El sábado por la mañana le dieron el alta, indicaciones médicas de por medio y la petición especial de que tuviese cuidado. Llegar a su casa fue como recibir varias gotas de lluvia sobre la cara tras días enteros y eternos en el desierto. Estar en contacto con sus objetos personales, dormir en su propia cama, eran las pequeñas cosas de la vida que la hacían feliz. Y por supuesto, tener su computadora con ella, añadía más emoción a todo el asunto. Debía mandarles un twitter a sus ídolos, tal y como se había prometido, pero en primer lugar dormiría una siesta, a pesar de que había estado acostada mucho tiempo, sentía su cuerpo cansado.
El timbre la despertó. Podía sentir en la lejanía la voz de su madre y de otro hombre. Por lo que pudo entender, había llegado un paquete. Seguramente sería para su madre, pensó, después de todo, a menudo recibía mucho correo por su trabajo. Era contadora, y sus clientes solían mandarles facturas o planillas para rellenar.
-¿Quién era, mami? - le gritó desde su habitación, cuando sintió la puerta cerrarse.
-El correo, es un paquete para ti - le contestó. Juliana sintió sus pasos acercarse y se incorporó en la cama.
-¿Para mí? - le preguntó confusa, cuando ya estaba en el umbral de su habitación. Su madre tenía la típica cara que debía tener una madre cuando su hija había estado internada: agotada. Tenía en sus brazos una pequeña caja blanca, de lo que parecía ser un cartón muy resistente y que presentaba un par de abolladuras.
-Sí, me dijeron que debían entregarla el miércoles, pero que ellos tuvieron una confusión y terminó en otra dependencia del correo - le comentó lo que el hombre del correo le había explicado a ella.
-¿Quién me manda a mí paquetes? - verbalizó sus pensamientos.
-Si no lo abrimos no vamos a saber - le dijo su madre, también intrigada por el contenido de la caja. Se sentó al borde de la cama y posó la caja en la falda de su hija.
Con una tijera que su madre le proporcionó cortó la cinta que tenía en los bordes y destapó la caja. Lo primero con lo que se encontró fue papel de seda blanco, que parecía estar protegiendo una especie de prenda de ropa. Levantó el dichoso papel y se encontró con la tela de un pañuelo rosado. Lo sacó de la caja y lo desdobló. El tacto era muy suave y lo notaba muy parecido al que había usado el jueves en el Estadio, y fue entonces cuando se dio cuenta que debían de haber tirado su propio pañuelo rosado que estaba totalmente empapado de sangre, porque no podía encontrarlo por ningún lado. Por un lado, pensó que aquello era mejor porque no tenía nada que le recordara el suceso.
-¿Un pañuelo rosado? - la cuestionó confundida su madre - ¿no tiene una nota?, ¿nada? - recién entonces Juliana notó la pequeña tarjeta blanca al fondo de la caja. La sacó curiosa y leyó en voz alta:
-¡Notamos que el rosado te sienta muy bien! ¡¡No queremos ver más rojo en ti!! - y lo firmaba de puño y letra Zayn, Liam, Louis, Harry y Niall y todo el staff de One direction. Juliana gritó al mismo tiempo que lloraba emocionada. Sus cantantes preferidos le habían mandando un regalo. A ella. A Juliana. Que les había mentido. Parecía de otro mundo, y sin embargo, era tan real que tocaba la tarjeta con sus manos. Habían sido tan considerados enviándole un pañuelo rosado, sustituyendo el propio, que ya no tendría más uso. Por un segundo supo que la mente amable de Liam había sido el artífice de todo aquello. La tarjeta, por otro lado, tenía toques del humor de Louis y las metáforas de Harry. Cuando pensaba que no los podía amar más, ellos volvían a sorprenderla.
Su madre sonrió ampliamente, comprendiendo todos los sentimientos por los que transitaba su hija y, dejándola cavilar al respecto, la dejó sola. Aprovechando la ocasión, Juliana agarró su laptop, se conectó a internet y luego a twitter. Sin mirar con atención su inicio, ni abrir otra pestaña o chequear sus mails, escribió:
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Preguntando se llega a One direction
FanfictionUna fan cualquiera, en el tumulto de un hotel cualquiera, interrumpe una acalorada discusión que, por fortuna, la catapulta directamente a una divertida entrevista con One direction. Al levantarse aquella mañana no esperaba semejantes acontecimiento...