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—Oye —le dice Andy interrumpiendo sus pensamientos—. Me parece que se va a poner a llover de verdad. Deberíamos irnos del parque. A menos que te quieras quedar.

No está mal que te pille la tormenta al aire libre; deberías ver los rayos cayendo sobre el río.

—No —dice ___________ tajantemente—, no soporto la lluvia.

—¡No! ¡No digas eso! —Andy parece realmente disgustado—. O sea, esa sí que es una categoría importante: gente que sabe apreciar lo genial que es la lluvia y gente a la que le destroza los nervios solamente porque el tráfico se pone fatal. Por favor, no me digas que odias la lluvia.

—Antes me encantaba. —___________ se pone a recordar todas las veces que, en casa, pasaba horas acurrucada en un sillón con un libro mientras la lluvia repiqueteaba contra las ventanas.

—¿Y entonces por qué no... ?

—Aquella noche estaba lloviendo —dice ___________ de repente—. Aunque no parecía que fuera a llover. Y era una lluvia preciosa, como la que tú estás describiendo. Una lluvia torrencial. Siempre me he preguntado qué hubiera ocurrido si el tiempo hubiera sido un poco mejor. —No quiere seguir explicándose. Seguro que él ya ha entendido a qué se refiere.

—Pero ¿por qué conducías tú? —Andy enseguida entiende la referencia. Se acerca ella y le coge de la mano—. No lo entiendo. Me dijiste que ni siquiera tenías el carnet de conducir, y hacía tan mal tiempo. ¿Qué estaba pasando?

—Nada. No pasaba nada. ¿Qué quieres decir? Habíamos salido. A mis padres les apetecía beber. —___________ se encoge de hombros—. Hice algo simplemente horrible.

No hay ninguna manera... Anoche tuve una... escena con mi hermano. La pelea. ¿Sabes cómo empezó? Nos encontramos a un amigo de Josh que le preguntó por nuestros padres, y Josh no le dijo nada. No pudo decirle nada. No puede enfrentarse a lo que hice. No puede enfrentarse a lo que soy.

—A lo mejor es que no quería entrar en el tema. A lo mejor estaba intentando protegerte. Ahorrarte tener que escuchar a ese tipo haciendo preguntas.

___________ le mira sin hablar, considerando esta posibilidad un momento antes de rechazarla como imposible.

—Tal vez deberíamos irnos del parque —dice Andy cuando se pone a llover. Se levanta tirando de la mano a ___________ para que se levante—. ¿Quieres que volvamos a tu casa, o que vayamos a comer algo? Te diría de ir a la mía pero es que mi madre estará allí y se preguntará qué hago en casa en mitad del día. Es pintora —añade—, así que trabaja en casa.

—Aún no tengo hambre —dice ___________ —. Y mi casa está demasiado lejos. —Aceleran el paso para evitar la lluvia, pero parece una batalla perdida.

—¿Sabes adónde podríamos ir? —dice Andy de repente—. Podríamos... —Pero no consigue acabar la frase, y tampoco puede mirarla a los ojos mientras salen del parque a toda prisa y cruzan la calle.

___________ está segura de que sabe en lo que está pensando Andy. Es el lugar más obvio, apenas a una calle, gratis si eres estudiante, un lugar fascinante y, por desgracia para ella, lleno de recuerdos.

Podrían ir al museo. A aquel en el que Andy estuvo para la conferencia de los padres de ___________, el mismo en el que ella ha estado millones de veces.

—Ibas a decir el museo, ¿verdad? Es buena idea, vamos. —Le da un tirón en la manga.

—¿Estás segura? —pregunta preocupado.

—No, pero vayamos de todos modos —dice ___________ a la vez que suena un trueno.

Llueve a mares, es una locura quedarse por la calle y el museo es, de lejos, es la mejor opción.

—Bueno.

Corren tan rápido como pueden por la calle y suben la escalera del museo.

—¡Estoy empapada! —___________ agita la cabeza y caen gotitas de agua a su alrededor.

Andy también está chorreando a su lado sobre el suelo de mármol.

—Tengo la sudadera que te dejé el otro día en la mochila —dice Andy—, podemos usarla de toalla.

—Sí, por favor. —No acaba de pronunciar estas palabras que nota cómo Andy la empieza a frotar vigorosamente con la sudadera—. ¡Oh, para! —Se ríe ___________ —. ¡No tan fuerte!

—¿No quieres secarte?

—¡Sí, pero no soy un cachorro!

—No sería tan...

—¡Shhh! —Un guardia de seguridad les llama la atención.

___________ para de reír, no tanto por el toque de atención del guarda sino más bien porque, de repente, se ha dado cuenta de dónde está. Mira a su alrededor lentamente, comprueba cómo se siente. ¿Será igual que en la librería?

Sin embargo, al ver a su alrededor el gran vestíbulo de mármol no experimenta ninguna de las sensaciones que le han invadido en la librería. Tal vez sea porque, a diferencia de la librería, el museo es totalmente diferente a como ella lo recordaba.

___________ nunca lo había visitado por la tarde entre semana. Está prácticamente vacío.

No es que lo haya llegado a ver nunca lleno hasta los topes, pero ahora parece que tengan todo el lugar para ellos solos. A lo mejor es porque aquí tiene muchos recuerdos que no están conectados con sus padres, ya que ha estado muchas veces sin ellos.

O tal vez sea porque ahora no está sola.

—Bueno, ¿qué quieres hacer? —dice Andy mientras se acaba de secar—. ¿Qué te apetece ver?

—Olvídate ahora de lo que me apetece a mí —responde ___________ mientras se dirigen hacia la escalera—. Sé exactamente lo que te apetece ver a ti. Los dinosaurios, ¿verdad?

—Lo has pillado a la primera...

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora