrá a nadie con quien hablar, nadie que la conozca, nadie que la entienda. ___________ le mira y la única respuesta que le puede dar, la más honesta, es simplemente:

—Si te vas... te echaré muchísimo de menos.

—Oh —dice Andy. Se levanta de la cama, cruza la habitación y se agacha hasta estar arrodillado frente a ella. ___________ se pregunta si él se habrá dado cuenta de que está prácticamente en la misma postura de ayer—. Tú no eres mi proyecto —dice finalmente—. Tú no eres mi proyecto —repite, con más fuerza—. Y no me quiero ir a ninguna parte.

___________ se ha quedado sin palabras. No tenía ni idea, jamás se hubiera podido imaginar que alguien la pudiera mirar de aquel modo.

Se inclina hacia delante hasta que su frente está contra la de él. Lo más natural ahora mismo sería que se volvieran a besar, pero ___________ sabe que no puede hacerlo, que no puede arriesgarse. Se pregunta por qué él querrá quedarse. Podría encontrar mucho más en otra parte, en cualquier parte, sin todas esas dificultades añadidas.

—Yo... yo tampoco quiero que te vayas —dice finalmente.

—Entonces, ¿qué quieres? —le pregunta a ___________ .

___________ no está segura de tener suficiente energía para contestar a esto. Está agotada.

Exhausta. Intentar cuidar de Nicole la ha dejado sin fuerzas. Decirle la verdad a Andy la ha dejado sin fuerzas. Su propia vida la deja sin fuerzas. Pero todo eso se desvanece cuando mira a Andy. Y, al recordar el aspecto que tenía en la cama, tan sereno, tan fuerte, tan correcto, solo hay una cosa que ella quiera hacer. Tal vez no sea la respuesta que él esté buscando, pero es la única que le puede dar.

—Quiero dormir —dice finalmente—. Solamente dormir, dormir mucho, y no despertarme hasta que esté lista.

Andy no contesta nada. Solamente asiente como si esta no fuera la respuesta más natural que ella le pudiera dar, sino la única.

—De acuerdo. —Andy se pone de pie, levanta a ___________ de la silla y la acompaña hasta la cama. Andy vuelve a estirarse como estaba antes, pero ___________ solo se sienta en el borde de la cama y le mira. Se pregunta si él puede notar el arsenal secreto que guarda debajo del colchón. Esboza una tímida sonrisa porque, por mucho que desee esto, sigue resultándole difícil. A él no parece que le esté costando tanto. Simplemente le sonríe y le tiende la mano.

___________ se quita los zapatos y, cogiéndole la mano, se sube a la cama y se estira junto a él. Su cuerpo ha ido más allá del agotamiento y el pecho de Andy es la mejor almohada que jamás hubiera podido imaginar. Pero, por todo eso, está temblando. Lo que le ha dicho la ha dejado desnuda; siente como si se hubiera arrancado una capa de su piel.

___________ siente cosas, cosas buenas, sin duda, cosas maravillosas, pero ella está acostumbrada a ser insensible, a estar anestesiada, y solamente se le ocurre un modo de procesar esto...

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora